Poesía de Navidad “El Don” – Hna. María de las Virtudes

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Esto sucedió aquella noche

Y os lo quiero yo decir:

Dios vino por los pecadores,

Dios ha venido por mí.

Y sucedió aquella noche

Que no pude yo dormir

De ver lo que allí he visto

Y no se puede escribir.

Y digo bien “escribir”

Que es esa mi profesión,

No me da para vivir

Mas es vida y vocación.

Y así con gran emoción

Después de todos me fui

A presentar yo también

Y así comencé a decir:

– Audiencia pido, señores,

Entre los últimos yo

De más pobre profesión

que aquella de los pastores.

– Diga, pues, qué profesión,

Tiene usted que presentar

Que algo hemos de dar

A Quien tan pobre nació.

– No tengo leche ni miel

Ni lana de mis corderos;

No tengo ciencia como estos tres

Que desde Oriente vinieron.

Dinos pues con que has venido

Que no hay quien sea tan pobre

Que nada le dé a este Niño.

– Pues pobre… sí que lo soy

Yo… que tan rico fui

Lo que tenia lo di

Sin sufrir devolución.

Soy miserable, Señor,

Pues tontamente perdí

Lo que me diste para Ti

Y derroché sin razón.

– Decid pues, que habéis traído

Ante la cuna de Dios…

– Vine a traer unos versos

Y un contrito corazón.

– De versos no se alimenta

Ni se cubre este Señor

Mira pues en tus alforjas

Qué has de darle como don.

– Os dije ya que unos versos

… y el llanto de un pecador.

Quedáronme todos mirando

Para mi gran confusión.

Me dije: “-volveré mañana

Al salir de nuevo el sol”.

Bajé los ojos llorando

Y a todos pedí perdón

Por esas manos vacías

Y altanero corazón

Que osaba tener audiencia

Sin la recomendación.

Y habiendo dado la vuelta

Para emprender el regreso

Sentí una mano en el hombro

Que me dejó más que tieso.

-Falta mucho todavía

Para que salga el sol;

quédate aquí esta noche

a presentarnos tu don.

Su rostro sereno y grave

Con una dulce expresión

Me dio animo y le dije:

-Gracias, mas soy muy pobre, señor.

Lo seguí con la mirada

Siempre tan sereno y grave

Y acercándose a la Madre

Algo ví le susurraba.

Ella volvió a mí sus ojos

Y el pecho se estremeció

Me invitó a que me acercara

Diciéndome con dulce voz.

-Tráeme aquí lo que has traído

Que lo está esperando Dios…

Emocionado le dije:

-Señora, vos sabes bien quien soy…

– Por eso os digo que traigas

Lo que está esperando Dios…

– Dadselo Vos, mi Señora,

Dadle Vos mi corazón,

Que en esta noche mis versos

Lágrimas son de dolor.

Dádselos Vos, mi Señora,

Vos que sois tan pura y blanca;

Dadle esta pobre poesía

Que diga con humilde rima

Lo que me quema en el alma.

Y con su dulzura me dijo.

– Acercaos, hijo, decid.

¿Tenéis deseos?

– Claro, Señora, ¡que sí!

-Pues confiádselos al Niño

que ha comenzado a dormir.

– Señora, Vos lo sabéis,

Cómo he llegado hasta aquí:

Si con obras, son muy malas

Que lo bueno lo perdí.

Mas. Sí, me queda un deseo

Hondo muy hondo en mí.

-Decidlo pues, pequeñito…

Pues… el deseo que tengo es…

Ese Niño que hay allí.

El padre que no lo era

Pero en esta tierra sí,

me miró muy serio y grave

Mas con un gesto feliz

Y me dijo: -Ven muchacho,

Él se ha dormido por ti.

-¿Por mí, Señor?

– Por ti, sí, para que dormido le tengas

Siempre acostado en tu pecho

Y allí a corazón abierto

Le cuentes todas tus penas.

– Y yo que debía ofrecer

Se me ofrece Él a mi…

– Estas son cosas de Dios

Debes creerlas así.

Entonces me acerqué a la cuna

Mientras ellos me miraban:

Los padres y los pastores

Los ángeles y hasta la luna clara;

Los reyes me abrieron paso

Y arreglándome las mangas

Púsome allí al Dulce Niño

La Madre que le miraba.

