Ojos que no ven, pero corazón que siente

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Ushetu, Tanzania, 3 de agosto de 2018

Hace un tiempo atrás, cuando tuvimos la visita de nuestro provincial, hemos podido llevar otra imagen de la Virgen a uno de los centros de nuestra parroquia. Estas imágenes las compramos en Egipto, y aprovechando los viajes de nuestros provinciales, de las hermanas y de los apdres, o de los misioneros que deben ir para alguna actividad como capítulos, o convivencias, etc., las traemos en el avión. Gracias a Dios nunca hemos tenido dificultad en traerlas, y siempre han llegado en muy buen estado.

Esta imagen de la Virgen la habíamos pensado para la iglesia de Uyogo, porque es la iglesia principal de ese centro y queremos que cada centro tenga su imagen grande. Luego comenzaremos a equipar de a poco a cada capilla con la suya, tal vez mas pequeñas. Para llevar la imagen y entronizarla por primera vez organizamos una procesión con la misma, desde algún punto que no sea tan cercano, así mostramos que se trata algo importante, y también se hace mayor apostolado pasando por donde hay más gente.

Se preparó todo en el lugar donde estamos construyendo la capilla de Magereza. Es un lugar realmente muy lindo, en cuanto al paisaje, porque está un poco apartado, y tiene una muy linda vista de pequeñas montañas hacia el sur oeste. En este lugar actualmente sólo están los cimientos construidos de una futura capilla para ésa villa. Esta aldea está a sólo tres kilómetros de Uyogo, donde llevaríamos la imagen, así que nos pareció conveniente comenzar desde ese lugar.

Los fieles se congregaron temprano. Los catequistas y líderes habían hecho una muy buena preparación. Allí nos estaba esperando un nutrido grupo de personas para comenzar la procesión. Llegamos junto con el Provincial, el P. Gabriel Romanelli que estaba de visita en esos días en nuestra misión. Había un muy buen grupo de niños, de gente grande, el coro, y sobre todo destacaba el grupo de la Legión de María. Las mujeres estaban vestidas con colores celestes y blancos, con los que distinguen. Estaban en primera fila, y realmente contentas de saber que tendrían esa hermosa imagen en su capilla. Por eso les pedimos que fueran ellas las que cargaran la imagen hasta la iglesia de Uyogo, turnándose para cargar el anda.

Durante el recorrido se fueron sumando más niños y adultos, y la procesión llegó a tener una participación notable, que ayudaba al testimonio misionero ante quienes nos veían pasar. Como siempre se dan casos de gente que se sorprende mucho al ver una procesión, pero de manera especial en este lugar se notaba mucha indiferencia. El caso es que es un centro bastante poblado, y donde los martes funciona un mercado muy grande. Viene mucha gente, y por lo tanto, como en todo mercado, se atrae mucha gente con música, con vendedores, gente que ofrece arreglar herramientas, etc. Tal vez por eso a muchos no les llamaba la atención y seguían con sus cosas.

Pero lo bueno es que los que participaban de la Misa, cantaban cada vez con más fuerza, sobre todo al pasar por el centro del pueblo. Al llegar a la iglesia se le hizo a la Virgen una calle de honor para que pase por el medio, entre aplausos, cantos, bailes, manos que la saludaban, y vigelegeles. Fue muy hermosa y muy alegre la recepción de la imagen.

Luego de un tiempo de descanso y de un tiempo para las confesiones, comenzamos la Santa Misa.

Al terminar la misma tuvieron lugar los festejos. Habían preparado no sólo la comida para todos los presentes, con mucho sacrificio y esmero, sino también habían preparado cantos y recitados. Las niñas hicieron cantos con letras escritas para la ocasión, lo mismo que el coro del lugar. Un profesor escribió un poema, que lo cantó con una melodía muy simple, como es costumbre en estos lugares. Todos destacaban el agradecimiento de recibir la imagen de Nuestra Señora, y le daban el nombre de Inmaculada. Insistían en que había que honrarla, y sobre todo evitar ofenderla con nuestras faltas.

Pero tal vez un episodio que destacó en ése día sucedió luego de la Misa. Todos estábamos festejando, se cantaba dentro de la iglesia, y vinieron las señoras de la Legión de María para sacarse una foto junto a la imagen. Una de ellas es ciega, y me llamó mucho la atención la alegría que mostraba. En ese momento pensaba en que su alegría era grande, y sin embargo no podía disfrutar de ver y contemplar la imagen. Luego de tomarnos la foto le pregunto si quería “conocer la imagen”… se alegró y se sorprendió. Tomándole sus manos con las mías comencé a guiarla para que la reconociera. “Esta es la corona, éste el cabello, aquí está el rostro… ojos, nariz, boca…”. Ella iba a tocando con gran respeto pero a la vez se dibujaba una gran sonrisa en su cara. “Aquí están sus manos… aquí los pies… ¡Mire qué grande es la imagen!” “Si, ¡es grande, y muy linda!”, respondió, dejándonos a todos asombrados con esas palabras, y con su alegría al poder “ver a la Virgen con sus manos”.

Son estos ejemplos de devoción sincera y sencilla que nos golpean… que nos sacan de nuestra rutina y acostumbramiento. Nosotros siempre “vemos”, y muchas veces sin “sentir”; aquí nos preparó Dios unos “ojos que no ven, pero un corazón que siente”… para que aprendamos nosotros.

¡Firmes en la brecha!

P. Diego Cano, IVE.

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