Las confirmaciones en Kangeme, con cierto suspenso

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Esta vez tengo buenas excusas por no haber escrito hace más de dos semanas. El domingo pasado, mientras regresaba de una aldea, de la segunda misa de ese domingo, pensaba en que era la oportunidad ideal para escribirles. Regresaba de Ilomelo, en el atardecer, el aire ya fresco, y con una vista impresionante de las nubes de una tormenta que se acercaba, todas teñidas de rojos, azules oscuros y blancos. Había celebrado misa y realizado el bautismo de cuatro bebés. Me acordaba que la última crónica había sido de los preparativos a las confirmaciones, y no les había contado de cómo había sido la fiesta en sí, además de compartirles las fotos. ¡Ya había pasado una semana entera, casi sin darnos cuenta! Dos semanas sin crónicas. Pero la verdad que no pude hacerlo por más que quise, pues me había comenzado de nuevo, como la semana anterior, un gran dolor en un diente. Espero que a muchos no les parezca trivial, y tal vez aquí algunos ya dejen de leer esta crónica. Pero les cuento, no por mi caso particular, sino por el de todos los misioneros, padres y hermanas, para que vean un poco cómo es nuestra vida aquí con estas cosas, que a veces, no son menores. Lo que pasa es que me toca a mí contarlo, porque soy el que escribe las crónicas.

Con el tema del dentista es un poco complicado, pues el lugar donde tienen una atención buena, es en Mwanza, que nos queda a unas seis horas de viaje en auto (les pido que cada uno de ustedes haga en su cabeza la relación de a qué ciudad podría llegar si viaja seis horas en auto desde su casa). Es decir, que si nos cuesta ir al dentista, y a veces vamos “como obligados”, porque no nos queda otra… ¡imagínense si su dentista viviera a seis horas de distancia! No sólo es costoso el viaje porque cansa físicamente, pues también hay una hora y media de camino de tierra, sino que el tiempo que lleva todo este trámite, pues no se puede ir y volver en el día, hay que pensar en gastos de viaje, comida, alojamiento, etc. Y todo eso a veces para una atención de 30 minutos, o un arreglo simple. Pasa a ser un gran dolor de cabeza cuando el doctor nos dice “vuelva la semana que viene”, casi le pedimos de rodillas que no nos pida eso. En fin, que el mejor negocio es tratar de hacernos ver todo “el comedor” cuando vamos de vacaciones a nuestras casas, pero con la contrariedad de que uno utiliza los días de descanso en familia para ir de un médico a otro. En fin, sacrificios de la vida misionera, que como les digo, se los comparto yo, pero es común entre los misioneros.

Pero vamos un poco más… en la semana posterior a las confirmaciones, tuve que ir al dentista en Mwanza para que me arregle el diente. Regresé a la misión, y durante el fin de semana vi estrellas, y así pasé el sábado, el domingo, con sus misas y actividades. Pero el lunes tuve que regresar a Mwanza al dentista para ver qué pasaba. Con un cambio de medicación, todo estuvo bien. Cuando me dispongo al volver, me empiezo a sentir mal, y me parece que puede ser malaria o tifod, que es muy común entre nosotros. Me decidí a comenzar el viaje de regreso para hacerme atender en el dispensario de la misión de Ushetu, donde la atención es de lujo, y de paso, si tuviera que descansar, mejor sería en casa y no allá en Mwanza. Pensé que si la salud de permitía manejar esas seis horas, mejor era hacerlo pronto y no esperar, porque con la malaria y el tifod, mientras más uno se demore en tomar la medicina, más avanza la enfermedad. En el dispensario de las hermanas, como les dije, “atención de lujo”. Apenas llegué, me extrajeron sangre para los análisis, y a la media hora me avisa la hermana Inmaculada que tenía un poco de malaria y me mandaba las medicinas con un “delivery” de aquí, que también se manejan en motocicleta como en todos lados. Y ahora, como verán, estoy escribiendo, ya con la salud completamente recuperada. Así que no me escriban deseándome que me mejore. Como les decía, esto que les cuento, es en nombre de todos los misioneros, pues todos pasamos por estas circunstancias.