– Es tuyo, cuéntale, pues

Ese deseo del alma…

Y como acostumbro en tal caso

Cuando la cosa es tan grave

Me puse mucho a llorar,

No por penas… ni por nada

Sino porque así con el llanto

Salen más esos quebrantos

Ocultos y hondos del alma

Que solo a Dios se le cuentan

Sin recurso de palabras

Y así le dije apenas:

– Ay Señor, yo que esta noche

Vine a ofrecerte mi don

Mira con que te encuentras

Mira con qué corazón…

Tu sabes bien lo que hay dentro

Sin que te lo diga yo

Pues eres Dios, miras bueno,

Lo malo que te ofendió

y pues eres Dios me perdonas

que así te obliga el Amor.

Oblígueme a mí otro tanto

Mira que es tanto el dolor

Dolor de no haberte amado

Y si te amo no sé

Mas es ese mi deseo…

Tu Señor también lo ves.

Y mira Señor que quiero

Y te lo vengo a decir

Quiero amarte con locura

Amarte con frenesí

Quiero Señor volverme loco

Jesús de quererte tanto

Y quiero así tenerte dentro

y que nunca te me pierdas

Pues si te pierdo Señor

¿Adónde iré yo sin estrella?

Tu amor es Señor esa Estrella

Eres mi Cielo y mi Sol.

Eres la Tierra, mi Todo

Y mucho más mi Señor,

Eres eso que me quema

Este pobre corazón.

Deja Niño que te diga

Ahora que estamos los dos

Que tú eres mi deseo

Pues deseo solo a Dios.

Ven y duérmete en mi alma

Con ese reposado Amor

Que apague todas mis ansias

De este loco corazón.

Tu eres, Niño, mi hambre y sed

Que tengo en la Comunión.

Cuando acabé de llorar

Se dieron cuenta también

Que acabé de declarar

Lo que tenía con Él.

Entonces vino la Madre

Con el bueno de José

Para en la cuna entre pajas

Allí volverlo a poner.

La Madre al que aún lloraba

Me dijo me consolara

Que al Niño feliz le ve.

-Mira que duerme contento

El que ya duerme por ti

Tenlo así siempre en tu pecho

Amándolo con frenesí.

– Escuchó pues la Señora,

Lo que dije al niño suyo:

– …Por ser madre de tu alma

Es mío todo lo tuyo…

Nada humano me es ajeno

Desde que Dios se encarnó

En mi purísimo seno.

– Pues a tí vendré, mi Señora

Mas seguido que tu piensas

Cuando mi sueño poeta

No logre armar ya sus rimas:

A todos les pondré MARÍA

Verás que lindas quedan

Y cuando no pueda escribir

Porque es tanto lo que tengo

Ponme este Niño en el pecho

Como lo hiciste hoy así

Entonces le podré decir

Mis versos entrecortados

Entre el amor y el quebranto

De amarle con frenesí

Que si una vez me perdí

Hoy me tiene bien hallado.

– No te apartes de su cuna

Recítale de tanto en tanto

Mira que Él también es poeta

Que es de todo enamorado

Decir con versos sentidos

Lo que se lleva encerrado.

Y en este Niño que veis

Que no habla más que en llanto

Ya se le escapan sus versos

Del amor con que ama tanto

A las almas que le quieren

Con frenesí enamorados.

– Pues sí me quedo, que sí

Que no tengo yo otro lado

Donde hallarme tan feliz

Sino es de Dios a su lado.

Esta es la noche que di

Al Señor mi bien amado

El don de mi amor entero

Y el me dio el suyo encerrado

En ese pecho de Niño

Que es el del Verbo encarnado.

Es el amor que me hizo

y el que me ha perdonado

es el amor que se entrega

siempre a mí, sacramentado.

Esto es lo que aquella noche vi

En un pesebre adorado

Por eso no puedo escribir

Porque es misterio sagrado

Por eso me quedo aquí

Con mi Niño recostado

Intercambiando unos versos

Que así nos queremos tanto.

Este es el don que le di

Y este el Don que me dio:

El uno en el otro estar

Tratando sólo de Amor.

Almas que venís aquí

Hasta este pobre Belén

Traed de vuestro pecho amor

Amor al Niño traed.

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Comentarios 1

  1. Marthace Monroy dice:

    Muchas gracias por compartir esta hermosa poesía, me conmovió hasta que mis ojos se aguaron, y gracias hermana María de las Virtudes por escribir esta maravillosa obra de Navidad “El Don”.

    La guardé para leerla muchas veces, especialmente en mis noches de insomnio.
    Que el Señor los bendiga grandemente 🙏🏻🙏🏻🙏🏻

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