Queridos todos:
¡Muy felices Pascuas! Retomo hoy, luego de unos días llenos de actividades, con las crónicas desde la misión. Los había dejado en la última justo en medio de la Semana Santa, antes de ingresar en el Triduo Pascual. Me imagino que a todos nos debe pasar lo mismo en nuestras misiones, de que a pesar de que no han pasado tantos días, sin embargo hemos vivido muchas cosas en estos días.
Por gracia de Dios, hemos tenido muy hermosos días de Triduo Pascual. Paso a contarles, pero como lo suelo hacer, con la particularidad de las apreciaciones del misionero, las cosas que puedo destacar de estos días tan importantes. Como no podía ser de otra manera, han sido días hermosos, pues las ceremonias nos ayudan tanto a la meditación, y sobre todo a entrar en contacto con el gran misterio que se celebra, el misterio Pascual, es decir, pasión, muerte y resurrección del Señor. Cuando se celebra con la mayor dignidad y cuidado posible, siempre se dan muchos frutos espirituales, y un crecimiento en muchos de nuestros feligreses y de la comunidad misma. Lo digo especialmente porque esta parroquia tiene cinco años de vida, y por lo tanto no hay mucho conocimiento de las tradiciones cristianas. Imaginémonos que si bien antes esta zona estaba incluida en la inmensa parroquia de Ushetu, se trataba de una simple aldea, que tal vez, en alguna ocasión, pueden haber tenido la suerte de que se hiciera alguna de las ceremonias del Triduo aquí. Es decir, que para la gran mayoría de los feligreses, muchas de las cosas que ven en estos días, son totalmente nuevas. Muchos de nuestros cristianos son recién convertidos, o bien vienen de familias paganas, sin tradición cristiana.
Una de las cosas que año tras año debo insistir mucho, es en la necesidad de que participen durante los días de Triduo. Los primeros años no venía casi nadie a la misa de la Cena del Señor, ni a la adoración nocturna. Siendo que se trata de una ceremonia tan bella, llena de signos y llena de significado, en la que de manera tan bella revivimos la última cena del Señor. Lo mismo sucedía el Viernes Santo, con la ceremonia de la celebración de la Pasión. La gente de aquí no tiene la tradición de que se debe ir a la iglesia en esos días, y lamentablemente, pierden el tiempo, pues en verdad que no es que tengan cosas tan importantes que hacer. Hasta el gobierno suspende las clases en todos los niveles escolares, y las actividades de oficinas del gobierno y bancos. Es decir, que se dispone todo para que precisamente “tengan tiempo” para ir a la iglesia. Lo mismo que los niños, que tienen toda esa semana libre, pueden participar de mejor manera de estos días de las ceremonias. Sin embrago, como no existe una tradición cristiana arraigada, ni las costumbres, por estar en tierra de misión “ad gentes”, se puede ver que muchos católicos no viven la semana de manera religiosa. Pero ése es el trabajo del misionero, insistir, enseñar, y volver a invitar cada año, a que lo vivan de manera diferente, y que ellos mismos verán la diferencia de vivir una semana santa bien cristiana. Por gracia de Dios, cada año se ve un aumento en la cantidad de fieles que participan, y sobre todo una mejor participación, más viva y consiente. Puedo decir que este año, en lo que se refiere a Jueves Santo, y Viernes santo, Vigilia Pascual, no se notó un gran aumento en cuanto a la cantidad, un poco sí, pero pude ver sobre todo que la gente que participa, lo hace de mejor manera.
Otra cosa que les puedo contar es que aquí en Kangeme estamos rodeados de iglesias protestantes, de todos los colores: anglicanos, pentecostales, luteranos, iglesia de África, Iglesia privada (así se llama…), evangélicos, y otras tantas que ni siquiera puedo saber el nombre o la subdivisión que tienen de otras… una desgracia. Lo único que hacen es confundir, y sobre todo se la pasan en esos días con música con muy alto volumen, y música que casi nada se diferencia de la música profana. Sin abundar en muchos más detalles, tan sólo les cuento esto porque es uno de los sacrificios de esos días, que en vez de tener un jueves, viernes, y sábado santos, llenos de silencio adecuado para la oración, sobre todo el viernes y el sábado junto al sepulcro… nos toca vivir cada año tres días casi completos de música, y de predicadores que vociferan en el micrófono hasta quedarse afónicos, y vuelta a poner música.
