Seamos como Jacob, buenos, humildes y confiados hijos y así nuestra Madre del cielo nos hará fieles reflejos de sus virtudes.
En este vigésimo tercer día comienza el Santo a explicarnos una figura bíblica que ilumina en gran manera cómo debe ser nuestro tierno amor a la Santísima Virgen y cuántas gracias esto trae consigo.
“Siguiéndola [a María], no te extravías; implorándola, no pierdes la esperanza; pensando en ella, no yerras; si ella te sostiene, no caes; si te protege, no tienes que temer; si te guía, no te cansarás; si te es propicia, llegas seguro al puerto”.
Nos invita en este día San Luis María, a valorar la libertad interior a la que nos lleva esta devoción
En este día vigésimo día San Luis María nos invita a mirar siempre a nuestra Madre del cielo.
En este día décimo noveno San Luis María nos explicará que “esta devoción es un camino fácil, corto, perfecto y seguro, para llegar a la unión con Nuestro Señor en la cual consiste la perfección del cristiano”.
“La Sma. Virgen es Madre de dulzura y misericordia y jamás se deja vencer en amor y generosidad. Viendo que te has entregado totalmente a Ella para honrarla y servirla y te has despojado de cuanto más amas para adornarla se entrega también plena y totalmente a ti.
Jesucristo ha dado más gloria a Dios su Padre por la sumisión que ha tenido a su Madre durante treinta años, que la que le hubiera podido dar convirtiendo a toda la tierra por obra de las más grandes maravillas.
En este día décimo sexto día san Luis María pormenoriza más aún la importante verdad de que esta Consagración nos entrega totalmente a Dios.
Decía san Juan Pablo II: “Preguntar a un catecúmeno, « ¿quieres recibir el Bautismo? », significa al mismo tiempo preguntarle, « ¿quieres ser santo? » Significa ponerle en el camino del Sermón de la Montaña: « Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial » (Mt 5,48)