Pasando entonces al tema de las confirmaciones, luego de una “introducción” tan larga, ya no me queda mucho tiempo para escribirles, es decir, no creo que vuestra paciencia aguante tanto. Trataré de ser breve, y dejo para otra crónica lo sucedido en el interín de estas dos semanas pasadas. Los niños, jóvenes, y adultos que se confirmaron fueron en total 107. Nosotros habíamos hecho todo lo posible para que llegaran bien preparados a este gran día. Primero, con la enseñanza del catecismo durante todo el año; luego, haciendo un examen para ver que pasaran sólo los que supieran bien el catecismo; finalmente, como les contaba en la crónica anterior, hicimos un retiro, con el fin de hacer las confesiones y prepararse espiritualmente a este sacramento. El día anterior a las confirmaciones, el sábado 2 de noviembre, por la tarde, les pedimos que todos llegaran para dormir en la parroquia, pues el obispo llega temprano al día siguiente, y a los chicos de algunas aldeas no les alcanza el tiempo para llegar a horario el mismo día. Algunos chicos venían de las aldeas más lejanas, casi a 25 km de nuestra parroquia, y muchos de ellos vienen en bicicleta.

Por la noche las hermanas pusieron todo en orden, y hasta controlaron que todos tuvieran sus vestimentas adecuadas para el día siguiente. Hubo una levantada temprano, como a las seis de la mañana, para poder prepararse, y esperar al obispo todos listos. Monseñor había dicho que llegaría a las 8:00 am, y así fue. Menos mal que ya teníamos a todos los confirmandos listos, y esperándolo en la puerta del salón parroquial. La misa estaba programada para las 10:00 am. ¿Porqué llega tan temprano el obispo? Porque aquí es costumbre que les haga un examen para ver si los confirma o no. Es un poco difícil entender esto, pues nos hemos enterado que en alguna parroquia no los ha visto preparados y no ha hecho las confirmaciones. Imagínense con la ilusión de todos, con el esfuerzo que han hecho, tanto los confirmandos como sus familias, los chicos que vienen de aldeas a más de 25 km, y todos los preparativos de la fiesta en la parroquia, con la preparación de la comida para 500 personas, alquiler de carpas para la misa afuera de la iglesia, es decir un gasto y esfuerzo por parte de todos… imagínense si el obispo, les dice de repente que no hay confirmaciones. El examen duró casi dos horas, y gracias a Dios, al final, y con un poco de suspenso, aceptó confirmarlos. El último silencio del obispo me hizo acordar al referí de fútbol que va a chequear el VAR para confirmar o anular un gol, en el minuto 95 de juego. Gracias a Dios, gracias a Dios, tuvimos confirmaciones.

La misa, como les dije, estaba preparada afuera, y el clima nos acompañó totalmente, pues a pesar de ser tiempo de lluvias nos tocó un día radiante. Las hermanas y aspirantes, ayudadas por algunas señoras y por los jóvenes de la parroquia, ornamentaron y adornaron la zona del altar, y quedó realmente hermoso. Para esta misa habían venido de Radio María Tanzania, y trasmitieron la misa en vivo para todo Tanzania, así que se pudo ver bien en las pantallas todo lo que había preparado, la liturgia, la ornamentación, los cantos del coro, los confirmandos.

Fue realmente muy lindo. Luego de la misa el obispo les entregó un certificado de confirmación y un crucifijo, que habíamos preparado nosotros. Después de la foto grupal pasamos al almuerzo y festejo, que terminó cerca de las 15:30 hs, muy buen horario para que los chicos de las aldeas lejanas pudieran comenzar su regreso en bicicleta y no llegar tan de noche a sus casas. Antes de que se regresen, también les regalamos unas biblias, rosarios, y caramelos para completar el festejo.

Bueno, creo que cumplí en contarles las confirmaciones de manera breve. Les pido que recen por nuestros nuevos confirmados, para que perseveren y sean santos. Y recen para que cada año podamos prepararlos mejor a todos, así no sufrimos tanto “suspenso” y nervios, el día de la fiesta. Recen por los niños y jóvenes de la catequesis.

¡Firmes en la brecha! ¡Viva la misión! ¡Viva la congregación!
P. Diego Cano, IVE

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