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En un partido de hockey femenino entre Argentina y Alemania, las europeas habían marcado un gol, pero el árbitro no lo pitó. El entrenador argentino le preguntó a una de sus jugadoras si era gol y ella le dijo que sí. Entonces el entrenador, conocido como “Cachito Vigil”, llamó a la árbitra asistente y le dijo que había sido gol, que pitara gol y la árbitra lo confirmó. En ese momento el periodista argentino dijo: “le ha dado un gol a Alemania; nunca lo había visto en hockey internacional. Este es un buen tipo”.

Años después en una entrevista le preguntaron por aquel episodio: – “Ese es un gesto que para muchos fue estúpido, regalar un gol en contra de tu equipo… eh… ¿eso no es autodestructivo?”

A lo que el entrenador respondió: “- Si te pregunto si fue gol o no y me dices que sí y luego no digo nada… ¿cómo te miraré después? […] eso no significa que sea una persona honesta, pero fue una actitud que era la adecuada y si quieres llamarla honesta, fue una actitud honesta. Lo que no puedo entender es por qué la gente dice que soy una persona honesta. Una acción no te hace honesto para el resto de tu vida… sí, esa fue una acción honesta, pero mañana debería empezar de nuevo”.

La actitud de este entrenador que sorprendió a tanta gente en su momento y que años después el periodista de la entrevista todavía seguía sorprendido por lo que había hecho, en realidad no debería haber sorprendido a nadie porque debería haber sido lo que todos hubieran hecho.

Sin embargo, esto no es así, ya que, como bien señala Servais Pinckaers, OP: en el mundo antiguo y medieval, la virtud no era sólo algo noble, sino también el ideal que se deseaba, que se quería alcanzar. Hoy, por desgracia, ocurre lo contrario, nadie aspira a ser virtuoso y se considera estúpido realizar una acción virtuosa, como por ejemplo ser honesto en un partido de hockey sobre césped.

Este entrenador tenía razón en lo que hizo y en lo que dijo más adelante en la entrevista. Una acción no necesariamente nos hace honestos porque una acción no significa necesariamente que poseemos la virtud que refleja la buena acción que realizamos.

La virtud, como dice Santo Tomás siguiendo a Aristóteles, es un buen hábito operativo porque hace bueno a quien la posee y buena su acción. Señala que para que haya virtud moral en el sujeto deben concurrir tres elementos en el acto: que se actúe sabiendo lo que se hace; que se elija realizar el acto virtuoso; y que se realice de manera firme, es decir, de manera constante.

Los hábitos son necesarios para que las potencias puedan producir sus actos de modo connatural: “ningún acto es perfectamente producido por una potencia activa si no le es connatural alguna forma, que es el principio de su acción” (S.Th. II-II,23,2). De ahí la importancia de trabajar para alcanzar las virtudes, para realizar acciones perfectas según nuestra naturaleza. Todo hombre debe adquirir las virtudes que perfeccionen sus facultades y éste es el camino para madurar como persona.

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Comentarios 1

  1. Eliana Ibaceta dice:

    Buenas tardes:Acabó de terminar de leer,una homilía de San Juan Crisostomo.Sobre el Evangelio de San Mateo…y la dificultad de ser sal y luz para el mundo…hoy me recuerda eso.Esa anulación del punto…La integridad…se está perdiendo a todo nivel,y trabajo…gracias por su formación permanente

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