Ushetu, Kahama, Tanzania, 17 de agosto de 2022
Como les contaba en la anterior crónica, el mes de agosto está transcurriendo entre campamentos y más campamentos de niños. Esta semana hemos comenzado con otros dos, uno de varones en Mazirayo, con 68 niños, bajo la dirección del P. Martin Connolly, IVE, ayudado por hermanos y postulantes. Y otro campamento de mujeres, en Nyasa, con 146 niñas, bajo la dirección de la Hermana Caritatis, de las Servidoras, acompañada de aspirantes.
Pero a la par de los campamentos, la vida continúa en la parroquia, con misas en las aldeas, casamientos, funerales, días de oficina, trabajos en las distintas construcciones que estamos llevando adelante, etc.
Pero algo destacado en la semana pasada, además de los campamentos, ha sido la visita del P. Johntin Lokang, IVE a la misión de Tanzania. Para los que no lo conozcan, les cuento que el P. Johntin es de origen ugandés, y fue el fundador de la misión del IVE en Tanzania, en diciembre del año 2010. El padre estuvo en esta misión en los años que son siempre los más difíciles, pues se trata de llegar a un lugar totalmente desconocido, pero a la vez con la dificultad de no saber hablar el idioma, y no tener ningún compañero que lo hable. Cuando yo llegué dos años después, en enero de 2013, fue él quien me estaba esperando en el aeropuerto de Mwanza, para darme la bienvenida. Compartimos con el P. Johntin muy gratos momentos en lo que podemos llamar todavía los inicios de la misión. Sin embargo, en abril del año 2014 el padre tuvo un accidente en la moto cuando regresaba de una aldea. Un colectivo lo atropelló, resultando con una pierna rota, con mucha complicación. Resumiendo muchas aventuras que vivimos en aquellos días, finalmente el P. Johntin dejó la misión para poder seguir tratamientos y operaciones en Egipto, y luego en Italia. Ha tenido realmente un calvario de operaciones y convalecencias. Gracias a Dios ya tiene su pierna totalmente recuperada, puede caminar sin dificultad, aunque no tiene la firmeza de antes. Actualmente se encuentra en Ravena, Italia, como capellán de un hospital católico, encomendado al IVE.
¿Pero cómo fue que nos vino a visitar? Como lo hizo hace algunos años atrás, con motivo de sus vacaciones en Uganda para visitar a su familia, aprovechó para venir a su querida misión de Ushetu. Ha hecho un gran sacrificio para venir, en primer lugar al destinar algunos días para esto, y en segundo lugar porque vino en bus desde Kampala hasta Kahama, un viaje de unas 16 horas aproximadamente, y regresó por el mismo medio. Siempre es una alegría encontrarse con él, pues es una persona que irradia alegría. Y cuánto más cuando vamos recordando las aventuras y anécdotas del tiempo pasado juntos en Ushetu.
La gente lo recibe con indecible alegría, aplausos, vigelegeles, bailes, cantos… es increíble ver cómo se acuerdan del padre con tanto cariño, después de tantos años que él no está aquí. Hemos ido a aldeas donde la gente lo reconocía de lejos. Lo saludaban por el nombre, sin olvidarse de nada en absoluto. Muchas personas venían desde aldeas lejanas a saludarlo en Ushetu, cuando se enteraban de que estaba por aquí.
Me alegra haber podido acompañar al padre en estos días, y haber visto su ejemplo de alegría y de amor a la misión. Siempre desea regresar a Tanzania, regresar a África. El dice: “nosotros los africanos debemos ser los misioneros de nuestra tierra, y entre nuestra gente”. Y esto lo repetía a los jóvenes, a los novicios y postulantes, a las aspirantes, a las novicias, a los hermanos… a todos. Contagiando a todos su deseo de ser misionero y de llevar almas a Cristo. A todos edificando por su vida sencilla en cuanto a lo material, podemos decir que estos días pasó por Ushetu haciendo mucho bien.