Lo bueno que puedo destacar es que de esta manera brillan más, por contraste, los grandes misterios que celebramos en la liturgia católica. Las ceremonias tan bellas, los ritos, el lavado de los pies, el traslado del Santísimo al monumento, las luces y las velas, los colores, el silencio de la celebración de la Pasión, la adoración de la Cruz, la Virgen de los Dolores, el silencio junto al sepulcro, los Vía Crucis, las predicaciones preparadas, y que penetran en el alma como el rocío en el campo, suavemente; y los grandes misterios que se pueden celebrar en la Vigilia Pascual, “la madre de todas las vigilias”, el lucernario, el fuego, las lecturas y todos los salmos cantados, la explosión de alegría con el Gloria, la liturgia bautismal, en fin… la Liturgia Católica, brilla esplendorosamente. Y de eso nuestros fieles se van dando cuenta, y los atrae, y perciben el gran tesoro que tenemos, y la gran gracia de ser católico. Además de todo esto, agrego que cada vez más valoran que la Iglesia católica tiene Eucaristía, tiene Sacrificio, y tiene Sacerdocio; y con el sacerdocio, tiene todos los demás sacramentos, de manera particular la confesión. En ése claroscuro, entre tantas denominaciones cristianas y sectas, se destaca mucho más la luz de la iglesia católica, con sus sacramentos y su liturgia. Y eso que se trata de nuestra liturgia, de un lugar de misión, con muchos límites y cosas por mejorar, pero aún así es una maravillosa muestra del gran misterio que encierra.
El sábado santo, la vigilia pascual comenzó cerca de las 20:45 hs, y terminamos pocos minutos antes de las doce de la noche. Se notaba mucha alegría en todos. Sin embargo los saludos luego de la misa fueron breves, pues había comenzado a soplar un viento bien fresco, preludio de una tormenta que se acercaba, y que se podía percibir también por una gran oscuridad en el cielo. Algunos comenzaron a irse rápido, y a los quince minutos comenzó la tormenta, y gracias a Dios, ya la mayoría de los feligreses estaba de regreso en sus casas. Nos acordamos que en la misa de Nochebuena del año pasado, nos sucedió lo mismo, aunque la lluvia llegó antes, y un grupo de gente quedó en la iglesia más de una hora esperando a que se calme la lluvia. Esta vez nos dio tiempo a todos de llegar a casa.
Los festejos de la Pascua han sido muy lindos y alegres, sobre todo el domingo de Pascua en el oratorio, con juegos, premios y kermese. Por supuesto que esta alegría se vio mitigada un poco ante la noticia del fallecimiento del Papa Francisco. Sin embargo, podemos decir todos que hemos vivido un duelo sereno ante su muerte, en medio de la alegría de la resurrección. En estos días hemos estado rezando por su eterno descanso, y por el próximo cónclave. Es admirable que mucha gente, luego de varios días, todavía no estaban enterados de nada. Lo mismo que les decía respeto a las tradiciones y costumbres de la Semana Santa tan arraigadas en nuestras tierras, y que aquí son tan incipientes, lo mismo puedo decir con lo que respecta al fallecimiento del Sumo Pontífice, pues organizamos una tarde de adoración y rosario para pedir por el eterno descanso del Papa, y una misa al día siguiente, y vino muy poca gente. Es algo que nos cuesta entenderlo, pero lo que sucede es eso, que la fe está en muchos aspectos en un estado inicial, y debemos trabajar para que eche raíces, y no sea como la semilla que cae entre las piedras, que crece rápidamente con mucho fervor, pero que por falta de raíces se seca ante el calor de las dificultades y pruebas.
Durante la Semana Santa también se pudieron predicar dos Ejercicios Espirituales para religiosos, el P. Francisco predicó para los hermanos en nuestra casa de formación, y el P. Pablo les predicó a las novicias de las hermanas y algunas aspirantes. A la vez ellos se hicieron cargo de las celebraciones de esos días en la parroquia de Ushetu, mientras yo he podido hacer todas las ceremonias en la parroquia de Kangeme.
Me voy despidiendo, pero como de pasada les cuento que hoy fui a una aldea, bastante pequeña, y que no tienen ni iglesia. Sin embargo había bastante gente, y luego de la misa, mientras comíamos juntos con algunas personas de allí, me decían de lo contentos que están que en este año he ido ya dos veces a celebrarles la misa, y que si Dios quiere, de esta manera van a tener al menos cuatro misas en el año en su aldea, o más… Me lo decían con gran alegría. ¡Qué increíble! Consideran una gran gracia que puedan llegar a tener hasta cuatro misas al año. Dios nos conceda poder ir muchas veces más que cuatro. Recen por los misioneros, y por las vocaciones, para que podamos seguir atendiendo las misiones más necesitadas.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE
Comentarios 1
Padre Diego cuanto fuego, cuanto amor a Cristo y su Iglesia. Felices Pascuars, a ud y toda su comunidad.