Me hubiera gustado comenzar a escribir esta crónica al inicio de los campamentos de navidad para los niños de nuestras parroquias, pero me resultó imposible. Dejé pasar la inspiración de esa primera noche, y ya luego se vino la vorágine de estos hermosos días de campamentos, oratorios, kermeses, pesebres vivientes, más campamentos, y más oratorios, primeras comuniones… y en fin, casi que es imposible darles una idea acabada de lo que vivimos en el fin de año en nuestra misión de Tanzania. Podemos decir que comenzamos con los campamentos el 18 de diciembre, y no terminamos las actividades con niños hasta el 1 de enero. Además podemos decir que los días de trabajo son muchos más, pues los preparativos, sobre todo las compras y viajes a la ciudad comienzan algunos días antes.
Entre esas compras podemos contar gran parte de la comida, calculada para cuatro campamentos de cinco días, y un total de poco menos de mil niños. Pero también se suman muchísimas compras de golosinas, dulces, y regalos. Uno de los regalos que hacemos es de caramelos y golosinas ¡para todas las aldeas! Tenemos en total 43 aldeas, así que ya es tradición que los catequistas vienen el 23 o 24 de diciembre a la oficina de la parroquia a buscar el paquete que corresponde a su aldea, y de esa manera pueden dar algo de regalo navideño a los niños de toda la parroquia. Una manera de poder hacernos presentes con un pequeño obsequio en toda la inmensa misión. También las golosinas que hay que comprar son para los tres días de kermese en las dos parroquias, es decir, un total de seis días, donde tenemos que armar una tienda para que los niños puedan comprar golosinas, y para cambiar los cupones que ganan en los diversos juegos. Y como si esto fuera poco, hay que comprar los premios y las golosinas para los campamentos, así en la clausura de los mismos reciben miles de regalos. Gracias a Dios mucha gente nos ayuda para esta obra, y podemos dar muchos premios, y regalos muy buenos. Podemos decir que muchos de estos chicos reciben su regalo de navidad en los campamentos, comen buena comida durante esos días, viven días de verdadera alegría, y por lo tanto serán recuerdos inolvidables en sus vidas.
Queremos que recuerden que los días más felices los han pasado en la iglesia, junto a Jesús. Y que más allá de los golpes de la vida, de que muchos de ellos se lleguen a apartar del buen camino, siempre ése recuerdo los traiga de regreso a la fe y a la vida de la gracia.
El día 18 de enero comenzamos con dos campamentos, uno de niñas en Kangeme, con 345 niñas; y otro de varones en Ushetu, con 115 varones. El primer día fue un poco complicado, pues además de la llegada de los niños y niñas desde lejos, estuvo lloviendo casi toda la tarde, con algunos intervalos de llovizna. A la noche, un aguacero, que obligaba a todos estar adentro. Algunos de los camiones que traían a las niñas de lejos debieron esperar para comenzar el viaje desde las aldeas, y llegaron cantando casi a las once de la noche, cuando todo el mundo dormía. Pero lo que sí fue bueno es que llovió durante toda la noche y se pudo llenar de agua los tanques que recolectan agua de lluvia. También doy gracias a Dios que no fue como el año pasado, que nos tocó un rayo durante la noche, que cayó muy cerca y que hasta nos quemó parte del sistema de luz, y algunos elementos de audio. Este año, fue mucho más tranquilo. Ambos campamentos, el de varones y de niñas, debieron lidiar casi todos los días con la lluvia, pero nada de eso hizo mengua en el espíritu de alegría.
Algo que marca el espíritu de los campamentos es la santa misa. Hemos podido percibir, todos los sacerdotes, y las hermanas, que cada año participan mejor de la misa. Es una alegría inmensa. Por otra parte, uno de los grandes trabajos de los sacerdotes es ofrecer la confesión a todos los niños que lo deseen, sobre todo pensando que muchos de ellos vienen de aldeas lejanas, donde a veces podemos ir una o dos veces al año nada más. Los niños y niñas aprovechan mucho estos días de campamento, para poder confesarse, y poder hacer buenas comuniones. Los sacerdotes hemos pasado varias horas sentados confesando. Ponemos las sillas debajo de algún árbol, estola, y no paramos de confesar por horas, mientras el resto del campamento continúa con sus juegos y actividades. Algunos días hemos confesado por casi tres horas seguidas.