De todo esto quiero destacar una cosa, entre otras muchas que podrían ser dichas. Creo que en varias ocasiones le escuchamos decir a nuestro fundador, cuando algún “neo misionero” salía para su misión en la que se preveía podía tener dificultades especiales debido al lugar, que era muy importante la amistad sacerdotal, la amistad entre los misioneros. Recuerdo claramente que nos repetía esto, que hay que esforzarse en ser amigos entre los misioneros, pues nos ayudaría a sobrellevar todas las dificultades, y que nos haría vencer todos los problemas. Ahora que el P. Johntin ya ha regresado a su casa, puedo hablar libremente de esto, y agradecer la amistad sacerdotal que siempre me brindó. Lo mismo que me ha sucedido en todas las misiones donde he estado como sacerdote, en Ecuador, en el Seminario Menor de Argentina, etc. agradezco a los sacerdotes que he tenido como compañeros de misión.
Pero debemos hablar de una amistad con todas las palabras, y con lo “sagrado” que significa este término. Cristo les dijo a sus apóstoles “a vosotros os llamo amigos”. Amistad que no significa solamente camaradería, compañerismo, y llevarse bien… aunque esto no puede faltar, y es la base de una amistad. Sino que pienso en lo que es más propio de la amistad, que significa “dar la vida por los amigos”, el amor de benevolencia. Estar dispuesto a poner la vida por el otro. Que tal vez no se llegue a concretar nunca materialmente, pero siempre se dará en el sacrificarse por el otro misionero, ser humildes y reconocer errores propios y aceptar correcciones, ser sinceros hasta la médula del alma, y vivir la caridad fraterna. Los misioneros debemos esforzarnos en cultivar verdaderas amistades sacerdotales… algo tan valioso, casi sagrado. Cada vez valoro más la amistad sacerdotal, mientras recuerdo a mis “amigos sacerdotes”, muchos de ellos lejanos físicamente, en otras misiones por el mundo. Pueden pasar años sin vernos, pero cuando nos encontramos hablamos como cuando éramos seminaristas, y nos alegramos, y nos animamos. Amistad que se funda en los principios y en los ideales, grandes ideales, ideales de la misión y de la Congregación.
A medida que pasan los años, comprendo mejor las frases de la escritura: “Un amigo fiel es una protección segura; el que lo encuentra ha encontrado un tesoro. Un amigo fiel no tiene precio; su valor no se mide con dinero.” (Eclo 6,14-15)
Como nos enseñan nuestras Constituciones, hablando de las comunidades: “Aunque es muy cierto, en un sentido, que la vida comunitaria es máxima penitencia , es también muy cierto que en matemáticas uno más uno son dos, pero un hombre más otro hombre son dos mil. Un hombre junto con otro en valor y en fuerza crece, el temor desaparece, y escapa de cualquier trampa.” “La hermosura y los bienes de la vida fraterna en común son mucho más grandes que las dificultades que conlleva: ¡Oh cuán bueno y cuán dulce es el vivir los hermanos unidos! (Sal 133,1).” (nnº 90-91)
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE
Comentarios 7
Padre Cano, que el Señor y Madre Maria lo sigan acompañando en su santo caminar.
Que hermosas historias y bendecidos siervos del Señor Jesús llevando la palabra , Fe y esperanza a todos los to rincones del mundo 🙏🏼♥️
Padre Cano que alegría saber de su inmensa entrega al progimo que Dios le siga bendicindo siempre.
Es cierto la verdadera amistad es dar la vida por el otro.
Padre Cano, que Nuestro SEÑOR JESUCRISTO y Nuestra Madre Santísima lo colme de bendiciones a Ud y colaboradores..
Bendiciones 🇵🇪
Dios te bendiga padre Canito!!!¡ Siempre te sigo, curiosa, como toda madre😂 siempre en mis oraciones 🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏
Gracias P. Cano por compartir sus experienzas en su mision. Muchas bendiciones del Senor y su Madre.