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Recién regreso de ir a darles los sacramentos a una mamá y sus hijos, que sufrieron múltiples quemaduras por el incendio de su casa. Pidieron el bautismo, y por la gravedad del caso, y sobre todo las complicaciones posteriores debido a la precaria atención y servicios, vimos conveniente que lo recibieran. La mamá y sus tres niños, de entre cuatro años y un año aproximadamente, recibieron el bautismo. Luego a la mamá, le administré la unción de los enfermos, y esperamos a que se mejoren para que ella pueda recibir los demás sacramentos. Es muy frecuente ver accidentes por incendios o quemaduras, pues como se cocina todo con leña, es fácil que sucedan como éstos, y otras veces accidentes de niños quemados, bebés que recién comienzan a andar, pues se acercan al fuego, o agarran las piedras calientes del fuego, o las ollas hirviendo… Es impresionante para nosotros, los sacerdotes de una zona rural, estar tantas veces cerca de casos como éstos, y ser testigos de sufrimientos muy grandes. Rezamos por la recuperación de esta familia.

Hoy, hablando con dos voluntarias que han llegado de España, les decía que al menos en mi caso, nunca llego a acostumbrarme a ver el sufrimiento de esta gente. Sobre todo cuando me toca ir a visitar a los enfermos, abuelos que están postrados y en una casa muy pobre, en habitaciones pequeñas y con pocas comodidades, y en muchos casos, con poca higiene. Siempre nos impacta, y al regresar de esas visitas, llegamos medio “shockeados”, dando gracias a Dios por cada cosa que nos concede, y por vivir, aún en la misión, tan cómoda y holgadamente, en comparación con muchas personas que nos rodean. Lo que siempre me admira es ver la tranquilidad y la paz que ellos trasmiten, cómo aceptan la voluntad de Dios, como están tranquilos en medio de esos sufrimientos, y contentos y alegres en muchos casos, aún en una vida de lo más sencilla materialmente hablando… sencillas casas, habitaciones, vestimentas, y comidas.

Ayer me llevaron a ver a dos abuelas, y en la primera casa, ni siquiera saqué fotos, pues me daba mucha pena la situación. En la casa donde la abuela vive, alguno de sus hijos vende alcohol, destilados y fermentados de cualquier cosa, que producen un alcohol sumamente tóxico, de muchos grados, y que no vale casi nada. Allí, en frente de la abuela, en el mismo patio de tierra, estaban cuatro borrachos que hablaban y discutían, y elevaban la voz por momentos, y escuchaban la música típica de los sukumas, algo así parecido a cumbias, si se puede decir algo para que se imaginen. Las hijas que habían pedido que la vaya a ver, despejaron la zona y les pidieron a los borrachos que se alejaran un par de metros de la puerta, para que pudiéramos rezar. Adentro de la casa le administré los sacramentos, de los que participó con total conciencia, pues hasta podía caminar sola, con bastante dificultad. Al salir, nuevamente fuimos esquivando a los borrachos que llegaban a saludar, o a pedir algo, como saben, la sotana tiene un imán especial para ellos… no sé si será que les llama la atención, y sobre todo que les impone un poco de autoridad. Algunos de ellos nos siguieron hasta el auto, y cuando yo les daba algún caramelo a los niños, no faltaba el borrachito que se mezclaba entre ellos. Normalmente causa gracia, y la gente se ríe, pero a mí también me da mucha pena. Sobre todo por ellos, y también por los niños, pues ellos son sus padres, sus tíos y abuelos, y allí los ven, normalmente, en esas condiciones. Pude tener una visión del estado de muchas de nuestras aldeas, de muchos de nuestros poblados, que viven eso cotidianamente.

Bueno, tal vez esta crónica les llame la atención, pero no es el fin lamentarme simplemente, o ver el panorama negativo, sino presentar la realidad más concreta que nos toca misionar en el día a día. Y de hecho los misioneros no nos desalentamos por eso, sino todo lo contrario. Vemos que lo que se hace en la misión es sumamente importante. Los misioneros, los padres y las hermanas, traemos la luz de Cristo en medio de tantas carencias y miserias morales. Las escuelas, el dispensario, los oratorios, los campamentos de niños y jóvenes, las charlas y reuniones, todo eso es el trabajo de llevar un signo de esperanza a un pueblo que estaría en un estado deplorable, si no fuera por Cristo y la fe. Muchas veces pienso en los días de cielo que esos niños pasan en la misión, con juegos, con enseñanzas, en un ambiente alegre y santo. Pienso también en el gran valor de la misa que celebra el misionero, que es la luz que alumbra las tinieblas del paganismo. Esa misa diaria en la misión, y las misas en las aldeas, aunque a veces no sean muchos los que allí llegan a rezar, en medio de gran multitud de paganos… es un sol en medio de esas oscuridades sin Cristo. El llevar los sacramentos a los enfermos, pasando por el medio de esos poblados, de esas calles, y en medio de las burlas y risas de los incrédulos. Nos alienta mucho ver ése grupo, no pequeño, de cristianos que son sal de la tierra y luz del mundo, en una sociedad que verdaderamente los necesita.

