Contemplar la Eucaristía desde el Sagrado Corazón de Jesús

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Para concluir el mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús presentamos un video sobre los milagros eucarísticos y el Sagrado Corazón de Jesús,  Contemplar la Eucaristía desde el Sagrado Corazón de Jesús, y un hermoso texto de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stain) sobre la misión de la mujer en la difusión del amor a Jesús Eucaristía

“¿Cómo podemos encender en el corazón de los otros el amor por el Salvador eucarístico? –esto significa educar eucarísticamente.

Es indiscutible que nosotras como mujeres, podemos colaborar en esta obra de un modo especial y que todas nosotras –independientemente de nuestro estilo de vida: como esposa y madre, como religiosa, como soltera, profesional o autónoma-, podemos aportar algo en común. Y qué otra cosa podría ser sino un corazón femenino con sus deseos de entrega sin límites, y alegremente sacrificado,

un corazón que en cierto modo tiene un natural parentesco con el Corazón divino que late por todos en el Tabernáculo,

y que precisamente por eso, el corazón de la mujer tendría que ser de un modo más especial receptivo a las propuestas del corazón divino.

Queremos reflexionar sobre lo que de útil podemos hacer en esta obra de educación eucarística y cómo podemos cumplirlo. Un principio es válido para todas nosotras que queremos educar eucarísticamente: podemos hacerlo solamente si vivimos eucarísticamente. Si queremos conducir a alguien hacia una vida eucarística lo podremos hacer en la medida en que nosotros lo hayamos vivido anteriormente...

El sencillo significado de esta verdad de fe requiere de nosotras el que ahí [En la Eucaristía, en el Tabernáculo] tengamos nuestro hogar, y que nos alejemos sólo en la medida en que nuestras actividades lo exijan, actividades que tendríamos que poner diariamente en las manos del Salvador eucarístico y poniendo en sus manos el trabajo realizado…

La Santa Misa está ahí para alimentar a los hombres, que les sea posible estar presentes, con la abundancia de la gracia que puede ser alcanzada, es decir, hacerla fructífera para sí y para los demás. Quien pudiera estar presente y no lo está, pasa con corazón frío ante la cruz del Señor pisoteando su gracia… [Por tanto debemos] buscar al Salvador en el Tabernáculo, participar en el Santo Sacrificio , y recibir la comunión tantas veces como sea posible...

Él nos espera para acoger todas nuestras cargas, para consolarnos, para aconsejarnos, para ayudarnos como el más fiel y siempre amigo.

Igualmente Él nos permite vivir su vida, especialmente cuando nos asociamos a la Liturgia y ahí experimentamos su vida, su pasión y muerte, su resurrección y ascensión, y el devenir y crecer de su Iglesia.

Entonces seremos elevados de la pequeñez de nuestro ser a la grandeza del reino de Dios; sus asuntos serán nuestros asuntos y cada vez más profundamente estaremos unidos con el Señor y en Él con todos los suyos. Toda soledad desaparece y estamos incontestablemente escondidos en la Tienda del Rey caminando en su luz…

Pero la perfecta consagración al corazón divino es sólo alcanzable si tenemos en Él nuestro hogar, nuestra estancia diaria y el punto central de nuestra vida y si su vida es nuestra vida

 Santa Edith Stein –Sta. Teresa Benedicta de la Cruz

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