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Queridos todos, debo ponerme a escribir para contarles cómo siguen los hermanos Petro y Boniface. En la crónica anterior les conté que en esos momentos en que escribía lo estaban llevando al Hno. Petro a la ciudad de Mwanza, para operarlo, pues debían limpiar su herida en un quirófano. Con muchísimas peripecias, gracias a Dios, fue operado, el día sábado y limpiaron la gran infección que se estaba formando. De todas maneras, debieron ingresar otra vez a cirugía el día lunes, para quitar tejidos muertos. Digo que muchas peripecias, pues es una odisea que le agreguen sangre, que le hagan los estudios necesarios, que le midan la fiebre… etc. Se logró cambiarlo a una parte del hospital donde puede estar más tranquilo, pues en la habitación anterior, estaba en una habitación con capacidad para ocho camas, pero con once personas internadas, ¡once camas!, casi sin espacio entre una y otra, y una cama puesta en el pasillo, que impedía acercarse a él. En fin, gracias a Dios las cosas van mejor, y parece que la salud de Petro está mejorando. Este es el estado actual de Petro, al día de hoy. Hay que seguir rezando, para que esa herida se cierre, que se termine toda infección.

Por el lado de Boniface, les cuento que está en nuestra casa de formación, y parece que va muy bien. Ya está caminando despacito, con ayuda de un andador, y se le realizan las esterilizaciones de la herida de la operación cada día, y sigue bien. También pedimos oraciones para su completa mejoría.

Ahora me quedaba contarles un poco lo que ha sido esta experiencia para nosotros en la misión, y lo que hemos podido ver en ambos hermanos, pero especialmente en Petro, por ser el que ha estado más grave y ha sufrido las más grandes consecuencias. Por una parte, pasados ya quince días del accidente, podemos mirar hacia atrás con más calma y poder valorar, y lo que puedo decir, a título personal, es que vemos que ambos hermanos han llevado todo con mucha paciencia, y sobre todo ha brillado siempre la alegría en sus rostros, aún en medio de los sufrimientos.

Pasando al caso del Hno. Petro, no dejamos de admirarnos. Ya desde el primer momento, incluso en el accidente, conservó la calma. Preguntó por su compañero, a ver si estaba bien. Y esperó a que los vinieran a buscar, con una calma que admiró a todos los que llegaban al lugar de la tragedia. Cuando llegó el P. Pablo, lo encontró a Petro acostado en la tierra, con las manos juntas en el pecho, rezando. Pero más admirable aún fue que apenas fue despertando en el hospital, luego de la operación, y de que le amputaran la pierna, comenzó a sonreír, a agradecer, y cuando ya estaba un poco mejor, hasta hacía bromas a los circunstantes. Nos veía a todos acongojados, preocupados, y buscaba alegrarnos. Cuando se le dijo que hubo que amputarle la pierna, dio gracias a Dios, pues decía “en el accidente la pierna quedó muy rota… mejor que la sacaron”. En todo momento les agradecía a los médicos y enfermeros; les agradecía mil veces a las hermanas que lo habían ayudado, y que lo atendían. Los dos primeros días en el hospital de Kahama, fue un verdadero desfile de gente que venía a verlo, particularmente sacerdotes, religiosas de otras congregaciones, y gente amiga de nuestras parroquias, hermanas y aspirantes de nuestra familia religiosa, laicos de parroquias de la ciudad, familiares, y un largo etcétera. Lo pude ver con mis propios ojos, cómo Petro los saludaba con una sonrisa, les hacía bromas, y los que venían con lágrimas en los ojos, salían fortalecidos… ellos mismos se admiraban de eso.

Desde el primer momento le sugeríamos al hermano que aprovechara a rezar, y ofrecer por tantas intenciones: por la Congregación, por las vocaciones, por la misión en Tanzania, por los padres y las hermanas… y a todo respondía con un sencillo “¡Sí padre!”. Y así lo hacía. A cada uno que venía le decía que ofrecía y rezaba por él. A las religiosas, que rezaba por ellas y sus apostolados y vocación. Cuando vino el Obispo a saludarlo, le dijo que rezaba por el obispo y el apostolado de los sacerdotes diocesanos. En fin, para cada uno tenía sus palabras. No quiero que piensen que Petro lo hacía llevado por el momento, superficialmente, sin pensar en todo lo que significaba esto para él. Ha sido plenamente consciente, y va de acuerdo a lo que siempre vimos en él, un religioso ejemplar, alegre, que ama su vocación religiosa, su congregación, y entiende bien a qué lo ha llamado Dios. Por eso, luego de su accidente, de su operación, y apenas tomaba nuevamente consciencia, seguía siendo el Petro de siempre, o mejor dicho, un Petro de mejor calidad todavía.

