He recorrido el mundo, he visto el mundo, he amado el mundo… y he aprendido una cosa en el mundo, y es que nadie goza en él de felicidad. ¡La felicidad!
Yo la he buscado, y, para hallarla, he recorrido las ciudades, he atravesado los reinos, he surcado los mares. ¡ La felicidad! La he buscado en las poéticas noches de un clima encantador, sobre las olas límpidas de los lagos de Suiza, en las cimas pintorescas de las más altas montañas, en los espectáculos más grandiosos de la Naturaleza. La he buscado en la vida elegante de los salones, en los festines suntuosos, en el aturdimiento de los saraos y de las fiestas. La he buscado en la posesión del oro, en las emociones del juego, en las ficciones de una literatura romántica, en los azares de una vida aventurera, en la satisfacción de una ambición desmedida.
La he buscado en las glorias del artista, en la intimidad de los hombres celebres, en todos los placeres de los sentidos y del espíritu. La he buscado, en fin, en la fe de un amigo, sueño de cada día y de todos los corazones… ¡ah, Dios mío! ¿dónde no la he buscado?
Y vosotros, amigos míos, ¿la habéis hallado? ¿Sois felices? ¿No os falta nada? Pero me parece oír aquí, como en todas partes, un lúgubre concierto de gemidos y de quejas, que se elevan por los aires. Me parece que vuestros corazones hacen resonar este grito unánime de la humanidad doliente: felicidad, felicidad, ¿dónde estás? ¡Dime dónde te ocultas, e iré, al precio de mi fortuna, de mi salud, de mis días si es preciso, iré a buscarte, a asirte, a poseerte! ¿Cómo puede explicarse semejante misterio, puesto que el hombre ha nacido para la felicidad? Es porque la mayoría de los hombres se equivocan acerca de la naturaleza misma de la felicidad, y porque la buscan donde no está…….
Sólo Dios puede satisfacer esta necesidad del corazón del hombre. Pero, ¿cómo alcanzar a Dios y poseerlo? Dios aparece en sus obras y sobre todo en la obra admirable de la Encarnación y de la Redención. Dios, en la persona de su Hijo, Jesucristo, ha descendido de los cielos, ha venido hasta nosotros, se ha hecho el compañero de nuestro viaje, el pan de nuestra alma. Dar a conocer el nombre de Jesús ha obrado una verdadera revolución en el mundo. “Pero yo no creo en Jesucristo”, replicará el incrédulo. ” ¡Eh!, le responderé yo: yo tampoco creía, y precisamente por eso era desgraciado”. Jesucristo se nos da, y para hallarlo es preciso velar y rogar. Jesús está en la Eucaristía, y la Eucaristía es la felicidad, es la vida
Hermann Cohen
Gran sermón en París (24 abril 1852)
Si quieres conocer mas sobre Hermann Cohen te dejamos algunos links:
Comentarios 4
Muy bueno!
Camino verdad y vida,es Cristo y la Eucaristía es Cristo
Camino verdad y vida,es Cristo y la Eucaristía es Cristo
Es verdad.Cuando uno sabe,y valora la belleza de Dios,ya sea en la Eucaristía, Como en la Bendita Adoración…
¡Es el cielo,en la tierra!
Es algo que no se puede describir con palabras, es Sentirse,Amado…en fin .
Es un amor y una Fe…Que te hace parecer “Loca,bien,en lo más esencial,del ser humano”
Tenemos a Dios…Padre,Hijo y Espíritu santo…