Esto sucedió aquella noche
Y os lo quiero yo decir:
Dios vino por los pecadores,
Dios ha venido por mí.
Y sucedió aquella noche
Que no pude yo dormir
De ver lo que allí he visto
Y no se puede escribir.
Y digo bien “escribir”
Que es esa mi profesión,
No me da para vivir
Mas es vida y vocación.
Y así con gran emoción
Después de todos me fui
A presentar yo también
Y así comencé a decir:
– Audiencia pido, señores,
Entre los últimos yo
De más pobre profesión
que aquella de los pastores.
– Diga, pues, qué profesión,
Tiene usted que presentar
Que algo hemos de dar
A Quien tan pobre nació.
– No tengo leche ni miel
Ni lana de mis corderos;
No tengo ciencia como estos tres
Que desde Oriente vinieron.
Dinos pues con que has venido
Que no hay quien sea tan pobre
Que nada le dé a este Niño.
– Pues pobre… sí que lo soy
Yo… que tan rico fui
Lo que tenia lo di
Sin sufrir devolución.
Soy miserable, Señor,
Pues tontamente perdí
Lo que me diste para Ti
Y derroché sin razón.
– Decid pues, que habéis traído
Ante la cuna de Dios…
– Vine a traer unos versos
Y un contrito corazón.
– De versos no se alimenta
Ni se cubre este Señor
Mira pues en tus alforjas
Qué has de darle como don.
– Os dije ya que unos versos
… y el llanto de un pecador.
Quedáronme todos mirando
Para mi gran confusión.
Me dije: “-volveré mañana
Al salir de nuevo el sol”.
Bajé los ojos llorando
Y a todos pedí perdón
Por esas manos vacías
Y altanero corazón
Que osaba tener audiencia
Sin la recomendación.
Y habiendo dado la vuelta
Para emprender el regreso
Sentí una mano en el hombro
Que me dejó más que tieso.
-Falta mucho todavía
Para que salga el sol;
quédate aquí esta noche
a presentarnos tu don.
Su rostro sereno y grave
Con una dulce expresión
Me dio animo y le dije:
-Gracias, mas soy muy pobre, señor.
Lo seguí con la mirada
Siempre tan sereno y grave
Y acercándose a la Madre
Algo ví le susurraba.
Ella volvió a mí sus ojos
Y el pecho se estremeció
Me invitó a que me acercara
Diciéndome con dulce voz.
-Tráeme aquí lo que has traído
Que lo está esperando Dios…
Emocionado le dije:
-Señora, vos sabes bien quien soy…
– Por eso os digo que traigas
Lo que está esperando Dios…
– Dadselo Vos, mi Señora,
Dadle Vos mi corazón,
Que en esta noche mis versos
Lágrimas son de dolor.
Dádselos Vos, mi Señora,
Vos que sois tan pura y blanca;
Dadle esta pobre poesía
Que diga con humilde rima
Lo que me quema en el alma.
Y con su dulzura me dijo.
– Acercaos, hijo, decid.
¿Tenéis deseos?
– Claro, Señora, ¡que sí!
-Pues confiádselos al Niño
que ha comenzado a dormir.
– Señora, Vos lo sabéis,
Cómo he llegado hasta aquí:
Si con obras, son muy malas
Que lo bueno lo perdí.
Mas. Sí, me queda un deseo
Hondo muy hondo en mí.
-Decidlo pues, pequeñito…
Pues… el deseo que tengo es…
Ese Niño que hay allí.
El padre que no lo era
Pero en esta tierra sí,
me miró muy serio y grave
Mas con un gesto feliz
Y me dijo: -Ven muchacho,
Él se ha dormido por ti.
-¿Por mí, Señor?
– Por ti, sí, para que dormido le tengas
Siempre acostado en tu pecho
Y allí a corazón abierto
Le cuentes todas tus penas.
– Y yo que debía ofrecer
Se me ofrece Él a mi…
– Estas son cosas de Dios
Debes creerlas así.
Entonces me acerqué a la cuna
Mientras ellos me miraban:
Los padres y los pastores
Los ángeles y hasta la luna clara;
Los reyes me abrieron paso
Y arreglándome las mangas
Púsome allí al Dulce Niño
La Madre que le miraba.
