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Una cosa que llama la atención a lo largo de los Evangelios es el contraste entre la misericordia que tenía Cristo con los pecadores y la dureza que tenía con los fariseos.

El mismo que decía: «El Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido», refiriéndose a los pecadores, luego a los fariseos les dice: «Adonde yo voy, ustedes no pueden ir»; «Ustedes son de este mundo»; y les repite: «Ustedes morirán en su pecado».

¿Dónde quedó la misericordia de Cristo? ¿Por qué, mientras Cristo se muestra tan misericordioso con los publicanos y pecadores, los trata tan severamente a los fariseos?

Esta actitud de Cristo se comprende únicamente si se entiende la maldad que encierra el fariseísmo.

El P. Leonardo Castellani dice que «el fariseísmo es el mal más grande que existe sobre la tierra», porque «el fariseísmo es un vicio espiritual», es quedarse únicamente con las obras exteriores sin preocuparse por lo interior. «El fariseísmo es el gusano de la religión», «es la soberbia religiosa: es la corrupción más sutil».

Este es el motivo por el que Cristo, a lo largo de toda su vida, se muestra con tanta dureza contra los fariseos. Los fariseos eran la “élite”, eran los hombres consagrados a Dios, eran los religiosos del pueblo de Israel.

Todo bautizado corre el riesgo de caer en el fariseísmo, pero este peligro es aún más inminente en aquellos que nos consagramos totalmente a Dios. Por eso quería recordar aquí los siete grados de fariseísmo que distingue el P. Castellani, ya que, de un modo u otro, el fariseísmo puede entrar en nuestra vida.

1º Grado: «Para no entregar el corazón a Dios, el fariseo reduce la religión a pura exterioridad».

Cae en este primer grado quien pierde la rectitud de intención en el obrar, es decir, quien ya no hace las cosas para la mayor gloria de Dios, sino más bien para ser visto, para que se hable de él.

El que cae en este primer grado estará constantemente pendiente de qué dicen o dejan de decir de él, porque antes que la gloria de Dios le preocupa su propia honra, y por eso tendrá siempre una preocupación excesiva por la imagen que quiere dar.

Exteriormente parece que está todo perfecto, pero interiormente la intención estará torcida, y los motivos que lo muevan serán siempre mundanos y superficiales.

2º Grado: «La religión se vuelve rutina y oficio».

En este segundo grado de fariseísmo, el motor que nos mueve ya no es el amor a Dios, sino la simple rutina.

Por eso, quien cae en este segundo grado empieza a ver las prácticas de piedad como una carga que le gustaría poder evadir. Se empieza a recortar tiempo a la oración, o la oración se limita simplemente a sentarse delante del Sagrario y dejar que pase el tiempo, todo esto como consecuencia de la falta de amor.

3º Grado: «La religión se vuelve negocio».

En este tercer grado, el criterio por el cual se hacen o dejan de hacer las cosas ya no es la voluntad de Dios. En este grado la religión se vuelve un negocio y el criterio es la rentabilidad, es decir, si da ganancia o no. Hago o dejo de hacer este apostolado según sea rentable o no.

4º Grado: «La religión se vuelve poder o influencia, medio de dominar al prójimo».

El consagrado, por el hecho de serlo, suele tener un cierto prestigio delante de los laicos, del mismo modo que el superior lo tiene delante de los súbditos, etc.

En este cuarto grado de fariseísmo, el P. Castellani nos habla del manipulador: aquel consagrado o superior que intenta dominar a los demás, que pretende que se piense 100 % como él quiere, sin dejar lugar a diversas opiniones dentro de lo que verdaderamente es opinable.

Muchas veces el que llega a este grado de fariseísmo intentará dominar al prójimo mediante el miedo.

5º Grado: «Aborrecer al hombre religioso».

En este quinto grado el fariseo empieza a detestar al justo. Puede ocurrir que en un primer momento lo aprecie, pero en cuanto el justo comience a hacerle sombra o, simplemente, el ejemplo silencioso del justo empiece a dejar en evidencia las falencias del fariseo, este comenzará a aborrecerlo.

¿Por qué? Porque la presencia del justo deja al descubierto al fariseo.

6º Grado: «Perseguirlo».

El sexto grado es la consecuencia lógica del quinto. Dado que lo aborrece, comienza a perseguirlo. Comienza a calumniarlo: lo importante es desacreditarlo.

Por eso, el que está en este sexto grado suele tener una lengua venenosa y no tiene ningún reparo ni escrúpulo en murmurar, porque aquí lo único que le interesa es salvar su pellejo; y por eso intentará por todos los medios desacreditar al justo, no sea que el justo le haga perder su influencia sobre aquellos que manipula.

Sin embargo, cuando el fariseo entra en este grado, sus reacciones son tan desproporcionadas y contrastan tanto con la realidad que muchas veces su persecución termina produciendo el efecto contrario.

7º Grado: «El sacrilegio: darle muerte con la persuasión de hacer algo agradable a Dios».

Finalmente, en el séptimo grado, cuando la persecución no dio el fruto esperado, no queda más que la muerte, que fue lo que hicieron los fariseos con Cristo.

P. Francisco Javier de Igarzábal, IVE

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Comentarios 4

  1. Ricardo Zul castillo dice:

    Padre Santo te pido que me ayudes a dicernir sobre todo en los momentos que compártimos tu palabra y que hacemos comentarios personalesque que no caigamos en algunos de grados de fariseismo Espiritual Santo fuente de luz iluminanos

  2. Rosalba Hiciano dice:

    Señor se tu nuestro guía y que podamos verte siempre a ti en nuestros hermanos y que no busquemos aplausos sino más bien servirte a tí con amor y ser honestos y perseverante en nuestra fe.

    Gracias por que cada dia conocemos y aprendemos mas del amor de Dios..

  3. María Victoria Cano Roblero dice:

    Ohhh Espíritu Santo sea mi guía y conductor para hacer la voluntad de mi Pasre.

  4. Nelly Guadalupe Rochel Moguel dice:

    Muchas gracias Padre. Necesitaba esa reflexión para hacer mi examen de conciencia.

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