“Cuando María y José llaman a nuestra puerta” – Hna. María del Huerto

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Las Posadas de San Juan de la Cruz

Hace unos años, como preparación para la Navidad, recibimos un escrito de una de nuestras hermanas contemplativas1 en el que proponía una representación piadosa inspirada en una práctica realizada por San Juan de la Cruz.

En dicho escrito, la hermana explicaba que “San Juan de la Cruz, ejerciendo su priorato en el convento de los Mártires de Granada —precisamente en el tiempo en que redactaba su obra Noche oscura— organizaba una procesión singular: hacía colocar a la Madre de Dios en unas andas y, llevada en hombros, acompañada por San José y los religiosos, recorría el claustro deteniéndose ante cada puerta para pedir posada. Al llegar a la primera puerta, cantaban la letrilla compuesta por el Santo:

Del Verbo divino

La Virgen preñada,

Viene de camino,

¡si le dais posada!

La glosa se repetía en las demás puertas, donde los religiosos, puestos allí por el Santo, respondían con negativas. Entonces, San Juan replicaba con palabras tan tiernas y llenas de ardor, explicando quiénes eran los huéspedes, la cercanía del parto, el tiempo y la hora, que conmovía los corazones de quienes escuchaban, dejando grabado en sus almas el misterio y un profundo amor a Dios.

En otras ocasiones, por ejemplo, siendo maestro de novicios en Mancera de Abajo (Salamanca), pedía a los jóvenes que improvisaran alguna representación. Aunque sencilla, él sabía sacar de aquellas “simplicidades” conceptos celestiales.

Estos ejemplos bastan para mostrar la dulzura que inundaba el alma del Doctor de las nadas. Él comprendía que esas “nadas”, aparentemente desoladoras, eran el único sendero hacia el Todo. Por eso, en ese camino estrecho entre los “ni eso” y los “ni esotro”, San Juan corre enamorado clamando: nada, nada, nada, nada… hasta alcanzar la unión transformante que es el Todo del alma enamorada.

En la “Nada de Belén” y en la Noche de Navidad, el Místico Doctor halló el núcleo y el modelo de la purificación progresiva del alma, necesaria para escalar la cima de la perfección. Esa purificación no es otra cosa que imitar lo más perfectamente posible al Verbo hecho carne, envuelto en pañales y recostado en un pesebre. Solo contemplando al Niño en brazos de María aprendemos a despojarnos de lo superfluo, e incluso de lo que consideramos necesario, porque lo único verdaderamente necesario es lo que nos enseña a morir: Cristo, el Verbo Encarnado, que nace sobre el leño de la cuna anticipando el Leño de la Cruz. Cruz que, con honor, llevamos sobre nuestro pecho anunciando la muerte del Señor hasta que Él vuelva, como proclamamos en cada Santa Misa.

San Juan quiere hacernos conscientes de esa purificación progresiva del alma, en la que debemos perseverar sin cansancio ni desfallecimiento, cueste lo que cueste. De lo contrario, la Virgen preñada que lleva en su seno al Verbo de Dios no hallará morada digna en nosotras. Y aquella expresión del prólogo del Evangelio de San Juan —“los suyos no lo recibieron”— podría convertirse en reproche para nosotras, sus esposas, si no respondemos con una entrega más generosa, más santa y más desprendida de todo lo que no sea lo único necesario: unirnos al Divino Esposo”.

A esta propuesta quisimos ponerle música y adaptar el texto para que pudiera ser interpretado en nuestras comunidades monásticas. Así, con el tiempo, se ha convertido en una tradición entre nosotras.

Las posadas, tal como las realizaba el Santo Doctor Místico, son una catequesis viva y de gran riqueza espiritual. Nos invitan a reflexionar:

  • Quién llama a nuestra puerta: María y José, portadores del Verbo Encarnado.
  • La cercanía del parto: el tiempo apremia, la gracia está a punto de irrumpir.
  • La humildad del pesebre: Dios se manifiesta en lo pequeño y sencillo.
  • El rechazo simbólico: cada negativa nos mueve a examinar nuestra vida y decidir abrirnos más al amor de Dios.

En la “Nada de Belén” y en la Noche de Navidad, San Juan de la Cruz nos enseña que la purificación del alma consiste en despojarnos de lo superfluo para unirnos al Verbo Encarnado. Contemplando al Niño en brazos de María aprendemos que lo único necesario es amar y seguir a Cristo en su anonadamiento.

