[Valentina Contiero – www.osservatoreromano.va -19/02/2024]
En su Voci dal chiostro (2013), Pasquale Maffeo escribió, tras entrevistar a una monja, que la clausura, aparentemente, es una separación del mundo; en realidad es una “re entrada” en él de un modo diferente y más verdadero, como el corazón que no se ve externamente pero que es esencial para que el organismo viva. Cada orden vive según su propio carisma y regla, adaptándose dinámicamente a los cambios sociales que se producen fuera de los muros del convento. Uno de los institutos religiosos más jóvenes es el de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, llamadas también simplemente “Servidoras”, pertenecientes a la familia religiosa del Verbo Encarnado, y que actualmente cuenta con veintiuna comunidades en Italia.
“Somos una congregación que nació en Argentina hace cuarenta años”, nos cuenta la hermana María Aurora, de 29 años, que actualmente se encuentra en la pequeña comunidad de Oristano, en Cerdeña (Monasterio Nuestra Señora de Bonaria), “el carisma de nuestro Instituto es la evangelización de la cultura y esto significa comprometernos a prolongar la encarnación del Verbo en cada realidad humana y en todas sus diferentes y legítimas manifestaciones, trabajando para transformar a todos los hombres con la fuerza del Evangelio”. Las actividades que llevan a cabo las Servidoras implican a las familias, apoyan a los jóvenes estudiantes en su crecimiento en seminarios y universidades, pero también se sirven de los medios de comunicación.
El Instituto nació bajo el pontificado de San Juan Pablo II y se nutre de su magisterio hasta el punto de que el fundador de la familia religiosa, Carlos Miguel Buela, quiso que fuera el ‘patrono’ de la congregación. Pero es siguiendo los pasos de la regla benedictina ora et labora como se desarrolla la jornada de las Servidoras: el tiempo lo marca el rezo de las horas canónicas y entre una y otra las monjas se dedican a algún trabajo doméstico o manual. Una parte del día se dedica a profundizar en las Escrituras, lectio divina, y a estudiar el legado de Santo Tomás de Aquino, maestro de la filosofía perenne de la Iglesia.
“Nuestro principal compromiso es la oración. Tenemos que ser ‘profesionales’ de la oración, para ‘robar’ las gracias de Dios con nuestra fe”, dice María Aurora, citando a San Luis Orione: “El contexto histórico del último siglo ha corrido el riesgo de hacer perder al hombre su dignidad, y para recuperarla es necesario restaurar su cultura sana y redimida. Por eso es urgente evangelizarla e impregnarla de los valores evangélicos sin descansar hasta que todas las cosas sean restauradas en Cristo (cf. Efesios 1,10). Todo esfuerzo es importante, toda aportación es fundamental, aunque seamos esa pequeña gota de agua en el océano, como nos exhortaba a ser la Madre Teresa de Calcuta. Desgraciadamente, Europa atraviesa una gran crisis que no sólo afecta a las vocaciones a la vida consagrada, sino sobre todo a la familia. El Papa Francisco -subrayó- invitó recientemente a las parejas a tener hijos para salvar el futuro de las naciones. Cuando la sociedad comenzó a permanecer indiferente ante cuestiones tan dolorosas como el divorcio y el aborto, cayó aún más en la decadencia porque se destruyó lo que consideramos más sagrado: las familias santas son la cuna de las vocaciones al matrimonio y a la vida religiosa y sacerdotal”.
Por desgracia, es innegable que en nuestro tiempo la verdad, la belleza y la bondad han perdido terreno frente a un relativismo exagerado, en el que muy a menudo los implicados desmoralizan a la Iglesia y parecen apuntar a la vida religiosa. “Existimos precisamente para contrarrestar esto, para ser testigos de lo sobrenatural cuando todo es tan materialista, para mostrar la primacía de Dios cuando todo el mundo parece haber olvidado que Dios existe. Por eso estamos aquí y nos hemos hecho libremente ‘prisioneras por amor’ (Teresa de Lisieux)”, concluye Sor María Aurora.
Comentarios 1
Seguimos orando por más vocaciones , perseverancia y gracias para todas ustedes y que el hombre no olvide la existencia de Dios . Bendiciones