Cultura Jedionda – P. Miguel Á. Fuentes, IVE

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El Informe de la Comisión Independiente sobre Abuso Sexual en la Iglesia (CIASE) es realmente devastador[1]. Fue solicitado por la Iglesia en Francia a inicios de 2019, y arroja el espeluznante número de 216.000 casos de abusos, extensible a más de 300.000. Si un solo escándalo de este tipo mereció la más dura condena de Jesucristo en el Evangelio (Lc 17,2), ni siquiera podemos imaginar la repugnancia divina ante el verdadero espectáculo dado por los hombres, al margen de como sean los verdaderos números del problema. Y esto no lo digo sin razón, según me explicaré más abajo. Pero sin meternos en esta razón (o razones), de las que tantos otros se han ocupado (tímidamente, los más), demos un paso obligado… que prácticamente nadie da.

El Informe dice expresamente (n. 68, pág. 39), basándose en estudios anteriores, que, durante el período analizado (setenta años: 1950-2020), se calcula que en la sociedad francesa se han cometido cinco millones y medio de abusos a menores. De estos, los realizados por sacerdotes, religiosos/as y laicos católicos, representan el 6% del total[2]. El 94%, continúa diciendo el Informe (pág. 40), han ocurrido en otros círculos: la familia, los amigos, la escuela pública, las colonias o campos de vacaciones, los clubes deportivos y las estructuras de actividades culturales. ¿Queda algún ámbito fuera?

Si a los 5,5 millones le restamos los 216.000 que el informe supone ocurridos en ambiente eclesiástico, nos quedan todavía 5.284.000. Esto significa —período de 70 años— unos 207 abusos diarios, es decir: 8,6 abusos por hora. Un abuso cada 7 minutos, suponiendo que los franceses abusadores no duerman por las noches. Si estos lo hacen como todo el mundo (dormir, digo), para que los guarismos dados por la Comisión sean verdaderos, deben abusar a menores (…no olvidemos que el Informe se ciñe exclusivamente a abusos de menores) a razón de uno cada cuatro o cinco minutos.

Si alguien dice que esto es una exageración, no voy a negarle yo el derecho de queja. Pero debo exigirle que no olvide aplicarlo a todas las acusaciones del Informe, incluidas las que se hacen contra la Iglesia, que son casi todas.

Pero si aceptan los números como reales (como los aceptan todos los medios que solo resaltan lo que el Informe refiere respecto de la Iglesia, ya que, como buenos tuertos, son tuertos-pero-no-tontos, es decir, miran solo lo que les conviene), entonces, además de preguntarse por lo que ha pasado en la Iglesia (y está muy bien que lo hagan) habrán de preguntarse por lo que ha pasado —y está pasando y seguirá pasando si no cambian las cosas— en la sociedad toda.

Estoy convencido de que los números dados por la Comisión no responden a la realidad. A decir verdad, el mismo Informe dice que son estimativos, solo que calculan un error de 50.000 para arriba o para abajo. Si tenemos en cuenta que en la Torres Gemelas, con dos aviones y un edificio de 94 pisos, murieron 3.000 personas, errar en 50.000 (18 veces más), no es pasarme un poco en la sal. “—Disculpe, le he traído su sopa de garbanzos, pero no recuerdo si le puse tres gramos de sal, o si preparé sopa de sal y le añadí tres garbanzos”. Sauvé seguramente gana más plata como juez que como cocinero.

Los números están abultados —quizá abultadísimos— sencillamente porque se trata de proyecciones en base a una muy pequeña cantidad de casos reportados, y una casi ínfima de procesos llevados a juicio para comprobar la veracidad[3].

