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Importancia de la formación de las almas escogidas y de la dirección espiritual II – Juan Bautista Chautard

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Un director que sea digno de este nombre, se informa bien, no solamente de las causas íntimas de los defectos, sino también de las diversas inclinaciones del alma. Analiza sus dificultades y repugnancias en el combate espiritual, descubre y anima a vivir el ideal de la santidad; ensaya, escoge y determina bien los medios de avivarlo; señala los escollos y las ilusiones, sacude la negligencia, exhorta, reprende y aun consuela si es menester, pero solamente para excitar la voluntad y robustecerla contra el desaliento o la desesperación.

Los reducidos límites de este pequeño volumen no nos permiten entrar más en detalle de cómo se hace esta dirección. Haremos un resumen de lo que se ha escrito sobre la materia[1].

Cada alma viene a ser como un mundo separado. Verdad es que tiene sus matices propios; sin embargo, se puede clasificar la diversidad de los cristianos en varios grupos. Creemos conveniente hacer esta clasificación, tomando para ello como piedra de toque, por una parte el pecado o la imperfección, y por otra la oración.

ENDURECIMIENTO

Pecado mortal. — Estancado en este pecado, por ignorancia afectada, o conciencia maliciosamente falseada. — Agobio o ausencia de remordimientos.

Oración. — Ha suprimido voluntariamente toda comunicación con Dios.

BARNIZ CRISTIANO

Pecado mortal. — Considerando como un mal ligero y del que incluso se jacta ante los demás, el alma se deja arrastrar hacia él con suma facilidad, en cualquier ocasión y tentación que se presente. — Al confesarse apenas manifiesta dolor alguno.

Oración. — Maquinal, sin poner atención o motivada siempre por algún interés temporal. — Tan solo raramente y de forma superficial entra dentro de sí mismo.

PIEDAD MEDIANA

Pecado mortal. — Débilmente combatido. — Fuga poco frecuente de las ocasiones; pero manifiesta arrepentimiento sincero y verdaderas confesiones.

Pecado venial. — Ha pactado con este pecado, considerándolo como un mal insignificante; por tanto, tibieza voluntaria. — Ningún esfuerzo para prevenirlo, arrancarlo o descubrirlo.

Oración. — Bien hecha de vez en cuando. — Fervor pasajero e inconstante.

PIEDAD INTERMITENTE

Pecado mortal. — Generosamente combatido. Fuga habitual de las ocasiones. — Vivísimo arrepentimiento. — Hace penitencia como reparación.

Pecado venial. — Algunas veces deliberado. — Débilmente combatido. — Arrepentimiento superficial. — Examen particular sin resultado serio.

PIEDAD FIRME

Pecado mortal. — Jamás. — A lo más algunas sorpresas raras, violentas y repentinas. — Con frecuencia el pecado mortal es dudoso, seguido de dolorosa compunción y de penitencia.

Pecado venial. — Vigilancia por evitarlo y combatirlo. — Examen particular con resultado, pero sin otro objeto que la fuga de pecados veniales.

Imperfecciones. — El alma evita descubrirlas para no verse en la precisión de combatirlas, o las excusa fácilmente. — Desea vivir una vida de desprendimiento, pero la practica bien poco.

Oración. — Fidelidad constante a la oración, muchas veces afectiva a pesar de los obstáculos que se presentan. — Alternativa de consuelos espirituales y de arideces soportadas con mucho trabajo.

FERVOR

Pecado venial. — Jamás deliberado. — Algunas veces por sorpresa o con semi-advertencia. — Vivísimamente detestado y seriamente reparado…

Imperfecciones. — Las desaprueba, las vigila y las combate con empeño con el fin de agradar al Señor. Algunas veces, sin embargo, las consiente, pero inmediatamente las detesta. — Actos frecuentes de renuncia. — Examen particular con el fin de perfeccionarse en alguna virtud determinada.

Oración. — Oración mental voluntariamente prolongada. Oración más bien afectiva y de simplicidad y de contemplación. — Alternativa de gran des consuelos y de dolorosísimas pruebas.

PERFECCION RELATIVA

Imperfecciones. — Enérgicamente prevenidas con sumo amor. — No admitidas sino con semiadvertencia.

Oración. — Vida habitual de oración, aun en ocupaciones exteriores. — Sed de desprendimiento, de aniquilación, de renunciación y de amor divino. — Hambre de Eucaristía y de cielo. — Gracias de oración infusa de diferentes grados. Con frecuencia, purificaciones pasivas.

HEROICIDAD

Imperfecciones. — Siempre de primer movimiento.

Oración. — Dones sobrenaturales de contemplación acompañados algunas veces de fenómenos extraordinarios. — Purificaciones pasivas acentuadas. — Desprecio de sí mismo que llega hasta el olvido. — Preferir los padecimientos a los goces y alegrías.

SANTIDAD CONSUMADA

Imperfecciones. — Apenas aparentes.

Oración. — La mayor parte de las veces: Unión transformante. — Matrimonio espiritual. — Purificaciones de amor. — Sed ardiente de sufrimiento y humillaciones.

Son bastante raras las almas que llegan hasta las dos últimas y aun a la tercera categoría. Se comprende, por tanto, que los sacerdotes aguarden la ocasión de tener tales almas antes de estudiar lo que dicen los mejores autores sobre semejantes estados, con el fin de poder ofrecer una dirección prudente y segura.

Pero no hay excusa posible para aquellos directores que no se aplican a aprender lo que se relaciona a las cuatro primeras clases: Piedad mediana, Piedad intermitente, Piedad firme y Fervor, dejando a muchas almas languidecer en la tibieza o estacionadas en un grado de vida interior muy inferior al que son llamadas por Dios.

 

El alma de todo apostolado – Cuarta parte – Juan Bautista Chautard

[1] Pueden consultarse con provecho sobre esta materia, Casiano, San Gregorio el Grande, San Bernardo, San Buenaventura, San Vicente Ferrer, santa Teresa, San Francisco de Sales, San Vicente de Paúl y San Alfonso entre otros.

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