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Hola a todos:
¡Qué difícil es seguir comunicando muchas veces malas noticias! Y, sin embargo, mucha veces, es necesario.
En lo que nos atañe, en primer lugar, porque muchos de vosotros pedís estar al tanto de lo que pasa en esta porción de la Tierra Santa que es Gaza, y, porque la misma comunidad cristiana de Gaza, no cesa de rezar y pedir que recen por el fin de la guerra, para que cesen los bombardeos que los atormentan noche y día y que los tiene angustiados. Ellos también piden que todo quien tenga autoridad, quien sea que tenga un lugar en la sociedad, que pida, suplique, exija, que se pare esta guerra atroz.
En estos últimos días más parroquianos han venido a refugiarse “en lo de Jesús”. Saben del peligro, pero No existe ningún lugar seguro en toda la Franja de Gaza.
Varios parroquianos han perdido sus casas porque les han bombardeado todo el edificio… los edificios.
Saben que están en lugar seguro. Pero asimismo, saben que el peligro asedia.
Son en Parroquia unas 750 personas… no es fácil vivir al día, sin saber si sobrevivirán.. Qué será de su futuro. Qué harán después de terminada la guerra, porque un día -y esperemos que sea pronto- la guerra terminará.
Cuando cesen los bombardeos y puedan empezar a salir… el tendal que ya ha dejado centenares de bombardeos por tierra, agua y cielo… hará irreconocible los barrios (algunos ya no existen)… quien aún tendrá su casa en pie.. será inhabitable, porque muchos ya saben que a muchísimas casas les faltan paredes… y todo para vivir.
Así y todo, y para mostrar el valor espiritual de algunos de nuestros hermanos en Cristo de la Iglesia de Gaza quiero traerles este hermoso testimonio de una joven esposa y madre, profesora de nuestra escuela secundaria de la Sagrada Familia y que en el bombardeo contra la iglesia griego ortodoxa perdió a su madre y a su padre (su papá era el bibliotecario de nuestra parroquia y de la Escuela católica parroquial).
Ella, herida, sobrevivió… y desde su lugar en nuestra iglesia-refugio, hoy escribió esto:
“Señor, tú eres mi fuerza y mi vida. Sin ti, Señor, nada soy. Tú dijiste: “No tengas miedo, porque yo estoy contigo”. Venceré el miedo, porque contigo, Señor, mi miedo se va y mi fe se fortalece. Te ruego, mi Señor, y te pido siempre que el mundo se oscurezca ante mi rostro y tu luz brille en mi camino. Cada vez que la desesperación toque a mi puerta, aumenta tu la esperanza en mi corazón. Siempre que las dificultades de la vida me destruyan, se Tú un bálsamo sanador. Siempre que el pecado me aleje de Ti, traeme de regreso a Ti y permanece cerca de mí y que tu mano me guarde en todos los momentos de mi vida. Gloria y gracias a Ti por siempre. Amén.”
Recemos por la Paz y, a la vez, para que Dios nos conceda la Fe, Esperanza y Caridad de estos hermanos nuestros.
P. Gabriel Romanelli, IVE
Párroco de Gaza
