Dice el libro del eclesiástico: Con tres cosas me adorno y me presento, hermosas ante el Señor y ante los hombres: la concordia entre hermanos, la amistad entre los prójimos y la armonía entre mujer y marido[Eclo 25,1].
La concordia está presente donde reina la caridad; porque «La caridad nos une a Dios, la caridad cubre la multitud de los pecados, la caridad lo aguanta todo, lo soporta todo con paciencia; nada sórdido ni altanero hay en ella; la caridad no admite divisiones, no promueve discordias, sino que lo hace todo en la concordia; en la caridad hallan su perfección todos los elegidos de Dios y sin ella nada es grato a Dios.»[san Clemente, Carta a los Corintios]
Jesucristo quiere que todos sean uno y para guiar mejor al hombre hacia esa unidad con el Padre y el Espíritu Santo, ha querido hacernos parte de su única iglesia; la que tiene un solo Señor, una sola Fe, un solo bautismo y una sola Madre para conducirnos al cielo.
El deseo de Jesucristo es que reine la paz y la unidad entre los hombres; cuánto más debemos nosotros, sus seguidores, convertirnos en ejemplo de concordia para el mundo, por eso Él mismo se dirige al Padre suplicándole: Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.
Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia