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1. Es necesario priorizar

No es necesario haber vivido mucho para darte cuenta de que en la vida necesitas establecer ciertas prioridades si no quieres volverte loco o desarrollar una neurosis. Porque la realidad es que no podemos hacer todo lo que quisiéramos al mismo tiempo. Cuando aceptamos este hecho -y lo ponemos por obra- hay un antes y un después en nuestra maduración personal. La razón es porque priorizar exige renunciar a todo aquello que no es prioritario.

Y no basta con que te impongan renunciar, sino que tú debe querer hacerlo en favor de algo más importante, porque es lo que la realidad de las cosas te exige. Aunque siempre es necesario usar la virtud de la prudencia, hay cosas que por sí mismas tienen más valor que otras.

Así, un esposo debe priorizar entre ir con sus amigos o atender a su esposa. Una esposa debe priorizar entre pensar en ella misma o pensar en sus hijos. Una estudiante debe priorizar entre ella estudiar más para un examen o ayudar a una amiga que no entiende tanto. Los esposos deben priorizar entre alcanzar más títulos profesionales o disponerse a tener una familia sólida. Un religioso debe priorizar entre terminar una actividad que sabe que no es urgente o ir a hacer adoración al Santísimo con recogimiento o a rezar el breviario devotamente.

La prioridad que le des a algo depende de contra qué lo estás comparando. De ahí sale el juicio de valor que le des a cada cosa. Por ejemplo, si para una persona, ir a surfear a las 5 de la mañana es lo más importante en su vida, con respecto a eso va a valorar el salir hasta tarde la noche anterior, comer mucho antes de dormir o el tener un buen despertador.

Necesitamos tener algo en la vida contra lo cual comparar lo demás. Y como esto no puede llevarse hasta al infinito, porque nada tendría valor de verdad, necesitamos algo máximo contra lo cual comparar todo lo otro.

Establecer prioridades acordes a nuestra realidad es el único modo de luchar cada día por objetivos trascendentes, ejercitando plenamente nuestra libertad. De lo contrario, viviremos esclavizados por el vaivén de la cotidianeidad y nuestros afectos volátiles.

2. ¿Por qué nos cuesta priorizar?

1. Queremos hacer cosas contrarias al mismo tiempo, violando el principio de no contradicción. Queremos estar aquí y allá, hacer y no hacer, amar y no amar, pecar y no pecar, todo al mismo tiempo y bajo el mismo respecto. No nos espera el cielo de ese modo, pero sí una neurosis galopante, horas de dirección espiritual y yapeos a psicoterapistas.

2. No queremos renunciar a lo que nos gusta. Queremos hacer lo que nos gusta y además creernos el cuento de que podremos hacer también lo otro -lo que no nos gusta tanto- pero la realidad de nuestro deber de estado nos exige. Aquí usualmente brilla ese vicio que nos hace evadir lo difícil a nivel espiritual, hijo de la acedia: la procrastinación.

3. Pero el problema, el prioritario, es que queremos hacer las cosas a nuestro modo y no como Dios nos pide. Este es el problema mayor. Porque es el que causa un desorden radical, neurálgico, vertebral, existencial, en toda nuestra vida. Hacer las cosas a nuestro modo es el peor modo de hacer las cosas. El mejor modo es priorizar el modo de Dios. Él hizo el cielo y la tierra, las pléyades y orión… ¿Crees que no sabrá cómo hacer para que puedas afrontar tus problemas y que seas fiel en tu vocación?

3. El joven que se fue triste (Marcos 10,17-30)

Cuando el joven le pregunta “¿Qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?”, tal vez se refería a “¿Cómo puedo salvarme pero poniendo yo las prioridades?”. Pobre. Tenía todas las de perder frente a Jesús.

El mismo Dios le dijo qué tenía que hacer, qué tenía que priorizar, pero el chico quiso seguirse a sí mismo. Evidentemente se fue triste porque, ¿qué podemos darnos a nosotros mismos más que autocomplacencia vacía, ya que somos nada más pecado?

Si hay que rescatar algo de este pobre joven es que vivió honestamente antes de conocer a Jesús, y honestamente le dijo que no podría dejarlo todo y se fue. Hubiera sido peor que le haya dicho que sí, consagrarse a Él y luego querer recuperar aquello que dejó… es como un esposo que se casa con su esposa y luego quiere pedirle de vuelta ese amor exclusivo y repartirlo entre todas las jovencitas que se le crucen.

4. Nosotros

¿Qué prioridades tienes en tu vida? ¿Qué -o quién- ocupa el primer lugar?

La respuesta es para marcar y solo tienes dos opciones. De lo contrario, no habría algo prioritario. No puede haber dos primeros lugares cuando se habla de amor.

Nuevamente, ¿qué prioridades tienes en tu vida? ¿qué -o quién- ocupa el primer lugar?

O es Dios o es no Dios. O es Dios con mayúscula o es un dios con minúscula. O es Dios o son las criaturas. O es Dios o eres tú. O es Dios… o nada.

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