Una persona que lo visitó, luego de sincerarse de que venía muy triste, pero al verlo a Petro tan alegre y sonriente, se volvía reconfortado. Petro le contestó: “Yo siempre he sido así, he sido alegre, el accidente no me va a cambiar. He tenido siempre esta cara alegre, y la seguiré teniendo”. Con un grupo de hermanas y novicias, entre tantas y tantas conversaciones, mientras miraba una cruz de Matará que le habían regalado para que rece, la Madre le dice: “La vida tiene tantas cosas, tantas dificultades”. Petro responde: “Si es verdad, muchas cosas… pero yo no pienso en muchas cosas. Yo pienso en Dios, y en el amor a la Congregación. Eso me basta.” Estas conversaciones, y tantas otras, se desarrollaban en la más completa naturalidad, sin nada de aparato, aún en medio de muchas risas. Creo que aún por eso a muchos se les pasaba por alto ver la importancia y seriedad de las palabras, y del testimonio. Parecía todo esto como lo más “normal”.

La Virgen quiso que para el día de su fiesta en la advocación de Luján, estuviéramos todos reunidos. Pues a Petro le dieron el alta el 6 de mayo, para que pudiera seguir con antibióticos y curaciones en casa de formación; y a Boniface, que fue operado en Mwanza ése día, le dieron el alta el mismo día de la Virgen de Luján, y viajaron directo desde Mwanza, recorriendo las casi siete horas de viaje. A eso de las tres de la tarde, toda la familia religiosa en Tanzania, le daba la bienvenida en la casa de formación, lo mismo que había sucedido con Petro dos días antes. La fiesta de la Virgen de Luján fue muy hermosa, de una alegría profunda y contenida. Ese día debían recibir el hábito las novicias de las Servidoras, pero se decidió atrasar por motivo de todo lo que estábamos viviendo. El sacrificio de todos era muy grande; la alegría que se vivió, muy sincera. La Virgen nos concedió esa gracia, y se ve que nos quería animar y consolar de manera especial, pues el viernes siguiente, apenas dos días después, el P. Pablo con el Hno. Emanuel, la Hna Inmaculada y Madre Blessed, partieron de emergencia a Mwanza nuevamente, para llevar a Petro, como les contaba al inicio de la crónica. Podemos decir que vivimos una novena y fiesta de Luján muy especial.

No he podido dejar de pensar en estos días lo que significó en nuestra misión el accidente del P. Johntin, hace diez años atrás. Puedo decir que en parte se ha parecido mucho, pues fue un gran dolor para la misión, para el padre especialmente, pero toda la misión pudo sufrir con él. Nos significó muchos sacrificios a todos, y hasta significó que el padre dejara la misión, y por un año y medio quedara un solo sacerdote aquí, hablando poco swahili. Pero la misión siguió, y el sacrificio y los dolores dieron muchos frutos. La misión creció de manera increíble. Dios tiene sus caminos, y siempre recordamos las palabras de nuestro fundador: “La cruz fecunda todo lo que toca”. Y también recuerdo las enseñanzas que nos daba en La Finca, en Argentina, cuando éramos seminaristas: “El apostolado que no es cruz, no da fruto”. Una y mil veces ante los acontecimientos más adversos, nos recordaba, algo que se nos quedó grabado a fuego: “De los males, Dios saca mayores bienes, porque es Todopoderoso”, y nunca faltaban las palabras de San Pablo en sus labios: “Todo coopera para el bien de los que aman a Dios. ¡Todo! ¡Todo!”. Por algo es uno de los no negociables de nuestro carisma, recibido e inculcado por el padre, “tener una visión providencial de la vida”.

Esta es una de las más pequeñas misiones, y llenas de dificultades, pensamos que Dios ha querido llamarnos a ser como una de las “piezas claves” del Instituto, no por nuestra importancia, sino gracias a nuestros hermanos que ahora están ofreciendo todo esto por la querida Congre, y en estos momentos tan especiales. Estos hermanos nos están llenando de bendiciones. ¡Cuántos frutos se seguirán de tan grandes sufrimientos!

