El P. Dr. Julio Meinvielle denuncia aquí el alud progresista de los años 60, que hizo que muchos bautizados –laicos y clérigos por igual– se involucraran en “lo temporal” olvidándose de “lo eterno”.
Es muy difícil caracterizar con precisión los errores y desviaciones en que incurre el progresismo cristiano en casi todos los aspectos de la doctrina y de la vida religiosa. Algunos mantienen algún error o desviación y otros, otras. La enumeración que vamos a realizar, ni es exhaustiva ni es formulada por todos los que se dicen progresistas.
En primer lugar, hay en los progresistas, sobre todo seminaristas y sacerdotes, un desprecio bien marcado de la filosofía y de la teología de Santo Tomás; sabido es que para la Iglesia, Santo Tomás de Aquino es el primer Doctor que ha logrado una síntesis hasta ahora insuperable de las enseñanzas cristianas y las ha expuesto en un cuerpo de doctrina que forman toda una arquitectura. Pues bien, los clérigos progresistas desprecian la filosofía y teología tomista, arguyendo que toda ella está en dependencia de una ciencia arcaica y superada ya definitivamente. Luego, así como esa ciencia ha caducado, también caduca la metafísica y la teología de Santo Tomás. No es difícil advertir el error de estos clérigos progresistas. La metafísica y la teología son independientes de la ciencia experimental que poseía Santo Tomás; lo importante en aquella metafísica y en aquella teología, es la formulación de los primeros principios de la realidad y del ser. Rechazar a Santo Tomás, es rechazar la filosofía del ser, y caer por lo mismo en una filosofía de la idea, de la vida, del devenir, de la existencia. Por ese camino se hace imposible alcanzar el ser y por lo mismo, poner en contacto racional al hombre con Dios, su Creador. Por ese camino el hombre cierra el camino de su inteligencia hacia Dios y se hace incapaz de levantar una teología que respete los fundamentos naturales y racionales, sobre los cuales se ha de apoyar luego la Revelación y la teología.
En los progresistas de que estamos hablando, hay una tendencia a revisar todos los tratados de la teología escolástica y tomista, con el pretexto de que se debe tomar contacto con las fuentes, a saber, con la Biblia y la enseñanza de los Padres. Esta tendencia puede ser buena si no se niega el progreso legítimo que se ha operado con las grandes disquisiciones y tratados de los doctores posteriores, pero los progresistas desprecian estos estudios y tratados; quieren volver a una teología puramente bíblica y patrística. Esta tendencia es tanto más peligrosa y se convierte en fuente de innumerables errores, si tenemos en cuenta que hoy la Biblia está sometida a un bombardeo criticista demoledor por parte del nuevo racionalismo. Hay exégetas, como por ejemplo Rodolfo Bultmann, que están empeñados en desmitizar, como ellos dicen, el Kerygma cristiano. En esta tarea reducen a muy poco la palabra divina de la Escritura, so pretexto de que todo es mito, incluso la Resurrección del Señor. Sabido es que algunos biblistas católicos rechazan, por ejemplo, la infancia del Evangelio de San Lucas, y dicen que el Magnificat no es un cántico pronunciado por la Virgen. Se abre así, por este camino, las puertas a la destrucción total del Antiguo y del Nuevo Testamento de las Escrituras Sagradas.
Al rechazar la teología de Santo Tomás, recomendada insistentemente por el Magisterio de la Iglesia, se han de inventar nuevas teologías, apoyadas por falsas filosofías, como por ejemplo en el historicismo, evolucionismo y en el existencialismo. Sabido es como Pío XII en la “Humani Generis”, ha condenado todas estas tendencias peligrosas de la nueva teología. Pero el progresismo no hace caso de las advertencias de los Papas. Otra desviación grave del progresismo, es el rechazo y la disminución que hace de la autoridad del Papa y de la Curia romana, rechazando el magisterio ordinario de la Iglesia; en este punto los progresistas formulan las afirmaciones más pintorescas. Para ellos, cuando muere un Papa, pierden valor todas las verdades por él enseñadas. Este error es tanto más grave cuanto es conocido que las enseñanzas de los Papas giran alrededor de la Revelación y del orden filosófico natural que guardan un valor permanente; por ello es que los Papas en sus documentos invocan doctrinas del Magisterio anterior de sus predecesores.
La campaña de desprecio del Magisterio de la Iglesia va acompañada asimismo de una campaña contra la persona de grandes Pontífices, como por ejemplo de Pio XII. No se le perdona a este Papa que haya promulgado en 1950 la “Humani Generis” contra las desviaciones de la nueva teología; tampoco se le perdona que haya condenado el movimiento de los “prêtres ouvriers” y haya puesto término a los desmanes de algunos teólogos dominicos, y haya canonizado a San Pio X.
Algunos progresistas, sobre todo en Francia, presentan una imagen de la Iglesia como si su centro, que está en Roma, tendría por función frenar, mientras que la periferia seria dinámica y empujada por el Espíritu. La mano romana que frena, se dice, es retrógrada y esterilizante, mientras que el motor de la periferia da muestras de inteligencia de las situaciones y de audacia apostólica.
Los progresistas, llevados por un falso ecumenismo, se atreven a rebajar los privilegios de la Virgen y así se oponen, por ejemplo, a que se le reconozca a María o se le dé el título de Medianera Universal de todas las Gracias.
Los progresistas, renovando los errores del pelagianismo, están también llevados a negar u oscurecer la noción de pecado y de infierno. Fundándose en tesis del psicoanálisis y de la psicología profunda, se ven movidos a negar la malicia y la responsabilidad del pecado, sobre todo los pecados sexuales.
En la vida espiritual, hay en los progresistas un empeño en suprimir el esfuerzo de los actos y de las prácticas individuales en beneficio de una piedad exclusivamente comunitaria. En estos errores, suelen incurrir los progresistas de un liturgismo comunitario exagerado.
Habría que señalar también los errores y desviaciones de un personalismo peligroso que lleva a formular la tesis de la libertad religiosa como la de un derecho a profesión publica de cualquier error y que elabora toda una moral individualista o de la situación.
Fuente: P. Julio Meinvielle, El Progresismo Cristiano, Cruz y Fierro Editores, Buenos Aires 1983, págs. 11-23.
Publicado originalmente en: P. Julio Meinvielle, Un Progresismo Vergonzante, Cruz y Fierro Editores, Buenos Aires 1967.
Comentarios 1
Queda muy claro lo actual y profético que fue el Padre con sus análisis frente a lo el que veía en sus tiempos .
Si el estuviera vivo, reconocería inmediatamente las consecuencias de lo que el vió y presenció.
Hoy la iglesia está en crisis frente a un movimiento que viene de todas direcciones y que busca sacarla de la Tradición con “T” mayúscula, de lo que enseñaron los Apóstoles y los Padres de la Iglesia y pretenden desfigurar con nuevas y “actuales” interpretaciones, lo contenido en la Santa Escritura.
Queda, Orar, Evangelizar y prepararse en Apologética para saber dar razón de nuestra fe con los mismos argumentos que los que nos precedieron.