Decía Nicetas en su Comentario al Credo: “¿Qué es la Iglesia, sino la asamblea de todos los santos?”
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Es decir, la comunión -común unión- de los santos. Santo Tomás explicaba: “Como todos los creyentes forman un solo cuerpo, el bien de los unos se comunica a los otros… Por eso debemos creer que existe una comunión de bienes en la Iglesia. Y como el miembro más importante es Cristo, ya que Él es la cabeza, el bien de Cristo es comunicado a todos los miembros”. Y magnífica es la expresión del Catecismo Romano: “Como la Iglesia está gobernada por un solo y mismo Espíritu, todos los bienes que ella ha recibido forman necesariamente un fondo común”. ¡Un fondo común! Como el fondo común que beneficia a padres, esposos, hijos, hermanos… en una familia unida por el amor, así nosotros tenemos un fondo común con los santos del Cielo y con las benditas almas purgantes, y con los corazones heroicos, puros, sufridos, leales y de inquebrantable fe de nuestros hermanos, los santos contemporáneos que no conocemos, pero que actualmente deambulan en la historia. Nosotros, los espiritualmente pobrísimos, somos, en realidad, ricos con las riquezas de nuestros hermanos. Esta es una verdad magnífica, consoladora y que debemos entender a fondo. Les ofrezco la siguente homilía.
P Miguel Fuentes, IVE
Comentarios 1
Muchas gracias por tomar este tema y otros .Estoy muy agradecida.