Ushetu, diócesis de Kahama, Tanzania, 17 de mayo de 2022
Lunes de la octava de pascua, es feriado en Tanzania, para que se siga festejando la resurrección de Cristo. No hay clases en los colegios, y mucha gente participa de la misa. Ése día fui a celebrar en Namba Nane (“Número ocho”), cuya capilla tiene por patrono a San José. Fue realmente un día de gran consuelo, pues todo estaba muy bien preparado y sobre todo había muy buen espíritu, que se traduce en alegría verdadera.
En mi caso, en la semana santa estuve en Kangeme, en la parroquia, y me tocó lidiar con la falta de participación en las ceremonias del Triduo Pascual, insistir mucho y ser poco escuchado, la mayoría de la gente llegando tarde, muy tarde, a todas las celebraciones. Pero las cosas que más manifiestan el poco espíritu es cuando ni los líderes, ni el catequista, ni el coro, llegan a tiempo y tampoco están debidamente preparados. Esto lo cuento no como una queja, sino porque también es nuestro trabajo misionero, tratar de que se formen una verdadera tradición y costumbre católica. A veces hay que luchar muchos años seguidos, insistir a tiempo y destiempo, recordarles y enseñarles. Y en particular el misionero debe tratar de estar entre los extremos de la falta de paciencia, y el excesivo “dejar que salga así nomás, como siempre”.
Entenderán porqué agradecía a Dios su delicadeza del lunes de la octava, de concederme estar en esa aldea donde al llegar estaba la capillita llena de gente, y estaban rezando el rosario. Me senté a confesar y vinieron uno tras otro durante todo el rosario. El coro estaba adentro, rezando, y eran muchos, casi la mitad son jóvenes. Teníamos tres monaguillos con sus respectivas albas, y el nutrido grupo de las niñas que bailan, las Watoto wa Yesu, también rezando y luego en la misa cumpliendo su oficio con mucho respeto.
Al terminar la misa les dije que tengo una imagen de San José para llevarles, y se pusieron muy contentos. La capilla es muy pequeña, es de adobe con techo de chapas, y es sumamente calurosa. Gracias a Dios ese día estuvo nublado a la mañana. Ellos están construyendo una iglesia bien grande, y todo con el aporte de los feligreses. Ya tienen el contrapiso, y las paredes. Ahora sigue el paso que siempre cuesta mucho, que es techar. Porque ahí no hay cómo ahorrar, pues hay que comprar todos los materiales y contratar techistas. Y todo el dinero debe estar reunido, pues no se puede poner por etapas. Les dije que sigamos pidiendo a San José poder techar este año, que podamos conseguir donantes, y pidamos que sea antes de que comiencen las lluvias en noviembre.
Al salir de la misa el coro siguió cantando afuera, en una ronda, junto con todos los feligreses. Fue un momento muy alegre, y un hermoso testimonio, pues todos los cantos hacían referencia a la resurrección de Cristo. Surgió todo muy espontáneamente, lo que me parece es fruto de que están celebrando bien la liturgia, cada grupo con su responsabilidad, y la misa muy bien participada.
Luego de eso me invitan a comer con los líderes, dentro de la capilla, pues no hay otro lugar. Compartimos un rato, y luego vino una señora a pedirme que vaya a visitar a su hijo enfermo. Esto también es costumbre, pues como los sacerdotes vamos a las aldeas luego de varios meses, aprovechan a pedir que visitemos los enfermos y les demos los sacramentos.
Se trataba de un joven discapacitado, de unos 17 años de edad, ya bautizado. Pero me decía la mamá, que lo cuida como mejor puede, que le están dando muchos ataques de epilepsia, hasta cinco ataques por día. Un verdadero calvario. Le dije que venga al dispensario para que las hermanas le puedan dar la medicina que necesita. Otra vez Dios nos va poniendo adelante la necesidad de comenzar con una casa de misericordia, para que podamos atenderlos de la mejor manera posible. Estamos construyendo a muy buen ritmo un primer edificio, y ojalá que podamos pronto dar comienzo a esa obra, esperamos que para fin de año.