Porque, señores, a ver si nos entendemos: decir que Juancito tiene diez virtudes cuando tiene tres, es una exageración, pero, en todo caso, el engrandecimiento no le hace injuria; en cambio decir que Pedrito mató a dos personas cuando solo le quitó la vida a una, siendo menor en cuanto a la exageración, al cargarlo de un crimen que no cometió, aunque no se trate sino de uno solo más, equivale a cometer una injuria y una injusticia que, en algunos casos, puede ser apenas un poco menos grave del crimen que le achacamos al imputado. Porque la calumnia es algo grave y no admite tolerancia alguna en tanto destructora de la convivencia civil; no es menos grave porque a alguien le echen sobre la espalda tan solo un muerto que él no mató, o meramente un abusado del que no abusó. “—¿De qué te quejas, manito, si te acusé de un solo muertito?”. Si olvidamos esto, dejémonos de informes y empecemos a barajar y repartir de nuevo los principios elementales de la moral y de la convivencia social. O sea, volvamos repasar los diez mandamientos de la ley divina y natural. O pongámonos un taparrabo y a alancearnos los unos a los otros.

Pero al margen de esto —que no es tan marginal, sin embargo—, vale la pena hacer el ejercicio mental de aceptar por válidos los datos dados por el Informe y preguntarnos lo que realmente significarían. O, por lo menos, si no significarían algo más de lo que la prensa nos lee (como en las sociedades totalitarias de las distopías, donde el Estado te dice cómo tienes que leer y entender y pensar cada cosa).

Pues bien, si significan algo es esto: la sociedad está podrida. El Informe —que cita, como dijimos, estudios anteriores— lo dice de la francesa, pero no creo que las demás sean tan distintas. Vean el documental de Erik Gandini, “La teoría sueca del amor” (“The Swedish Theory of Love”), de 2015, sobre el estilo de vida en que los nórdicos han cifrado la felicidad y el amor, para darse cuenta que la realidad no debe ser tan diversa en esas otras sociedades. Entonces esas cifras que huelen a carne podrida en la sociedad francesa y que manifiestan la descomposición del último medio siglo, ¿a qué aluden? A los efectos de la secularización de la que Francia se ha jactado siempre de ser paladina sin par. Son las consecuencias de la Revolución francesa, y del Mayo francés del ’68, tan rosado y mentado. “Libertad, igualdad, fraternidad” y sálvese quien pueda porque todo vale. Es lo que pedía la juventud universitaria cuando marchaba por las calles de París liderados por un pedófilo confeso (Daniel Cohn Bendit[4]), y exaltaban la revolución de los instintos de Marcuse a quien aludían sus pancartas, al tiempo que escribían en los muros de la Sorbona “Prohibido prohibir” y “Desabrochen el cerebro tan a menudo como la bragueta” en los del teatro Odeón.

Todo es lícito para esos cerebros embraguetados que han exaltado a los más preclaros defensores de la libertad sexual, pero también de la pedofilia y de la pederastia (sin que la intelectualidad ni la prensa dijera nada en contrario por más de medio siglo): Michel Foucault, Louis Aragon, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, André Glucksman, etc. (para nombrar solo algunos de los 80 intelectuales que firmaron la petición —publicada el 23 de mayo de 1977— pidiendo la despenalización de las relaciones sexuales entre adultos y menores de 15 años[5]). Y todo lo que esta sociedad francesa —y no solo ella— defiende: aborto libre, sexo libre, prostitución oficializada, pornografía libre, calumnia libre, droga libre, divorcio a la carta, homosexualidad incensada, abandono de la familia, burla de la religión (Charlie Hebdo), ideología de género, suicidio y eutanasia a petición (a esta altura, impuesta a los que no la quieren pedir), etc. ¿A dónde va a parar todo esto? Entre otras cosas a lo que el referido Informe dice (en un parrafito que se lee rápido, pero en voz baja y sin repetirlo mucho) de toda la sociedad francesa, para pasar luego a subrayar, resaltar y poner en negrilla exclusivamente la parte donde el sujeto es “la Iglesia Católica”. A saber: que la carne se pudrió. Debemos pedirle prestadas las palabras a Marta: “Señor, lleva cuatro días muerto y ya hiede” (Jn 11,39). Ózei, dice el texto griego; del verbo ózo, que quiere decir apestar, heder. En América decimos “jiede” y “jedor”, y el calificativo lo transformamos en “jediondo”[6]. Cultura Jedionda.

