El Secreto de San Juan Pablo II – P. Francisco Javier de Igarzábal

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Un día como hoy, hace 46 años, comenzaba solemnemente el pontificado de San Juan Pablo II, de quien además hoy celebramos su memoria litúrgica. Aquel glorioso 22 de octubre de 1978, ninguno podía imaginar la huella que dejaría este Pontífice en la historia.

Su pontificado de casi 27 años fue el tercero más largo de la historia. Durante esos años batió todos los récords. Visitó 129 países, recorriendo más un millón trescientos mil kilómetros, lo que equivale haber dado 36 veces la vuelta al mundo. Si sumamos las encíclicas, las exhortaciones apostólicas, las constituciones apostólicas, las cartas apostólicas y los Motu proprio escribió un total de 108 documentos. Proclamó 1.320 beatos y canonizó 472 santos.  Celebró más de mil audiencias generales, recibió a unos 17 millones de fieles de todo el mundo. Pronuncio más de 20 mil discursos. A lo largo de su pontificado soporto 6 operaciones y sufrió dos intentos de asesinato.

Estos son números de un pontificado impresionante; números que asombran, pero que solo son accidentales. El mismo Santo Padre en una ocasión decía: «Tratan de entenderme desde fuera. Pero a mí solo se me puede entender desde dentro». Todos estos números y récords son fruto de otra realidad mucho más profunda. Por eso la vida de Juan Pablo II no se explica a la luz de sus numerosos récords, tampoco se explica a la luz de sus grandes dones o talentos naturales. Se explica únicamente a la luz de su santidad; y semejante santidad únicamente se comprende a la luz de la Santísima Virgen María. En el Tratado de la Verdadera Devoción, San Luis María Grignion de Monfort nos dice: «cuando María ha echado raíces en un alma, realiza allí las maravillas de la gracia que sólo ella puede realizar».

Esto fue justamente lo que ocurrió con el joven Wojtyla; María echó raíces en su alma y realizó grandes maravillas. Por esta razón es que toda su vida y pontificado se comprende únicamente a la luz de la Virgen: basta repasar un poco su vida.

En el momento de su nacimiento, su madre hizo que la partera abriera la ventana para que lo primero que escuchase el niño fuesen los cantos en honor a María, que se estaban realizando en la iglesia de enfrente. En su lecho de muerte, lo último que escuchó fueron las avemarías del rosario que recitaban sus asistentes.

Un momento crucial en esta relación de Karol Wojtyla con la Virgen María fue, cuando tenía nueve años, la muerte de su madre. Fue en aquella ocasión que su padre lo llevo delante de la Virgen de Kalwaria y le dijo: «Ahora ella será tu madre». Estas palabras se grabaron a fuego en el corazón del joven Wojtyla.

Otro momento decisivo en esta relación se dará durante su juventud, cuando tuvo la gracia de conocer el Tratado de la Verdadera Devoción a María. Él mismo nos dice: «Fue entonces cuando cayó en mis manos este libro (…) uno de esos libros que no basta haber leído. Recuerdo que lo llevé mucho tiempo en el bolsillo (…) Releía una y otra vez algunos de sus pasajes. Pronto advertí que (…) allí se trataba de algo fundamental». «Supuso un cambio en mi vida. Digo cambio, aunque, en realidad, se trata de un largo camino interior».

A partir de este momento su vida paso a ser por entero de María. Se trató de una elección, una resolución que terminó por trasformar su existencia.

El mismo Papa diría años más tarde: «esta devoción perfecta resulta indispensable para quien pretende entregarse sin reservas a Cristo y a la obra de redención». Y en otra de sus obras nos dice: «Totus Tuus. Esta fórmula no tiene solamente un carácter piadoso, no es una simple expresión de devoción: es algo más (…) cada uno de nosotros debe tener claro que no se trata sólo de una necesidad del corazón, de una inclinación sentimental, sino que corresponde también a la verdad objetiva sobre la Madre de Dios».

Debemos recordar que, a sus 21 años, el joven Wojtyla pierde a su padre quedando solo en el mundo, en medio de una guerra y teniendo que esconderse de los nazis. Será a partir de este momento que su relación con la Virgen se hace más íntima, convirtiéndose ella en su única confidente y en quien pondrá toda su confianza. A partir de ahora, será a ella a quien encomiende cada situación difícil que se le presente en la vida, dejando todo en sus manos.

