El progresismo es un conglomerado de todas las herejías[1], y por ende no hay aspecto ni verdad de nuestra fe que no ataque o quiera destruir.
Empezando por destruir los preámbulos de fe, y congeniando con la filosofía de la inmanencia, quita a la razón su capacidad de conocer la realidad objetivamente. “La esencia del progresismo está en que considera que la realidad tiene carácter unidimensional, es decir, que, a pesar de las palabras en contrario, el progresismo empuja a un monismo y el progresismo pleno es un monismo absoluto, que en el rechazo de la trascendencia afirma la inmanencia absoluta y que conlleva un falso concepto de Dios”[2]. Y como consecuencia de esto, el progresismo niega la capacidad de la razón humana de trascender la creación y conocer a su Creador, porque para ellos Dios no es más que el mundo y no hay distinción entre el ser por esencia y el ser por participación. Tal es la situación real del mundo y nos quieren hacer creer que hoy es menester una ‘Teología sin Dios’ porque esa es la ‘madurez’ del cristiano. Y si queremos que el mundo escuche el mensaje cristiano –sostienen los progresistas– tenemos que partir de esa ‘madurez’ (que asume la situación del mundo ateo) e inaugurar una exégesis nueva…
Por eso el progresismo también es enemigo acérrimo de la historicidad de las Sagradas Escrituras, considerándolas muchas veces como un mero mito o una creación fantástica de ciertas comunidades, quitándole así todo valor histórico a la Revelación Divina y a la Persona de Nuestro Señor, poniendo en duda la veracidad de sus mismas palabras contenidas en los Evangelios. “Hunde el dato revelado en la historia y sólo en la historia. Adquieren aquí una importancia desmesurada la arqueología y otras disciplinas puestas al servicio de la nueva exégesis”[3] . Más aún, para el progresismo, Cristo no es Dios como lo ha entendido la Iglesia y lo han explicado los Santos Padres y los Santos Doctores tan acertadamente, entre los que descuella Santo Tomás de Aquino: el Ipsum Esse Subsistens, transcendente y puramente espiritual, personal, libre, providente y creador. Cristo no es más que una persona humana donde la presencia de Dios se hallaba de modo más particular y patente, negando así lo unión hipostática de la naturaleza humana y divina en la Segunda Persona del Hijo, unión que es por asunción. Consecuentemente, Cristo no es el Salvador del género humano, sino simplemente un ejemplo o motivación. El hombre se auto-salva al actuar según su naturaleza en la decisión total sobre sí mismo. Así lo afirmó el teólogo Karl Rahner en su doctrina del cristianismo anónimo. Una vez aceptada esta peregrina afirmación, caen por tierra todos los sacramentos, la Iglesia misma, su misión salvífica y su tarea de bautizar a todos los pueblos. Si el hombre no necesita de los sacramentos para ser salvo, entonces la Iglesia se convierte en no menos que una simple organización humanitaria y no en el arca de la salvación, quedando completamente secularizada.
A partir de aquí, la mente progresista reinterpreta todo, desde la Eucaristía como una mera celebración simbólica y conmemorativa –hablando de transignificación o transfinalización, en lugar de transubstanciación–, que nada tiene de actual ni sacrificial, hasta la vida espiritual del hombre y su búsqueda de Dios, negando incluso la existencia del Cielo y del Infierno, o afirmando gratuitamente que al fin de los tiempos todos los hombres serán salvados, porque, según ellos: “Dios es bueno y no castiga a nadie”[4].
La moral tradicional es sustituida por una moral de situación, que termina avalando las más descabelladas aberraciones y pecados, incluso los actos intrínsicamente malos, como el acto homosexual. Llegan incluso a hablar de la homosexualidad como lícita y querida por Dios. Pero a su vez, muchas trivialidades son tachadas de pecaminosas, como un simple descuido de la naturaleza o la indiferencia ante el supuesto cambio climático. Son paladines de una severa justicia y al mismo tiempo predicadores de una falsa misericordia: “En el orden temporal quieren la justicia sin la misericordia y en el sobrenatural la misericordia sin la justicia, exponiéndose así a no alcanzar la justicia en la tierra ni la misericordia en el cielo”[5].
Del sacerdocio hablan como si no fuese un sacramento instituido por Jesucristo y que hace a la jerarquía de la Iglesia, sino que afirman que todos los cristianos lo somos del mismo modo. Se quiere así introducir el sacerdocio femenino, y con la excusa de no caer en la Escila del clericalismo se cae en la Caribdis de la banalización del orden sagrado. Detestan las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, promueven casi solamente la vocación laical y se espantan de que algunas congregaciones tengan muchas vocaciones, ¡como si fuera algo malo!
La liturgia también es víctima del progresismo, pues en ella se introducen un sinnúmero de estupideces, abusos y deformaciones con la excusa de hacerla más entretenida o accesible al pueblo, o la vuelven instrumento y propaganda de ideologías anticristianas.