Y el Informe, aunque exagere lo que dice de la Iglesia católica —y creo que exagera mucho y mezcla mucho— igualmente refleja algo que ózei, jiede, en toda la sociedad y golpea a la misma Iglesia. O sea, hay que reconocerlo, muestra que también la Iglesia tiene cosas que se pudren. Concretamente, en ella se pudre todo y todos los que se apartan del Evangelio, para volcarse al Mundo en sentido bíblico: mundo mundano, vacío, satanizado. Mundo al que, por el contrario, está llamada a preservar de la putrefacción. Jesús la comparó con la sal que uno pone en la carne para preservarla de la descomposición. Pero dejó bien claro que si deja de ser sal, identificándose con la carne que debería salvar, se pudre junto con esta. Ese 6% de mugre que —si aceptamos los datos en toda su amplitud como verdaderos, aunque más no sea por hipótesis— ella ha representado en este escandaloso episodio, ha sido causado por quienes dejaron de ser lo que debían ser, pasando a asimilarse al Mundo del que debían distinguirse para poder salvarlo. Ese 6% que corresponde al mal realizado por personas podridas relacionadas con la Iglesia (sacerdotes, religiosos o laicos), corresponde a una parte muy pequeña de la Iglesia en Francia. Sus enemigos querrán describir el fenómeno como si afectara a toda la Iglesia, pero no es así[7]. Igualmente es inexcusable; eso no está en discusión. Pero, vuelvo a insistir, pasó lo que pasó por infidelidad a lo que Dios y la Iglesia mandan y por identificarse con el Mundo.

Ese Mundo que ahora, sin reconocer lo que él mismo ha hecho —y hace— pudriendo la sociedad (no olvidemos: es el responsable del 94% de la mugre), desvía la atención de sus pecados hacia una parte de los culpables. El único problema es que así solo se podrá organizar un festín anticlerical, mientras el cáncer avanza en esta etapa terminal.

P. Miguel Ángel Fuentes, IVE

 

Notas:

[1] Se puede consultar íntegro en francés en: https://www.ciase.fr/medias/Ciase-Rapport-5-octobre-2021-Les-violences-sexuelles-dans-l-Eglise-catholique-France-1950-2020.pdf. Se trata de un informe realizado a pedido de la Conferencia Episcopal Francesa y financiado por ella misma. Lo llevó adelante el juez Jean-Marc Sauvé y un amplio equipo. Abarca el período de 1950 a 2020 en Francia.

[2] Voici: “La première est que, comme on pouvait s’y attendre sur la base d’études antérieures, des violences sexuelles également massives se sont produites à l’échelle de la société française : 14,5 % des femmes et 6,4 % des hommes, soit environ 5 500 000 personnes, ont subi pendant leur minorité de telles violences. Les violences commises par des clercs, des religieux et des religieuses représentent un peu moins de 4 % de ce total. Celles commises par des per sonnes en lien avec l’Église catholique (y compris des laïcs) représentent 6 % de ce total” (§0068).

[3] El Informe se basa en cálculos proyectados a partir de un sondeo online de 28.000 personas. Se trata, pues, de proyecciones estadísticas, basadas en sondeos. Pero el resultado es, en boca de todo el mundo (porque esto es así de simple), unas 300.000 acusaciones en el aire. “Supuestas”; es decir, puede ser o no ser; ser menos o más. Pero acusar de un delito no puede ser fruto de una proyección. Sobre todo de un delito grave: un abuso a un menor (término, a su vez, amplísimo, que va de una agresión verbal a una violación sexual), con consecuencias para toda la vida (concepto, a su vez, amplísimo también: psicológico, moral, médico, religioso…). Si existe es algo aberrante, pero si no existe… es un delito aberrante achacárselo a cualquiera. No se trata de dejar impune nada, sino punir el delito demostrado y no punir lo que no se demuestra, porque si no se demuestra no se puede “castigar por las dudas”, como hacen los padres locos. Y ojo que echar lodo moral con “una proyección estadística” es también un castigo, que, si es falso, es también delito y se llama calumnia. Si una sociedad, para combatir un delito grave, como puede ser el abuso de un inocente, está dispuesta a hacerlo mediante otro delito como la calumnia, entonces, solo perpetuará los delito, cambiando unos por otros.

