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La Biosfera 2 de la Universidad de Arizona es un centro de investigación científico estadounidense dedicado al estudio del sistema terrestre, situado en Oracle, Arizona. Originalmente se construyó para comprobar la viabilidad de una ciudad 100 % autosuficiente con el fin de replicarla en otros planetas como sustituto de la Tierra.

Este proyecto, construido entre 1987 y 1991 por Space Biosphere Ventures y denominado Biosfera 2 (porque la Biosfera 1 es la propia Tierra), se enfrentó a muchos problemas, como la condensación que humedecía demasiado el desierto, la explosión demográfica de hormigas y cucarachas de invernadero, el crecimiento excesivo de campanillas en la zona de la selva tropical que bloqueaba otras plantas, la caída del oxígeno, etc. Me gustaría destacar otro problema relacionado con los árboles.

Las especies pioneras de la selva tropical crecieron rápidamente, pero los árboles de allí y de la sabana sufrieron debilidad causada por la falta de madera de estrés que, en condiciones naturales, se crea en respuesta al viento. El viento hace que los árboles desarrollen un sistema de autodefensa que les permite mantenerse firmes y no caer. Básicamente, el viento ayuda a fortalecer el sistema radicular al ejercer una ligera presión mecánica que estimula el crecimiento de raíces más profundas y resistentes.

Las tentaciones son como el viento para el espíritu. Hacen que nuestro espíritu desarrolle un sistema de autodefensa, o virtudes, que nos hace más fuertes y más capaces de resistir el pecado. El medio habitual para resistir una tentación es realizar un acto de virtud. Puede ser un acto de virtud directo, como cuando alguien tiene una tentación contra la fe y realiza un acto de fe para rechazar esa tentación. O puede ser un acto de virtud indirecto, como escapar de la situación tentadora.

Esas acciones fortalecen nuestro «sistema de virtudes» y nos hacen arraigarnos más profunda y firmemente en la gracia, porque la forma normal de crecer en la virtud es realizando actos de virtud más intensos. Dado que la virtud no es algo cuantitativo sino cualitativo, el crecimiento no proviene de añadir cantidad (como la cantidad de agua en un vaso que aumenta al añadir agua), sino que proviene de añadir intensidad a la virtud.

Por esta razón, cuanto más fuerte es la tentación, más intenso es el acto de virtud que requiere y, por lo tanto, más crecemos durante la tentación. Sin embargo, esto no significa que debamos exponernos imprudentemente a la tentación para crecer en virtud. Si bien es cierto que Dios no nos tienta (cf. St 1, 13), sino que permite la tentación y nunca permite tentaciones más fuertes que nuestra fuerza (cf. 1 Cor 10, 13), también es cierto que exponernos imprudentemente a una tentación es una falta que debilita nuestra virtud.

Para aprovechar las tentaciones no debemos exponernos a ellas, no debemos consentirlas y debemos enfrentarlas siguiendo el consejo de san Doroteo de Gaza: «Cuando se soportan con humildad y paciencia, las pruebas pasan sin hacernos daño. Pero si insistimos en estar angustiados, agitados y culpando a todos, somos nosotros los que sufrimos. La tentación se vuelve insoportable y, en última instancia, no aporta ningún beneficio, solo daño» (Discurso XIII).

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Comentarios 1

  1. Diego A. Ibarra dice:

    Muy bueno… como siempre. Muchísimas gracias.

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