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Quería escribirles algo que no es propiamente materia de una crónica. El pasado 6 de enero falleció el Padre José Hernández, miembro de nuestra congregación del Verbo Encarnado. Me hubiera gustado hacer alguna mención a él en alguna de las crónicas que escribí en esos días, pero realmente no pude. Por un lado, porque me emocioné al recordar las últimas palabras con las que nos despedimos, y por otro, no quería hacer una simple mención al paso. Como ya han pasado algunas semanas, creo que puedo sentarme ante la computadora para este propósito, de escribir algunas reflexiones que me ha inspirado la santa muerte de este querido amigo.

Y digo amigo con propiedad, amigo de muchos. Tenía las cualidades de la persona con quien nos gusta entablar amistad. Por eso podemos decir que él tenía muchos amigos, y que los que lo han conocido lo recuerdan con mucho cariño.

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En mi caso también pude gozar de la amistad de “el Gaita” o “el gallego”, como le apodábamos en confianza. Él estaba un año más arriba en el seminario, así que podemos decir que compartimos seis felices años de seminaristas, con todo lo que eso implica: haber compartido clases y recreos, domingos de mates y conversaciones, caminatas al “fondo de la Finca”, al cementerio, viajes y convivencias en Bariloche, alegres días de descanso en los Monjes, Semanas santas y pascuetas, etc. Pero además de que en nuestra querida Finca de San Rafael, nuestro Seminario y casa madre, hemos pasado los momentos más importantes y felices de nuestra formación, como las misas de cada día, los retiros, Ejercicios Ignacianos anuales, y hasta el Ejercicios de mes.

Creo que de manera especial entablamos amistad en un verano en que nos tocó quedarnos a cuidar el seminario, y en algunas tardes se prestaba el momento para disfrutar de largas conversaciones, entre mate y mate, debajo de alguno de los olivos entre las casas del fondo. Era muy común los días domingos, entre varios seminaristas, compartir mates y charlas muy amenas, y terminar con el rosario hasta el cementerio, donde de manera especial visitábamos las tumbas de nuestros hermanos que partieron temprano, de manera especial Marcelo Javier Morsella y, en aquél tiempo, de los pocos que allí se encontraban sepultados (aclaro que no “peregrinábamos”, sino que cumplíamos con el deber de rezar por los difuntos, obra de misericordia espiritual). Con él era frecuente que nos encontráramos en medio de algunos otros compañeros en esos grupos de los domingos.

Los destinos misioneros nos llevan, luego de la ordenación sacerdotal, por caminos muy diferentes, y muchas veces a algunos de aquellos grandes amigos, no los hemos vuelto a encontrar, o tal vez después de muchos años. A veces, como se dice, la distancia y el tiempo pueden enfriar una amistad. Es verdad, pues a veces pasa tanto tiempo, pero por otra parte, puedo decir que con los verdaderos amigos, por más tiempo que pase, y por más lejos que nos encontremos, la amistad no ha perdido el valor en lo más mínimo, sino todo lo contrario. El testimonio misionero y sacerdotal que nos seguimos dando, nos edifica mutuamente, y nos une más todavía, aunque pasen años sin tener noticias del aquél amigo del seminario.

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Y así me pasó con “el gaita”, el P. José, pues de verdad que pasaron muchos años sin que ni siquiera nos enviemos mensajes, y que casi no nos encontráramos personalmente en los veinte siete años posteriores a su ordenación. Sin embargo, cuando tuve noticias de que sufría de cáncer de huesos, y que su enfermedad estaba muy avanzada, pude intercambiar algún saludo con él. Y he aquí que percibí que nuestra amistad seguía intacta. Apenas le envié un audio de un minuto, saludando y despidiéndome, diciendo que rezaba para que Dios le diera fuerzas para sobrellevar los atroces dolores de uno de los cánceres más dolorosos, y sobre todo para pedirle que rezara por nuestra misión de Tanzania, y por nuestra querida Congregación en estos momentos tan difíciles. Tuvo la delicadeza de responderme, y de que de esa manera nos hayamos despedido, haber estrechado esa mano noble y sincera a la distancia. Me alegro interiormente de que hayamos intercambiado palabras tan profundas, como si habláramos de cualquier otra cosa, es decir, que lo sobrenatural haya sido tan “natural”… hablar de que ya no nos vemos más aquí en la tierra, pero que esperamos vernos de nuevo en el cielo, y así decirlo, con gran paz.

Conservo su último mensaje, que lo grabó con gran dificultad, y lo guardo como un tesoro. En este último audio me honró con el título de “gran amigo”. Aquí sus últimas palabras: “Sos un gran amigo también para mí… Como vos decís siempre, “Firmes en la brecha”, que para mí ahora es tratar de no bajarme de la cruz. Te pido que reces para que me no me baje de la cruz, fiel a la Congre hasta el final. Cuenta con mis oraciones por la misión en Tanzania… Firmes en la brecha, esperemos vernos en el cielo. Un gran abrazo, amigo.”

Algunos días después de su fallecimiento, enviaron estas frases escritas por el P. José, que nos manifiestan el temple de su espíritu en los últimos momentos de su vida, en medio de tanto sufrimiento: “Todos somos parte de la cruz porque de ella hemos nacido, Él es el Divino Impaciente porque nos espera ansioso para reinar con Él en el cielo junto a su santa cruz. La cruz es mi barca, tú barca, nuestra barca para llegar al cielo, no la dejes no la abandones es la barca segura para llegar a puerto seguro. Bendiciones”. Y esta otra: “La Cruz para un cristiano es un beso en el alma, doloroso; es una pequeña espina punzante en el corazón, es un clavo en los pies y cabeza.

No hay Cristo sin cruz, ni cristiano sin ella. La cruz es la esposa fiel de nuestras vidas y las alas al cielo. ¡Dejadme en ella hasta el último suspiro de mi vida!”

Querido “Gaita”, ¡qué decirte! Santa envidia te tengo. Felicitaciones por haber sido fiel hasta el final, a tu sacerdocio y a tus votos religiosos, fiel a la Congregación hasta el último suspiro. “La Gracia de las gracias”, como nos enseñó el P. Buela. No te bajaste de la cruz, para nada. Ahora, tengo otro amigo en el cielo, uno más.

¡Por más amigos en el cielo, frutos de nuestra querida Congre!
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE.

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Comentarios 1

  1. María Graciela dice:

    ☀️Que hermoso testimonio.. Rezo por el Padre José. Quiera él -seguramente !- interceder por nosotros. ❣️

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