– Es tuyo, cuéntale, pues
Ese deseo del alma…
Y como acostumbro en tal caso
Cuando la cosa es tan grave
Me puse mucho a llorar,
No por penas… ni por nada
Sino porque así con el llanto
Salen más esos quebrantos
Ocultos y hondos del alma
Que solo a Dios se le cuentan
Sin recurso de palabras
Y así le dije apenas:
– Ay Señor, yo que esta noche
Vine a ofrecerte mi don
Mira con que te encuentras
Mira con qué corazón…
Tu sabes bien lo que hay dentro
Sin que te lo diga yo
Pues eres Dios, miras bueno,
Lo malo que te ofendió
y pues eres Dios me perdonas
que así te obliga el Amor.
Oblígueme a mí otro tanto
Mira que es tanto el dolor
Dolor de no haberte amado
Y si te amo no sé
Mas es ese mi deseo…
Tu Señor también lo ves.
Y mira Señor que quiero
Y te lo vengo a decir
Quiero amarte con locura
Amarte con frenesí
Quiero Señor volverme loco
Jesús de quererte tanto
Y quiero así tenerte dentro
y que nunca te me pierdas
Pues si te pierdo Señor
¿Adónde iré yo sin estrella?
Tu amor es Señor esa Estrella
Eres mi Cielo y mi Sol.
Eres la Tierra, mi Todo
Y mucho más mi Señor,
Eres eso que me quema
Este pobre corazón.
Deja Niño que te diga
Ahora que estamos los dos
Que tú eres mi deseo
Pues deseo solo a Dios.
Ven y duérmete en mi alma
Con ese reposado Amor
Que apague todas mis ansias
De este loco corazón.
Tu eres, Niño, mi hambre y sed
Que tengo en la Comunión.
Cuando acabé de llorar
Se dieron cuenta también
Que acabé de declarar
Lo que tenía con Él.
Entonces vino la Madre
Con el bueno de José
Para en la cuna entre pajas
Allí volverlo a poner.
La Madre al que aún lloraba
Me dijo me consolara
Que al Niño feliz le ve.
-Mira que duerme contento
El que ya duerme por ti
Tenlo así siempre en tu pecho
Amándolo con frenesí.
– Escuchó pues la Señora,
Lo que dije al niño suyo:
– …Por ser madre de tu alma
Es mío todo lo tuyo…
Nada humano me es ajeno
Desde que Dios se encarnó
En mi purísimo seno.
– Pues a tí vendré, mi Señora
Mas seguido que tu piensas
Cuando mi sueño poeta
No logre armar ya sus rimas:
A todos les pondré MARÍA
Verás que lindas quedan
Y cuando no pueda escribir
Porque es tanto lo que tengo
Ponme este Niño en el pecho
Como lo hiciste hoy así
Entonces le podré decir
Mis versos entrecortados
Entre el amor y el quebranto
De amarle con frenesí
Que si una vez me perdí
Hoy me tiene bien hallado.
– No te apartes de su cuna
Recítale de tanto en tanto
Mira que Él también es poeta
Que es de todo enamorado
Decir con versos sentidos
Lo que se lleva encerrado.
Y en este Niño que veis
Que no habla más que en llanto
Ya se le escapan sus versos
Del amor con que ama tanto
A las almas que le quieren
Con frenesí enamorados.
– Pues sí me quedo, que sí
Que no tengo yo otro lado
Donde hallarme tan feliz
Sino es de Dios a su lado.
Esta es la noche que di
Al Señor mi bien amado
El don de mi amor entero
Y el me dio el suyo encerrado
En ese pecho de Niño
Que es el del Verbo encarnado.
Es el amor que me hizo
y el que me ha perdonado
es el amor que se entrega
siempre a mí, sacramentado.
Esto es lo que aquella noche vi
En un pesebre adorado
Por eso no puedo escribir
Porque es misterio sagrado
Por eso me quedo aquí
Con mi Niño recostado
Intercambiando unos versos
Que así nos queremos tanto.
Este es el don que le di
Y este el Don que me dio:
El uno en el otro estar
Tratando sólo de Amor.
Almas que venís aquí
Hasta este pobre Belén
Traed de vuestro pecho amor
Amor al Niño traed.
Comentarios 1
Muchas gracias por compartir esta hermosa poesía, me conmovió hasta que mis ojos se aguaron, y gracias hermana María de las Virtudes por escribir esta maravillosa obra de Navidad “El Don”.
La guardé para leerla muchas veces, especialmente en mis noches de insomnio.
Que el Señor los bendiga grandemente 🙏🏻🙏🏻🙏🏻