A lo largo de su vida el teólogo Hans Urs von Balthasar fue acusado en reiteradas ocasiones de haber sostenido o afirmado, que el infierno está vacío. Acusación que von Balthasar negó rotundamente mientras estuvo en vida. ¿Qué decir al respecto? Si nos limitamos tan solo a tomar el sentido literal de las palabras, debemos entonces decir que jamás von Balthasar afirmó literalmente que el infierno esté vacío. Ahora bien, si por el contrario nos enfocamos en seguir las conclusiones que se siguen de sus principios y el contexto en que las dice, en tal caso debemos sostener que el teólogo suizo sí defiende que el infierno esté vacío.
Esta realidad se puede ver en varias de las obras de von Balthasar, pero de manera particular en un pequeño tratado titulado «¿Qué podemos esperar?». A lo largo de este tratado von Balthasar hace un desarrollo bastante particular sobre la esperanza, donde intenta por todos los medios “mostrar” que, como no podemos tener la certeza de que exista realmente algún condenado en el infierno, existe entonces la posibilidad de esperar la salvación para todos los hombres.
Luego, Hans Urs von Balthasar preguntándose si el infierno está vacío nos dirá que «la certeza no es fácil conseguirla, pero la esperanza se puede fundamentar»[1] Sin embargo, por más que sensiblemente no nos guste, debemos afirmar que de hecho sí hay gente en el infierno, almas por los cuales ya no se puede esperar más. El catecismo romano nos dice que «existe, ante todo, una cárcel horrible y tenebrosa, donde yacen, atormentadas con fuego eterno, las almas de los condenados y los demonios».[2] Nos habla en tiempo presente «donde yacen», lo que nos muestra que de hecho ya hay almas condenadas.
«Jesús habla con frecuencia de la “gehenna” y del “fuego que nunca se apaga” (cf. Mt 5, 22.29; 13,42.50; Mc 9,43-48) reservado a los que hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse, y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mt 10, 28). Jesús anuncia en términos graves que “enviará a sus ángeles […] que recogerán a todos los autores de iniquidad, y los arrojarán al horno ardiendo” (Mt 13, 41-42), y que pronunciará la condenación: “¡Alejaos de mí, malditos, al fuego eterno!” (Mt 25, 41)».[3]
Pero estos argumentos de las escrituras no son suficientes para Von Balthasar. Buscará matizar en todo momento las palabras de Cristo trayendo siempre en contraposición los pasajes donde se manifiesta el deseo de Cristo de que todos los hombres se salven. Dice textualmente:
«Nosotros no negamos en absoluto que la serie de amenazas pierdan su fuerza; negamos tan sólo que la serie de amenazas quite su fuerza a las citadas expresiones de carácter universal. Y no afirmamos más que esto: que las expresiones nos dan derecho a esperar a favor de todos los hombres».[4]
En definitiva, el problema de von Balthasar es que en su afán de seguir la doctrina de Adrienne von Speyr, mujer con la vivía bajo el mismo techo, deja a un lado la distinción entre la voluntad antecedente y consecuente de Dios. Santo Tomás nos explica con mucha claridad cómo se concilia ese deseo universal de salvación en Dios y el hecho de que haya almas que se condenan: «Dios quiere de forma antecedente que todos los hombres se salven. Esta forma de querer no consiste en querer algo absolutamente, sino en cierto modo. Pero no lo quiere de forma consecuente, que consiste en querer algo absolutamente».[5]
A pesar de todos los argumentos que se puedan presentar, von Balthasar sigue empeñado en sostener, contra las evidencias que nos brinda la sagrada Revelación, que no podemos saber si algún alma se ha condenado realmente. Llega a afirmar von Balthasar: «sólo se puede defender la tesis siguiente: quien cuenta con la posibilidad de que haya un solo condenado por toda la eternidad, fuera de uno mismo, ése no sabe lo que es el amor desinteresado».[6] Nuevamente no hace más que mezclar planos totalmente diversos y presentar sofismas, porque el hecho de que haya almas en el infierno no quita la posibilidad de esperar por todos los que aún están vivos, incluso por nosotros mismos.