Aprovecho, antes de despedirme, a contarles dos cosas. La primera, sobre el hermano Petro, a quien le amputaron la pierna el 1º de mayo. Esta semana debió ser internado nuevamente porque se le abrió la herida y comenzó nuevamente a supurar. El jueves por la mañana lo volvieron a operar para abrir y limpiar, y tomar muestras para buscar el antibiótico adecuado. Es la quinta operación que se le hace. Por gracia de Dios él está muy bien de ánimo. Cuando hablo con él, termino reconfortado y dando gracias a Dios por conocer a un alma tan buena. Le pedí que ofrezca sus sufrimientos por la Congregación, como siempre, y también por la misión en Tanzania, por las vocaciones, y por todos los que necesitan que recemos por ellos. Le recordé a Petro, hoy mismo, que ciertamente Dios lo ha elegido por algo, y particularmente en este momento de la historia de nuestra querida Congregación. Con una sonrisa, como siempre, y con mucha paz y sencillez, me respondió: “Padre, yo estoy listo para eso”.

Lo segundo, es que perdí mi Facebook. Si, el Facebook de “misionero tanzania”, que ya llevaba once años y tenía unos 17.000 seguidores. Era un gran medio de difusión de estas crónicas, y creo que servía para hacer mucho apostolado. Lamentablemente, me lo hackearon, y luego me lo bloquearon. Hicimos todo lo posible por recuperarlo, pero no lo logramos, así que he comenzado con este nuevo, que tiene una mínima variante en el nombre, y se llama “misionero EN tanzania”. Pero bueno, ha sido comenzar de cero, literalmente… cero seguidores. Me encontré como Job, diciendo “el Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, ¡bendito sea el nombre del Señor!”. Por les cuento, especialmente para que me ayuden a difundirlo, para que se suscriban, y me ayuden a que siga adelante con las crónicas de la misión.

Recen mucho por nosotros, por la total recuperación del hermano Petro, y para que Dios nos de las fuerzas cada día para seguir adelante.

Que Dios los bendiga… y ¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE

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Comentarios 5

  1. Diana Peregrina Carrizo dice:

    Estimado padre Diego, siempre espero noticias de sus crónicas y rezo por todos sus feligreses y en especial por usted. Pude ver en Facebook el problema que tuvo con su cuenta, son cosas que pasan , no lo he perdido de vista.
    En situaciones similares (salvando la distancia de su labor a la mía claro) a las que usted afronta por tanto tirmpo, las he vivido pero por mucho menos,y rogaba a Dios no acostumbrarme ,más bien que me enseñen a dar gracias a Dios estar ahí ,por la vida,por asistir a otros etc. que nunca deje de conmoverme ante el dolor o la muerte.
    Gracias padre por sus crónicas Dios lo bendiga siempre

  2. Irene dice:

    Siempre estoy esperando las crónicas del padre Diego Cano y siempre rezo por la misión y los misioneros. Sigo en oración por el hermano Petro y también por el hermano Boniface. Que Dios los bendiga siempre.
    Desde Argentina saludos y bendiciones para todos

  3. María del Carmen Lázaro dice:

    Gracias Padre, por la generosa respuesta a su vocación!!
    Gracias por compartir su apostolado misonero, que ilumina y fortalece nuestra fe!!
    Gracias por ayudarnos a valorar, todo lo recibido gratuitamente y sin merecer!!
    Dios lo bendiga y la Virgen lo proteja bajo su manto, junto a toda la Comunidad!!

  4. Celina Ceballos dice:

    Gracias Padre

  5. Verónica dice:

    Padre Diego Cano, recién lo estoy leyendo y me llega al alma su misión!! Me ayuda a hacer la mía con una mamá que tiene 93 años. Doy gracias a Dios que me permite cuidarla. Le pido a Dios me de más caridad y amor .
    Rezaré por Perro y por las familias que mencionó, que viven en condiciones muy precarias y también por los borrachos , para Que Dios ayude a esos niños y a todos uno por uno, para que Dios toque sus corazones.
    Dios lo siga bendiciendo Padre Cano🙏Cuente con mi oración al menos uno más de suma a esta cadena de Rosario humano. 🙏

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