El cierre de los dos primeros campamentos fue apoteótico, como se dice. Luego de la misa de clausura, fuimos a los festejos, y el gran momento esperado de los premios y regalos. Además de los premios individuales por diversas virtudes, y de los premios a los equipos que lograron mayor puntaje en los juegos, entregamos regalos a todos absolutamente. Así algunos se van repletos de regalos, golosinas, camisetas de fútbol, útiles escolares, mochilas, pelotas de volley y de fútbol… y para cada uno hacemos el regalo de una camiseta de buena calidad, que muchos de ellos luego la usan como su ropa de domingo. Este año, a estas remeras, les estampamos en el frente la imagen de la Virgen de Luján con la inscripción: “Nuestra Señora de Luján, ruega por nosotros”; y en la espalda una imagen de Cristo con la corona de espinas, una silueta de la cruz, y la inscripción: “Jesús murió por nosotros”, de Romanos 5,8. Además de una remera para cada uno, había un rosario, y una biblia de los niños con imágenes. ¡Imagínense, si pueden, toda esa alegría!
El campamento de niñas termina un día antes que el de varones, porque ellas siempre son muchas más, y por lo tanto cuesta mucho más trabajo, para los pocos que somos. Y además lo hacemos así, para poder disponer de los vehículos en el final de ambos campamentos, y de esta forma ayudar a los grupos que deben ir más lejos. Al terminar el campamento de niñas de Kangeme, pude llevar un viaje de niñas de la zona de Mazirayo en nuestro bus. Fueron todo el viaje cantando. Al pasar por el puente del río, pude ver que le faltaba muy poco, tal vez unos 20 o 30 cm nada más, para que el agua pase por sobre el nivel del camino. Cuando las dejé en el punto final del viaje, todas se bajaban de bus dando las gracias mil veces. Me enteré hace unos días que con las lluvias de esa noche y del día siguiente, a los dos días, ya no se podía pasar con el bus por ése lugar. Dios nos permitió poder llevar a las niñas a sus casas dos días antes.
Luego de esos dos campamentos hemos podido celebrar la navidad en las dos parroquias, el 25 a la noche se hizo el pesebre viviente en Ushetu (dirigido y producido por las hermanas), se hicieron los respectivos días de oratorio, juegos, y tienda, el 25 a la tarde y el 26, como es tradición aquí que la navidad se festeja dos días seguidos. El mismo 26 por la mañana tuvimos 119 primeras comuniones en Kangeme, con su festejo también. Y esa misma tarde comenzaron los dos campamentos en los que estamos ahora, de varones en Kangeme, participando 170 niños; y de mujeres en Ushetu con 225 niñas. Pero de todo lo que les he nombrado ahora, les escribiré en detalle en otra crónica, por es mucho. Mañana tenemos la clausura del campamento de niñas, y pasado mañana, el último día del año, clausuramos el de varones en Kangeme. Hay mucho para contarles.
Dios los bendiga. Mil gracias a todos los que nos han ayudado para estos campamentos. Rezamos todos los días después de la misa con nuestros niños por nuestros benefactores, para que tengan fe cristiana, paz en sus hogares, salud, y bendición para sus trabajos y negocios.
¡Muy feliz Navidad desde Tanzania!
P. Diego Cano, IVE
Comentarios 1
Estimado padre Cano, hermosa crónica,que alegría de ver la mano de Dios en su trabajo de amor, gracias por su tiempo para éste relato Dios y la Virgen los proteja siempre muy feliz Navidad y muy próspero año nuevo 2025 para todos,desde Argentina.