Nueva Iglesia de San Pío de Pietralcina en la misión – P Diego Cano (Tanzania)

Mahanga, Ushetu, Tanzania, 17 de octubre de 2022

Es una gran alegría poder escribirles esta crónica para contarles que hemos podido construir otra iglesia en una de las aldeas de la misión. Una capilla dedicada a San Pío de Pietralcina, en Itumbo. Y la alegría es muy grande pues la hemos podido terminar completamente, es decir, sin dejar nada por hacer allí, pues tiene hasta los bancos para toda la gente, altar y ambón, sacristía, habitación para el misionero con baño privado, y completamente pintado todo el edificio por dentro y por fuera. Una gracia de Dios, obtenida por medio de una familia que nos donó todo, hasta el último centavo que se necesitaba. Agradecemos a Ruprecht y Waltraud, y Familia, por tan generosa ayuda, y por otras miles de ayudas que nos han dado para la misión.

Les digo que es una alegría muy especial, pues también para los misioneros es un sueño poder construir iglesias… expresión externa de la devoción, lugar de oración, casa de Dios, presencia de Dios en medio de esas aldeas llenas de paganismo, signo de que Dios habita en medio de ellos. Ciertamente que el edificio no es todo, pues lo que más importan son los fieles, las almas redimidas por la Sangre de Cristo. Podríamos tener templos vacíos, y no serían más que edificios… sin vida. Pero aquí en la misión Dios nos concede tener ambas cosas, una comunidad viva y que va creciendo, y a la vez poder construir el templo material.

Esta aldea queda en la zona del sur de la parroquia de Ushetu, que miles de veces les he contado que se trata de la zona más pobre de la parroquia, y más alejada. Queda del otro lado del río que nos separa de nueve aldeas. Dicho río está completamente seco en época de sequía, y en tiempos de lluvias, dependiendo del año, puede llevar mucha agua, lo cual hace imposible poder cruzar con vehículo. Por esa razón esa zona se encuentra siempre más postergada, en todo sentido, de progreso material y también, porqué no decirlo, también del espiritual, pues no es posible ir con la frecuencia que quisiéramos.

Recuerdo que por el año 2013 o 2014 estuve celebrando la misa en esa aldea por primera vez para mi. Celebré en una pequeña capilla, cuyo edificio se conserva, y en aquella ocasión tenía techado sólo la mitad del templo. El sacerdote y los niños estaban bajo techo, y el resto de la gente, dentro de la iglesia, pero al rayo del sol. Ahora, en campo, se construyó un iglesia grande, con forma de cruz, y con muy buenos materiales, con columnas y vigas bien fuertes y anchos, con doble hilera de ladrillos en la parte inferior, hasta la altura de las ventanas. La iglesia destaca desde todas partes, incluso con gran alegría pude constatar que se la llega a ver desde casi cuatro kilómetros de distancia, pues el poblado está en una loma, y la capilla es el edificio más alto del pueblo.

Para la inauguración queríamos hacer una gran fiesta, no sólo con la gente de la aldea, sino también de las aldeas vecinas y de la parroquia entera. Por eso elegimos inaugurarla el sábado 8 de octubre pasado. Cada año hacemos una peregrinación caminando desde la iglesia parroquial de Ushetu hasta el centro de Nyasa, hasta la Virgen de Fátima, recordando la última de sus apariciones. En esa peregrinación, cada año, pasamos por Itumbo, pues queda cinco kilómetros antes de Nyasa. Entonces éste año decidimos terminar la peregrinación en Itumbo, y de esa manera podríamos hacer una gran fiesta, con mucha gente, proveniente de muchos puntos de la parroquia.

Salimos como es nuestra costumbre, bien tempranito, caminando desde Ushetu, antes del amanecer. Llevábamos en una camioneta la imagen de la Virgen de Fátima, bien grande, muy hermosa. La caminata fue de unos 18 km, que los recorrimos en cuatro horas. Al llegar a Itumbo era realmente una gran multitud la que cantaba, bailaba, y aclamaba a la Virgen. Para la inauguración del templo invitamos a las autoridades civiles de la aldea, y también a los representantes de las diversas religiones que están en el lugar. Al terminar la misa hicimos la bendición de la iglesia, la bendición de dos placas recordatorias de los donantes, para que la gente de este lugar siempre rece por ellos, a perpetuidad. Un feligrés había traído unos árboles para plantar como recuerdo del acontecimiento, y así lo hicimos, uno con las autoridades civiles, y otro con algunos feligreses de la iglesia pentecostal. Después tuvo lugar el almuerzo, que habíamos preparado para 1.000 personas. Un fiestón por donde se lo mire. Luego de la comida se hicieron bailes y cantos, en el espacio entre la iglesia nueva y la antigua, debajo de unos toldos, con mucho calor, pero en un clima de inmensa alegría.

Va aquí en esta sencilla crónica, nuestro agradecimiento, nuevamente, a los donantes. Que son el rostro visible de la bondad de Dios para con nosotros, instrumentos que Dios mismo ha usado para otorgarnos sus beneficios. Agradecemos a la Virgen María, nuestra Madre, y a San Pío de Pietralcina, por su intercesión, para que pudiéramos llegar a ver esto.

Para los misioneros es un gran consuelo ver crecer la misión, y poder decir que lo vemos y percibimos con nuestros sentidos… la misión crece, aún en medio, como siempre, de miles de dificultades. Crece en cantidad de feligreses, y crece en calidad, pues cada vez son más las personas en esos lugares lejanos que reciben la comunión, que se casan y regularizan su situación matrimonial, y que comienzan un camino de perfección cristiana.

¡Gloria a Dios! ¡Viva la Virgen de Fátima! ¡Viva San Pío de Pietralcina! ¡Viva la misión!

¡Firmes en la brecha!