Hablando por teléfono con Petro antes de que entrara a la operación en Mwanza, cuando estaba otra vez bastante delicado, le he dicho que medite y le pida a Dios, que le haga comprender que “por algo lo eligió a él para sufrir esto”. Le he recordado que los miembros que sufren son las “piezas claves” del Instituto. Y finalmente le dije que recuerde lo que decía Marcelo Morsella: “Somos los primeros…” Y Petro completó la frase: “Tenemos que ser santos”. Esto siempre lo recuerdan los religiosos de este primer grupo de Tanzania para el IVE, y Petro es uno de ellos.

Permítanme que esta crónica sea un poco más larga, pues como les nombré a Marcelo Morsella, el primer miembro de la Congregación que se fue al cielo, apenas teníamos dos años de existencia como Instituto. Fue en un accidente en el lago Nihuil, en San Rafael, durante unos días de convivencia del año 1986. Ése episodio fue algo que marcó a la Congre desde los inicios. El Padre Buela dijo en aquella ocasión, que esa muerte de uno de los primeros, sería de gran fruto para todos los seminaristas. ¡Y vaya si lo fue! Siempre lo tuvimos muy presente. Pero no dejo de pensar lo duro que habrá sido esto para el P. Buela en aquél momento, el momento del accidente, la despedida. Ahora bien, en cuanto tuvimos la noticia del accidente de los hermanos, y cuando llevábamos a Petro y Boniface de emergencia hasta la ciudad, y cuando ingresaban a Petro al quirófano, sin saber cuál sería el resultado, se me vino a la memoria el recuerdo de Marcelo Morsella, del Padre Buela, y de lo que habrá sido aquél momento para todos. Me ayudó mucho para tomar todo con calma, y sobre todo para pensar lo que decía el P. Buela: “Esto será de mucho provecho para los seminaristas”. En mi caso pensaba que todo esto sería de gran provecho para la misión de Tanzania, para los religiosos y novicios, para las aspirantes y novicias, hermanas, laicos, todos. ¡Y vaya si no ha sido así en estos días, el ejemplo del Hno. Petro, con todo esto que les cuento en esta crónica!

Les pido que recen por la pronta y total recuperación de Petro, que se cierre esa herida, y pueda regresar a la misión. Les pido oraciones por Boniface, para que siga adelante con su recuperación. Y pidan para que ambos hermanos, sigan siempre firmes en la vocación y en el camino de la santidad, pues no hay nadie confirmado en gracia. Dios les conceda la gracia de la perseverancia y su santificación. Muchas oraciones pedimos también por la misión, por los padres, hermanos y hermanas, que están atendiendo con tanta caridad a Petro y Boniface. No tengo palabras para agradecerles a ellos, sacerdotes, hermanas y hermanos, tanto sacrificio y generosidad.

Gracias a todos, y ¡firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE

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Comentarios 6

  1. Diana Peregrina Carrizo dice:

    Estimado padre Cano, hoy viendo en redes que en Pentecostés tres novicios recibieron la sotana me llené de alegría,felicidades! claro que rezaré por ellos por su fidelidad y perseverancia, y también mis oraciones por la pronta recuperación de Petro y Boniface, Dios los bendiga siempre.

  2. Irene dice:

    Que alegría recibir noticias de la recuperación de los hermanos Petro y Boniface, siguen en mis oraciones como toda la misión.
    Qué más decir “Sólo Dios basta”

    • Elvira Ruiz dice:

      Seguimos en oración por Hnos. Petro y Boniface, agradeciendo a nuestro Señor por tofos ustedes en el IVE. Que Madre María Auxiliadora los cubra con Du manto. Bendiciones

  3. María Victoria Cano Roblero dice:

    Bendito y alabado sea Dios y nuestra Madre que están fortaleciendo a los hermanos. Nuestras oraciones y que Dios siempre en ellos para mantener con su testimonio viva la fé.

  4. Lidia Beroch dice:

    Siempre toda la misión y cada uno en mis oraciones

  5. Oacar Ignacio Marquez dice:

    Hola Dieguito. Padre Diego. Yo fui compañero tuyo en 1989 y algunos meses de 1990. Cómo los extraño a todos mis compañeros de noviciado y del seminario. Aprendí muchas cosas de todos ustedes. Y en especial del padre Buela, del padre Elvio, del padre Benito, en ese entonces seminarista, y de muchos más. Siempre rezo por “mi” congre y sus integrantes en todo el mundo. Rezaré en especial por esos muchachos accidentados, y a ellos les pido oraciones por mi y por mi familia toda. Dios los bendiga siempre. Un abrazo.

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