En su esfuerzo por conciliar la sagrada Revelación con las visiones de Adrienne, von Balthasar formula sofismas y principios que llegan incluso a rozar lo absurdo. Citemos tan solo un último ejemplo, que nos trae von Balthasar en orden a “fundamentar nuestra esperanza”:
«La Iglesia, que ha declarado santos a tantos hombres, nunca se ha manifestado sobre la condenación de uno solo. Ni siquiera sobre la de Judas, que de alguna manera se convirtió en el exponente de que todos los pecadores son conjuntamente culpables. ¿Quién puede saber la clase de arrepentimiento que hubiera podido tener Judas cuando vio que Jesús era condenado?»[7]
Es verdad que la iglesia jamás se pronunció sobre el destino final de Judas; sin embargo, nosotros creemos que las palabras de Cristo sobre este asunto son muy claras: «El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!» (Mt 26,24). ¿De qué modo debemos entender sino las palabras de Cristo? ¿Qué otra interpretación se puede hacer? En el caso de que Judas se hubiera salvado ¿por qué más le valdría no haber nacido? En otro pasaje mientras Cristo ora al Padre dice: «yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura» (Jn 17,12) ¿Cómo debe entenderse este texto? Y el pasaje de los hechos de los apóstoles cuando Pedro dice: «Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de los dos elegiste para desempeñar el ministerio del apostolado, dejado por Judas al irse al lugar que le correspondía» (Hc 1,25).
Ennuestra humilde opinión, si bien el Magisterio tiene la función de «interpretar auténticamente la Palabra de Dios»[8] esto no significa que debe estar explicando cada versículo de la Escritura y menos aun cuando se presentan de modo claro y reiterado. Por lo tanto, creemos que este último argumento de von Balthasar también carece de todo fundamento.
En fin, estas breves líneas nos sirven para ver con claridad que, si bien Hans Urs von Balthasar no expresó literalmente que el infierno está vacío, esta conclusión si se sigue claramente de sus principios. Esto nos muestra que von Balthasar, “el hombre más culto de su tiempo” como muchos lo llamaron, sabía claramente que afirmar que el infierno está vacío era una herejía y por eso prefirió exponer los principios y expresar las conclusiones como un simple deseo.
[1] H. U. von Balthasar, Tratado sobre el infierno, 149.
[2] P. M. Hernandez, Catecismo romano, 133.
[3] Iglesia Católica, «Catecismo de la Iglesia Católica», 1034.
[4] H. U. von Balthasar, Tratado sobre el infierno, 149.
[5] Tomás de Aquino, Suma de teología. I, Parte I, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1997, q.23 art. 4 ad.3.
[6] H. U. von Balthasar, Teología de los tres días, 167.
[7] Tratado del infierno 64
[8] Concilio Vaticano II, «Dei verbum», 10.
Comentarios 5
Sería bueno conocer, en esta tematica, lo sucedido con Gestas (Dimas se arrepintió) y quienes estaban frente a Jesús crucificado burlándose de Él.
Jesús dijo “perdónales porque no saben lo que hacen”
Aunque oí a un sacerdote que a pesar de eso Israel no fue perdonado dado que fue castigada por los romanos
Recuerdo haber leído una frase de con Balthazar, que me resultó interesante y a la vez con humor
Algo así como ” el infierno existe, no hay duda. También es probable que esté vacío “
Alessandro Pronzano en su libro “Evangelios Molestos” hace un análisis sumamente profundo del pecado colectivo manifestado en los apóstoles y Judas que es incontestable.
Igual que la fe es colectiva, el pecado también lo es y no se puede ignorar que el relato de la pasión y muerte de Jesucristo es un relato de pecados a cada cual peor, ¿es más pecado traicionar a Jesús que negarle tres veces?, ¿qué nos dijo Jesucristo?: si se arrepienten, perdona a tus hermanos hasta setenta veces siete.
¿Judas no se mostró arrepentido?, al igual que Pedro tras negarle y traicionarle, por tanto, no hay tanta diferencia entre Pedro y Judas, y es un poco duro aceptar todo esto a los católicos de viejo cuño, pero para Dios el pecado es el mismo (Judas y Pedro le niegan y se alejan de Él tras traicionarle) y en ambos casos le sucede el arrepentimiento.
La justicia de Dios no es la nuestra, en términos humanos parece horrible el acto de Judas, pero a ojos de Dios lo único que diferencia ambos pecados es que uno siguió su misión y otro tras arrepentirse decidió quitarse la vida, porque no era capaz de aceptar la gracia de Dios.
Hay que reflexionar mucho, muchísimo.