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Una de las jugadas estratégicas de Hitler fue la llamada «Operación Weserübung». Consistía en invadir Dinamarca y Noruega para asegurar un punto estratégico en el mar del Norte y, sobre todo, garantizar el acceso al hierro de las minas de Suecia. El 1 de abril de 1940, Hitler ordenó la ejecución de esta operación, que se llevó a cabo el 9 de abril de 1940. Sin embargo, la operación comenzó unos días antes, ya que entre el 1 y el 9 de abril llegó a Noruega un numeroso grupo de turistas, comerciantes y marineros alemanes. Estos turistas, que fueron inocentemente acogidos por los noruegos, eran en realidad soldados disfrazados que formaban parte de la operación. Algo similar nos puede suceder con la vida de gracia. A menudo, las cosas que ingenuamente entran en nuestra alma sin que nos demos cuenta terminan convirtiéndose en aliadas de nuestro gran enemigo, el pecado, porque no estamos en guardia contra ellas o no les prestamos atención. Estas cosas pueden ser películas, videojuegos, conversaciones mundanas, lecturas vanas, etc. Así como los turistas se levantaron contra los noruegos que los habían acogido en sus tierras, también todo lo mundano que dejamos entrar en nuestro corazón se levanta contra nosotros y nos hace negar a Jesús. Por lo tanto, la postura fundamental para evitar que esto nos suceda debe ser doble: en primer lugar, debemos dar el menor espacio posible dentro de nosotros a las cosas que no están dirigidas a la santidad o que no nos hacen crecer en ella: pensamientos, deseos, pasiones, gustos, placeres, etc. Debemos eliminarlas si vemos que no nos ayudan a amar más a Dios. A menudo, como estas cosas no son pecaminosas (al menos no nos hacen cometer pecado mortal), o porque son cosas que nos gustan, las albergamos dentro de nosotros y, lo que es peor, las buscamos, porque aunque no nos hacen crecer en santidad, nos dan placer. Debemos tener en cuenta que estas cosas mundanas debilitan nuestra vida espiritual. En segundo lugar, una vida de austeridad es muy útil porque vivir una vida austera nos hace renunciar a los pequeños placeres y así aprendemos a renunciar a las cosas que nos gustan y que no son edificantes para la vida espiritual. Las cosas importantes de la vida espiritual requieren esfuerzo y, a menudo, no tenemos la disposición necesaria para ellas. La austeridad ayuda a crear esa disposición. Al llevar una vida austera, poco a poco renunciaremos a las cosas superficiales para dar cabida a las cosas importantes de la vida espiritual.

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Comentarios 1

  1. Lucia dice:

    Mil gracias, excelente mensajes. Me ayudan mucho a mi alma.

    Dios los bendiga

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