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Solemos decir que “es una lotería”, para indicar que nadie puede calcular lo que va a pasar, y así nos sucede muchas veces por estos lados, tener que expresarnos cuando planificamos misas en algunas aldeas en tiempo de lluvias, o algunas actividades en las que tienen que venir desde los lugares más lejanos. Así fue el fin de semana pasado, con los encuentros de jóvenes en ambas parroquias, de Ushetu y Kangeme, y la misa de Ramos en Mazirayo.

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El sábado por la noche, antes del domingo de Ramos, llovió muy fuerte durante varias horas, no me animo a decir que llovió toda la noche, pero casi. Durante la noche me despertaba escuchando el aguacero, y me preguntaba si podríamos tener la misa en Mazirayo, si podría pasar con el vehículo pequeño por el lugar donde están construyendo el puente sobre el río, si se podría hacer la procesión de Ramos aquí en Kangeme si seguía lloviendo, si la misa se podría hacer afuera de la iglesia para que participe más gente, u obligadamente amontonados adentro, etc. Gracias a Dios, cerca de las seis de la mañana se paró la lluvia, y entonces se fue aclarando el panorama. Había mucho barro en las calles, y afuera de la iglesia, y las nubes que todavía amenazaban, nos inclinaron a decidir que sí se hacía la procesión, pero que la misa de Kangeme debería ser dentro del templo.

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Aquí en Kangeme celebraría el P. Francisco Rossi, y en Ushetu el P. Pablo Folz, ya que ellos habían estado a cargo de los encuentros de jóvenes en esos lugares. Yo había planificado poder ir a Mazirayo, que no suelen tener la posibilidad de una misa en esta ceremonia, la última vez que tuvieron misa de Domingo de Ramos fue hace tres años. Habíamos avisado para que de las seis aldeas cercanas pudieran reunirse allí. Como estaban dadas las condiciones climáticas, que recién terminaba la lluvia, mejor era demorarse un poco para darles el tiempo de llegar. En esa “lotería” de saber si podría cruzar la zona del río o no, salí con el auto en dirección a Mazirayo, y ya a los pocos kilómetros me cruzaba con motos que venían en sentido contrario, y cargando grandes bultos, lo que indicaba que venían de un mercado que queda en la parroquia vecina de Bulungwa, y vienen al mercado de los domingos en Kangeme. Eso era buena señal, es decir, “se está pudiendo cruzar”. Efectivamente fue así, el agua no había subido tanto, aunque al pasar la parte de barro donde están trabajando, se debe comenzar con unas zonas que todavía están bajas, y se llena de agua. Todavía estaba bien bajo el nivel, pero ya tenemos conocimiento que suele pasar que, aunque no llueva, sigue bajando mucha agua desde otros lados, y en el transcurso de las horas se eleva mucho el nivel para cruzar.

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En Mazirayo habíamos avisado que la bendición de los ramos comenzaría a las 8:00 am en la cancha de fútbol, y efectivamente allí comenzamos, pero casi a las 9:30 am. Había un puñado de gente, seguro que otros estarían en camino, pero veíamos que no era conveniente seguir esperando para que no se haga tan tarde para regresas a sus casas, pues no estaba pensado que hubiera almuerzo para todos. Fue muy hermoso poder hacer esta ceremonia, en un lugar tan “humilde y gracioso”, como dice San Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales, un lugar tan sencillo y pobre, y con los fieles más fieles de esos lugares tan llenos de paganos. Las callecitas del pueblo eran muy pequeñas, llenas de barro y grandes charcos que todos debían ir sorteando como bien pudieran, rodeadas de pequeñas casas de barro, y en algunos lugares flanqueados de personas, que nos miraban, y seguían en sus conversaciones como si no pasara nada. La procesión se la veía muy hermosa, con los niños agitando sus palmas adelante, luego el coro cantando cantos apropiados a la celebración, y finalmente la gente grande. Cuando llegamos a la iglesia ya se había sumado mucha gente en la procesión.

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La misa se realiza dentro del templo, porque es grande, y así lo construimos a propósito, para que en estas celebraciones pudiéramos entrar todos y no tener que preocuparnos por el clima. Para que se den una idea, los que comulgaron fueron unas 120 personas, lo que indica que pueden haber participado unas 300 personas, o más. La historia de la pasión fue cantada, y entonces duró sus cuarenta minutos, con toda la gente de pie, y muy paciente y sacrificada. La verdad que estuvo todo excelente, los felicité varias veces, y da mucha alegría ver cómo van creciendo en la fe. Cuando me tocó regresar, luego del almuerzo, el agua del río ya había subido bastante, como nos imaginábamos.
(Continúa… en la próxima parte les cuento de los encuentros de jóvenes)
P. Diego Cano, IVE

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