Basta recordar sus primeras palabras al aparecer en la plaza de San Pedro, recién elegido papa, donde lo primero que hace es decir que tuvo miedo de aceptar este encargo, pero que lo acepta «con espíritu de obediencia a Jesucristo y con plena confianza en su Madre, la Virgen Santísima». Segundos más tarde vuelve hacer mención de la confianza en la Madre de Cristo. En apenas tres minutos, que fue lo que duró su saludo, el nuevo Papa hizo dos referencias explícitas a su confianza en la Santísima Virgen. Podemos decir que fue todo un programa de pontificado, todo un programa de vida.

Al día siguiente, en la tradicional misa que el nuevo Pontífice celebra en compañía de todos los cardenales en la Capilla Sixtina, el Papa abrió su corazón y dijo: “En esta gran hora decisiva que hace temblar, no podemos menos de dirigir, con filial devoción, nuestra mente a la Virgen María, que siempre vive y actúa como Madre (…) repitiendo las palabras Totus tuus, que hace veinte años escribimos en nuestro corazón y en nuestro escudo, el día de nuestra ordenación episcopal”.

Todos estos hechos no hacen más que mostrarnos cómo el Papa Magno vivió su consagración a la Santísima Virgen María con total radicalidad, buscando hacer todo por María, con María, en María y para María; a tal punto  que me animaría a decir que logró convertir cada latido de su corazón en un Totus Tuus Maria.

Esto se puede ver claramente en un hecho que ocurrió luego del atentado de 1981. El cardenal Deskur, gran amigo del Papa, llevó a Juan Pablo II un recipiente con agua bendita de Lourdes y le dijo: «Santidad, cuando lave la parte que duele, deberá rezar el avemaría». A lo que Juan Pablo II respondió: «Querido cardenal, yo digo siempre el avemaría». Lo que nos muestra nítidamente como en todo momento estaba viviendo su consagración a la Virgen.

Podemos también recordar aquel ultimo ángelus pocos días antes de su muerte, cuando el papa ya no podía hablar, se esforzaba, pero no lograba pronunciar palabra alguna. Cuenta su secretario que entonces tomó una hoja y escribió: «Totus tuus». Fue la última frase que escribió en su vida.

En esto consiste marianizar la vida, este es el verdadero espíritu de la consagración de San Luis María. Todas estas cosas no son fruto de la improvisación, sino de un trabajo serio. Son fruto de un trabajo interior por buscar ser todo de María.

La vida de San Juan Pablo II es un claro testimonio de que existe una íntima proporción entre el grado de amor a María Santísima y el grado de nuestra santidad. Quien viva tibiamente su devoción a María jamás podrá alcanzar las cumbres de la santidad. Por el contrario, el alma que viva una auténtica devoción a María necesariamente llegará a la santidad.

En fin, la vida de San Juan Pablo II fue totalmente fuera de serie. Una de esas vidas admirables, pero que a menudo no son fáciles de imitar. Sin embargo, hay una cosa bien concreta en la cual sí lo podemos imitar. Una cosa que está al alcance de todos nosotros y de la cual ninguno se puede excusar, algo que no depende de nuestros talentos, fuerzas o cualidades personales. Es algo que depende más bien de la nobleza de nuestro corazón: esto es, el amor por la Virgen María.

Batir los récords de Juan Pablo II probablemente sea imposible, querer vivir las virtudes como él las vivió será difícil, pero amar a la Virgen como él la amó, esto si está al alcance de todos nosotros.  

En su testamento Juan Pablo II dejó escrito: «La victoria, cuando llegue, será una victoria a través de María». Este fue el secreto de Juan Pablo II y este debe ser nuestro secreto. Nuestra victoria en la vida espiritual llegará solo por medio de María.

P. Francisco Javier de Igarzábal, IVE

 

A continuación, compartimos 5 breves videos con momentos memorables de San Juan Pablo II:

1º Juan Pablo II con la Madre Teresa de Calcuta

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2º Juan Pablo II hablándole a los jóvenes en España sobre su vocación

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3º Juan Pablo II a los jóvenes en Chile

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4º Juan Pablo II se llama amigo de los jóvenes

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5º Juan Pablo II en Argentina habla sobre América latina

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Comentarios 3

  1. Ximema dice:

    Que hermosa vida. Admirable. Siempre he leído mucho sobre su vida.

  2. Diana Peregrina Carrizo dice:

    Las palabras del Papa Magno San Juan Pablo ll siempre estarán vigentes,llevo su voz grabada en mi mente, realmente somos muchísimos los que extrañamos sus enseñanzas,su amor y su devoción a Jesucristo y María, ha sido un inmenso regalo de Dios para los católicos y una gran bendición para el IVE.

  3. María Victoria Cano Roblero dice:

    Que así como tú buscar y crecer como santiads

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