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Ayer, la Iglesia celebró la Solemnidad del Misterio del Bautismo de Cristo en el Rio Jordán.

Allí, nos dice la Liturgia que “el Padre quiso revelar solemnemente que él era su Hijo amado, su predilecto. En Él se cumple la profecía de Isaías: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo».

Él es el ungido por el Espíritu Santo, el Mesías que «pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo». Acercándose al bautismo como si fuera un pecador más, anuncia que cargará en la cruz con el peso de nuestros pecados y así nos salvará”.

Durante la Santa Misa, la liturgia propone la bendición del agua bendita que luego sería derramada sobre los fieles en memoria del Santo Bautismo. Así lo hizo el Padre Iusef, en la Parroquia de Gaza, en la Misa en la cual 8 niños recibieron su Primera Comunión.

Hermosas son las palabras que usa la liturgia para la bendición del agua: “Dios

todopoderoso y eterno, que, por medio del agua, fuente de vida y medio de purificación, quisiste limpiarnos del pecado y darnos el don de la vida eterna,

dígnate bendecir ✠ esta agua, para que sea signo de tu protección en este día consagrado a ti, Señor.

Por medio de esta agua renueva también en nosotros la fuente viva de tu gracia, y líbranos de todo mal de alma y cuerpo, para que nos acerquemos a ti con el corazón limpio y recibamos dignamente tu salvación.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amen.

Más tarde las hermanas distribuyeron a todas las familias cristianas presentes en la Parroquia botellitas de agua bendita, para que las tengan y usen en sus “pequeñas casas” o sea, las habitaciones de la Escuela que hoy usan cada uno. Todos quedaron muy contentos y agradecidos.

El agua bendita es un sacramental, o sea, si bien no confiere la gracia del Espíritu Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia preparan a recibirla y disponen a cooperar con a ella.

De allí la importancia del uso del agua bendita, para bendecir, borrar pecados veniales y proteger del Maligno.

Demos gracias a Dios por todas las gracias que se recibieron en la Parroquia de Gaza. Si bien se escuchan enfrentamientos cercanos en un barrio vecino, pero ya más lejos de nuestra Iglesia. Sigamos rezando por el fin de la guerra, por la liberación de los rehenes, por los miles de niños, mujeres y ancianos heridos que no han recibido la atención adecuada y por los refugiados que están pasando grave necesidad.

 

 

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