[4] Lo confesó él mismo en su libro Le Grand Bazar (1975).

[5] «Lettre ouverte à la Commission de révision du code pénal pour la révision de certains textes régissant les rapports entre adultes et mineurs», que se puede consultar en el original en esta dirección: http://www.dolto.fr/fd-code-penal-crp.html (Archivo Françoise Dolto). Sugiero la lectura del artículo publicado el 24 enero de 2020, en Página 12, por Ariana Saénz Espinoza, Intelectuales franceses cuestionados por su apoyo a la pedofilia, a propósito del libro de Vanessa Springora, El Consentimiento (2020), donde relata los abusos sufridos por ella de parte del intelectual Gabriel Matzneff cuando ella tenía 13 años y él 49, y “la complacencia de los círculos intelectuales y literarios franceses” (https://www.pagina12.com.ar/243263-intelectuales-franceses-cuestionados-por-su-apoyo-a-la-pedof.). “Su libertad de «dandy libertino» —dice la autora del artículo— no solo le permitió tener relaciones abusivas con niñas y adolescentes vírgenes, que a menudo esperaba a la salida del colegio, o consumir a niños de entre 9 y 13 años durante sus viajes a las Filipinas, sino contarlo en libros autobiográficos que fueron publicados en las más prestigiosas editoriales francesas”. A pesar de esto en 2013 recibió el premio Renaudot de ensayo.

[6] F. Osán de Pérez Sáez y V. Pérez Sáez, Diccionario de Americanismos en Salta y Jujuy, Buenos Aires (2006), 456.

[7] Y si uno lee el Informe completo, también esto queda muy matizado y hay muchas aclaraciones por hacer.

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Comentarios 4

  1. P. Miguel..
    Hay que buscar la verdad, caso por caso, no se puede juzgar estadísticas, si bien hubo mucho tiempo de silencio culposo, ahora hay que mostrarlo con hechos.. que den nombres y apellidos las víctimas de abuso.. y se haga justicia con todos los implicados.

    Y. como dice Nuestro Señor, “La verdad los hará libres. El remedio es dar luz, y aclarar todo en la Iglesia.
    Le pedimos a Maria Santísima, nos ayude para que Nuestra iglesia sea pura y Santa, como la fundó Nuestro Señor Jesucristo por todo el bien que ha hecho en el mundo. 🙏 saludos Padre Miguel y gracias, por este informe por más doloroso que sea.
    Maria.

  2. Ana Lorena Arrieta Aguilar dice:

    Muchas gracias,padre Miguel, las víctimas eran niños ,crecieron con grandes traumas y frustraciones, veo que no se refieren a ellos,solo son un número en las estadísticas, solo un niño abusado ya hay crimen, esa personita le reboraron la paz,su integridad, su inocencia,muy posible su desviación, se llenó de odio,rencor,dolor,etc.De ser una persona normal,pasó a ser un individuo que se reveló contra DIOS x el daño de un adulto.Me duele tanto que sólo se vea lo que sufre la Iglesia . Bendiciones

  3. Maria Bernarda dice:

    Muchas gracias Padre por aclarar, con mucha altura y sobretodo conocimientos,

  4. Madeleine Bohorquez, dice:

    Gracias padre por el informe, y si duele mucho las víctimas de esos horrendos actos, Dios perdone tantas ofensas y las víctimas hayan podido superar ese doloroso episodio de sus vidas, desde ya ni oración por ellos

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