El falso principio de la “inmanencia vital” puede llegar mucho más lejos. Esta inmanencia vital postula que la razón humana está encerrada rigurosamente en el círculo de los “fenómenos” y cierra todo acceso natural a Dios y sobrenatural a la revelación externa, llevando así al agnosticismo. Hace que la fe dependa de algún fenómeno, aunque este esté en el campo de la ciencia y de la historia. Por eso, el mismo fenómeno es desfigurado atribuyéndosele una realidad que no tiene[6].
A los progresistas “les es suficiente”, afirma el Dr. Caturelli, “aceptar o postular la no existencia, de proposiciones con contenido de verdad, para concluir en el relativismo más radical que hoy invade el mundo. No se trata sólo de los ambientes académicos; el relativismo (cada uno tiene ‘su’ verdad y nadie tiene ‘la’ verdad) ha penetrado no sólo en la ciencia y en la ‘Teología’ (las encíclicas son sólo la ‘opinión’ del Papa y son discutibles) sino en la vida social, en todas las manifestaciones públicas, en la vida familiar y en la política”[7].
—— Notas ——
[1] Pascendi, 11.
[2] Carlos Buela, IVE, El Arte del Padre, Parte III, cap. 13, p. 359.
[3] Cf. Alberto Caturelli, “La Pascendi Dominici Gregis, una encíclica profética”, Revista e-Aquinas, Año 5 Abril 2007, p. 12.
[4] «La palabra castigo me parece muy fuerte aplicada al Dios del amor y de la misericordia en que creo». Así lo expresó el p. Damián María Montes, reconocido sacerdote, que hace videos en Tik-Tok. Es un típico ejemplo del progresismo meloso que nos rodea. (https://www.larazon.es/religion/20201101/vfeg3d645fgz5o6n5r743i5qge.html?jwsource=cl)
[5] Carlos Buela, IVE, El Arte del Padre, Parte III, cap. 14, p. 369.
[6] Por ejemplo: “en la persona de Cristo, la ciencia y la historia ven sólo un hombre; en virtud del agnosticismo que rige la exégesis, es menester borrar de la historia de Cristo todo carácter divino y mantener sus condiciones históricas; hay que concluir que la figura de Cristo ha sido desfigurada por la fe y es menester prescindir de ella en sus palabras, actos, lugar en que vivió, etcétera. Hoy diríamos que una cosa es lo que los Apóstoles creyeron y transmitieron y otra la realidad histórica”.
[7] Alberto Caturelli, “La Pascendi Dominici Gregis, una encíclica profética”, Revista e-Aquinas, Año 5 Abril 2007, p. 13.
Comentarios 10
Me he quedado estupefacta con la fotografía, dónde es?
Hola Miryan la foto es de Alemania.
noquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogrenoquieroserprogre…
No tengo palabras para describir el sentimiento de dolor que siento ante esta situación que vivimos , un poco antes de la pandemia dejé de concurrir a la iglesia Nuestra Señora de la Sabiduría en Banfield oeste al ver que el sacerdote desplegaba sobre el libro de los salmos una bandera de colores ” diversidad” y ver hombres vestidos de mujeres dentro de la iglesia ,cantando y bailoteando incluso el sacerdote , pedí perdón a Dios en ese momento por lo que ellos estaban haciendo y me retiré, es muy pero muy lamentable no sé cómo describir lo que sentí y lo que siento por todo lo que ésta sucediendo , pero si sé que debemos rezar mucho ,hacer ayunos y mortificaciones para sanar el inmaculado corazón de María y a Jesús , recemos para que más personas visiten al Santísimo y esos corazones desviados y corrompidos vuelvan a Dios , el señor nos ayude en esta batalla. Dios los bendiga siempre 🙏
Y esa foto es real es un sacerdote ordenado por la Iglesia catolica ??????????o es una parodia
Estimada Norma, tristemente es una imagen real.
Equipo VC
Sólo nos toca orar y ofrecerle a La Santísima Trinidad cualquier. Sufrimiento para no caer en estas redes del mal.Que Dios nos fortaleza en ésta dura realidad. Dios quiera que siempre esté en nuestros corazones Viva Cristo Rey .
Ora et labora, la oración sin acción no sirve, los católicos debemos despertar y plantarle cara a todas estas aberraciones que nos están imponiendo. Me aterra el estado de marasmo en el que nos encontramos, nos escandaliszamos pero no actuamos. Que Dios nos dé el ardor de la Cristeros, para defender incluso con la vida, nuestra fé.
Debemos tener en cuenta lo que dice la Biblia, la aparición de anticristos que están en contra de la iglesia que fundó Cristo, el ataque al Vicario de Cristo y su infabilidad que nuestro Señor lo estableció, se está cumpliendo la actuación del demonio para alejar al rebaño del pastor. Los católicos debemos despertar, enfrentando y preparándonos para este reto.
Estoy muy impactada por todos los acontecimientos. Pero como dice IVE : Firmes en la fe.