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[Susanna Spencer – www.ncregister.com – 10/12/2023]

Santa Edith Stein (1891-1942), también conocida por su nombre religioso como Santa Teresa Benedicta de la Cruz, es conocida por muchas cosas, como su conversión al catolicismo desde el ateísmo tras haber sido criada en una familia judía, sus obras eruditas y su martirio a manos de los nazis en Auschwitz.

Pero no se habla mucho de su vocación como enseñante. Comenzó su carrera docente en 1916 y enseñó hasta 1933, cuando el gobierno nazi de Alemania prohibió la educación a los descendientes de judíos, momento en el que ingresó en las Carmelitas. Muchas de sus ideas sobre la educación se encuentran en la colección Ensayos sobre la mujer, en la que explora la naturaleza de la vocación femenina y cómo formar a los alumnos para el cielo a través de una educación católica.

En el sexto ensayo de este volumen, Santa Edith Stein da algunas directrices para educar y criar a los hijos en la fe católica. Explica que, una vez que uno se convierte en hijo de Dios por el bautismo, “la gracia en el niño es como una pequeña llama escondida que debe ser cuidada y alimentada con esmero” y “proteger la vida de la gracia significa defenderla contra cualquier influencia que pudiera extinguirla, como la pérdida de la fe o el pecado”. Todo lo que experimentamos desde la más tierna edad deja huella en nuestra alma. Además, las oraciones, especialmente las de la madre del niño, deben confiarlo a la “protección de la Madre de Dios”.

Una vez que el niño alcanza la edad de la razón, está preparado para abrazar conscientemente la fe. Santa Edith Stein explica que el objetivo del instructor religioso, como padre o maestro, debe ser “establecer una relación directa y firme con el mundo de la fe, que perdure después de que cese su instrucción y que resista los efectos peligrosos que se contraponen desde otra dirección”. Y nos da varias ideas sobre cómo establecer esta relación.

1. A los niños hay que leerles historias bíblicas

Las historias de la Biblia “causan una profunda impresión en la imaginación juvenil durante los primeros años escolares”, escribe, explicando que cada historia invita a los niños a sumergirse directamente en las profundidades de la verdad teológica, como los Evangelios de Navidad, que introducen “el misterio de la Encarnación y la altísima vocación de la Madre de Dios”, y la historia de la Última Cena, que introduce “el significado de la Eucaristía, y el relato de la Pasión y la Pascua por el significado de la redención, del sufrimiento, o la muerte y la resurrección”.

Se pueden extraer otras verdades de distintas historias de la Biblia, como las de los israelitas a lo largo del Antiguo Testamento, que nos muestran nuestra propia naturaleza pecadora y la necesidad de arrepentimiento, o como la llamada individual de cada uno de nosotros a conocer, amar y servir a Dios en la historia del joven Samuel llamado por Dios durante la noche.

2. Los niños deben experimentar bellas costumbres religiosas

Santa Edith Stein añade la importancia de rodear la educación del niño con la profundidad y la riqueza de las costumbres de las “festividades del año eclesiástico como el Adviento y la Navidad y el altar de mayo y los cantos de mayo” (mayo es el mes de María).
También subraya la importancia de la asistencia comunitaria a la iglesia “con oraciones y cantos litúrgicos bien planificados”. Sin embargo, estas cosas no deben quedarse en el nivel de la mera “imaginación, sentimiento y fuerza de la costumbre”. Deben penetrar en toda la vida del niño, porque “sólo cuando la oración litúrgica sea la expresión de la vida litúrgica contribuirá realmente de manera fructífera y formativa en el proceso de la educación religiosa.”

3. Los niños deben ser preparados y recibir los sacramentos lo antes posible

Plenamente consciente de las realidades de nuestra naturaleza caída, remarca que debemos apoyarnos en las “realidades aún más fuertes de lo sobrenatural”. En su opinión, cuanto antes empiecen los niños a recibir los sacramentos con regularidad, y especialmente la Eucaristía a diario, más sólidos serán los cimientos de su fe. Sin embargo, es igualmente importante que los niños estén preparados para “una recepción significativa de los sacramentos”. Y para ello, también deben recibir instrucción sobre la verdad de la realidad sobrenatural inherente a la Presencia Real.

4. Los niños deben recibir una “base de instrucción dogmática clara y completa” en la que se les guíe para comprenderla “no sólo con el intelecto, sino también con el corazón”

Esta cuarta directriz se basa en las demás, que ayudan a que el niño sea receptivo a la comprensión de la fe católica.

Su imaginación se ha entretenido con historias bíblicas, viven y respiran el año litúrgico y tienen una comprensión básica de los sacramentos y una participación regular en ellos. Están preparados para comprender con su intelecto lo que sienten en sus corazones y listos para crecer en su amor a través de un aumento de la comprensión.

Santa Edith quiere que el niño sea llevado a “penetrar en el misterio de la fe” con toda su persona con un “reconocimiento intelectual” y “una aceptación voluntaria por la voluntad”. Llegar a conocer los “misterios del cristianismo debe conducir siempre a una transformación en los caminos de la vida.”

5. Las mentes y los corazones jóvenes sólo se formarán con éxito en la fe “cuando las personas que introducen a los niños en los misterios estén ellas mismas impregnadas y sus vidas formadas por estos misterios”

Este último punto es, en cierto sentido, el más importante. No podemos guiar a los niños a una fe para toda la vida si no vivimos lo que les estamos enseñando.

Todas estas prácticas que enseñamos a los niños deben formar ya parte de nuestras vidas. Las historias bíblicas que compartimos deben proceder de nuestras propias experiencias al leerlas.
Debemos observar las costumbres del año litúrgico junto a los niños, dejándonos arrastrar más profundamente en los misterios cada año, y recurrir a los sacramentos para que tengamos la gracia de perseverar en nuestra fe. Y al enseñar a nuestros hijos, creceremos en el conocimiento y el estudio de los misterios del cristianismo.

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Comentarios 1

  1. María Victoria Cano Roblero dice:

    Es importante por eso que la formación empiece por los padres como familia doméstica. Siendo los verdaderos responsable de sacar adelante en la espiritualidad a nuestros hijos. Importante reflexión. Muchas gracias.

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