Esta enseñanza, siempre actual, nos ayuda a preparar el alma para vivir plenamente el gran misterio del nacimiento de Dios hecho Niño, que vino a salvarnos. Por eso hemos querido compartir este escrito y la música que lo acompaña.

Aunque esta práctica nació en los claustros carmelitas, hoy puede inspirar a cualquier alma cristiana. Las posadas son más que una representación: son un llamado vivo. Cada Adviento, Jesús vuelve a pedirnos posada. Nos corresponde decidir si le abrimos la puerta o si seguimos ocupados en otras cosas.

Abrirle la puerta significa vaciarnos de lo que estorba y dejar que Él sea lo único necesario. Como decía San Juan de la Cruz: “A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición.”

Las posadas nos recuerdan que Cristo busca un lugar en nuestra alma, y que solo la humildad y el despojo nos preparan para recibirlo.

Que este Adviento nos encuentre vigilantes, generosos y dispuestos a ser “otra humanidad del Verbo”, reflejando su luz en la Iglesia y en el mundo.

1. Las Posadas, recreación piadosa (Hna Maria de las Virtudes)

 

LAS POSADAS 

Según San Juan de la Cruz 

 

Del Verbo divino 

La Virgen preñada, 

Viene de camino, 

¡Si le dais posada! 

 

¡Oh, Dios mío, Señor mío!,

¿quién te buscará con amor puro y sencillo

que te deje de hallar muy a su gusto y voluntad,

pues que tú te muestras primero y sales al encuentro a los que te desean?

 

Hermana, mira

Que tu ángel custodio no siempre mueve el apetito a obrar, aunque siempre alumbra la razón;  por tanto, para obrar virtud, no esperes al gusto,

que bástate la razón y entendimiento.

 

Hermana, eso

que pretendes y lo que más deseas no lo hallarás por esa vía tuya

ni por la alta contemplación, sino en la mucha humildad y rendimiento de corazón.  Mira que la flor más delicada más presto se marchita y pierde su olor.

 

Por tanto, guárdate

de querer caminar por espíritu de sabor, porque no serás constante;

mas escoge para ti un espíritu robusto, no asido a nada,

y hallarás dulzura y paz en abundancia; porque la sabrosa y durable fruta en tierra fría y seca se coge.

 

Hermana, Si purificares,

tu alma de extrañas posesiones y apetitos,

entenderás en espíritu las cosas;

y si negares el apetito en ellas, gozarás de la verdad de ellas entendiendo en ellas lo cierto.

 

Hermana, Mira

Qué pues Dios es inaccesible, no repares en cuanto tus potencias pueden comprehender y tu sentido  sentir,

porque no te satisfagas con menos y pierda tu alma la ligereza conveniente para ir a él. Como el que tira el carro la cuesta arriba, así camina para Dios el alma que no sacude el cuidado y apaga  el apetito.

 

El camino, de la vida,

de muy poco bullicio y negociación es,

y más requiere mortificación de la voluntad que mucho saber.

Por eso, hermana, toma de las cosas y gustos lo menos y andarás más por él.

 

Hermana, No pienses,

que el agradar a Dios está tanto en obrar mucho como en obrarlo con buena voluntad, sin propiedad y  respetos.

A la tarde te examinarán en el amor;

aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición.

 

Hermana, aunque

obres muchas cosas, si no aprendes a negar tu voluntad y sujetarte,

perdiendo cuidado de ti y de tus cosas, no aprovecharás en la perfección.

¿Qué aprovecha dar tú a Dios una cosa si él te pide otra?

 

Hermana, considera

lo que Dios querrá y hazlo,

que por ahí satisfarás mejor tu corazón

que con aquello a que tú te inclinas.

 

Hermana, ame,

mucho los trabajos y téngalos en poco por caer en gracia al Esposo, que por ella no dudó morir. Tenga fortaleza en el corazón contra todas las cosas que le movieren a lo que no es Dios,  y sea amiga de la pasión de Cristo.

 

Hermana, Déjat

enseñar, déjate mandar, déjate sujetar y despreciar y serás perfecta.

El amor no consiste en sentir grandes cosas,

sino en tener grande desnudez y padecer por el Amado.

 

Interpretación: María del Huerto Formini, SSVM Mariam al-Habiba Ghattas, SSVM

Escuchar 🔊 Las posadas

Partitura-Las Posadas-Mon.Velletri.SSVM

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