Fuimos en la camioneta hasta donde se pudo, y luego caminamos, pues las ramas eran muy bajas y no se podía pasar. Nos acompañaban los monaguillos, junto con la mamá del joven y la catequista. Llegamos a la casa, pobre como siempre, y si bien generalmente es así, impresiona llegar a un lugar tan simple. Generalmente está limpio, y están bien barridos los patios, donde pasan todo el día. En la sombra de una de las casitas estaba acostado Bonifacio sobre la tierra. La mamá lo trajo arrastrando debajo de la sombra del árbol de naranjas. No es porque lo trate mal, sino que Bonifacio ya es grande de tamaño, y ellos no cuentan con sillas de ruedas ni nada de eso. Es normal llevarlos así de una parte a otra.
Refugiados del tremendo sol de esa hora debajo de la sombra del naranjo, les administré el sacramento de la unción de los enfermos. Casi inmediatamente comenzamos el regreso.
Recuerdo que esta fue una de las primeras aldeas que visité cuando estaba recién llegado, y allí, en esa capillita de barro hice mis primeros bautismos en Tanzania. Recuerdo también que escribí una crónica en su momento. Ya casi estamos a diez años de aquél día, y la capillita sigue igual, o mejor dicho, capilla de barro, diez años más vieja. Me alegra poder volver a esos lugares, y ver lo que Dios nos ha concedido en todo este tiempo, los templos de barro se cuartean, se parten sus paredes, las polillas comen la madera de las ventanas y de los techos… pero las almas se renuevan por la gracia de Cristo. Las comunidades crecen en número y en gracia. Y por todo eso, damos infinita acción de gracias a Dios en cada misa, pues es lo que importa. El mejor adorno de una iglesia y el esplendor de una comunidad cristiana, son las almas que viven en gracia.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano IVE
Techar una iglesia en Tanzania
Queridos amigos de la misión de Tanzania.
Recurro nuevamente a vuestra generosidad. En este caso se trata de techar una iglesia, que desde que llegué a esta misión en el año 2013, están trabajando para construirla.
Recurro nuevamente a vuestra generosidad. En este caso se trata de techar una iglesia, que desde que llegué a esta misión en el año 2013, están trabajando para construirla.
Se trata de la iglesia de “San José”, de la aldea de Namba Nane. Es una comunidad muy fervorosa, y con muy buen espíritu.
Por eso han logrado lo que muy pocas aldeas de nuestra misión, y es que, a pesar de su pobreza, han levantado la iglesia, con buenos cimientos, piso de cemento, muros y columnas con hierro. ¡Todo ha sido con el esfuerzo de estas familias tan pobres! Es mi deseo que les ayudemos a juntar el dinero para poner el techo, antes de que vuelvan las lluvias. La anterior capilla, de barro y muy pequeña, ya no resiste muchos años más, y no puede albergar a toda la comunidad.
Mil gracias por la ayuda económica de ustedes, y por rezar para que logremos el objetivo. Recuerden que toda ayuda es importante para nosotros, y que Dios ve el corazón con que se dona.
Dios los bendiga.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE
LINK DE LA CAMPAÑA https://gofund.me/a8f29f70
¡Mil gracias a todos!
En nombre de la escuela “Nuestra Señora de Luján”, de Kangeme, les agradecemos a todos los que colaboraron para comprar los bancos, mesas, escritorios, y armarios.
Hace unos meses atrás hicimos esta campaña, y se completó muy rápidamente. Lo que yo no había podido cumplir todavía era enviarles este agradecimiento, junto con las fotos. La razón fue la demora del carpintero en terminar los bancos (pupitres). Gracias a Dios la semana pasada ya nos entregó todo el trabajo, y entonces, con el dinero que quedó pude comprar un armario, un fichero, y seis mesas para los maestros (para la oficina y para las aulas). La cantidad de bancos nos ayudará para este año y el próximo, es decir, para dos cursos completos.
Aquí les envío las fotos: los niños felices… ¡los maestros y nostros también!
Dios los bendiga. A los niños le enseñamos a rezar siempre por todos los que nos ayudan. Así que para ustedes van las oraciones de estos pequeños, desde Tanzania.
Quiero agradecer a todos, absolutamente a todos. A los que han donado mucho y a los que han donado un poco… y a los que han rezado y ofrecido sus sacrificios para que logremos esto que tanto necesitábamos. Dios mia los corazones.
Ahora los niños no deben estar todo el día sentados en el suelo… ¡Mil gracias de nuevo!
¡Firmes en la brecha!
¡Viva la misión!
¡Viva la Virgen de Luján!
P. Diego Cano, IVE