Rezar con San Ignacio – día quinto

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Rezar con San Ignacio: 

Cuando hemos decidido cumplir la voluntad de Dios en todos los momentos de nuestra vida debemos recordar lo que enseña San Ignacio en la meditación de los tres binarios o los tres tipos de voluntades.

El primer binario quisiera quitar el afecto malo, pero como no quiere hacer nada, ni sacrificar para obtener este bien, no puede decirse que quiera verdaderamente. “Quisiera” pero en realidad “no quiere”.  El segundo binario quiere quitar el afecto, y está dispuesto a poner algunos medios, pero de modo tal que “efectivamente” (in effectu) no quiere abandonar la cosa. “Quiere” pero imperfectamente. El tercer binario quiere totalmente quitar el afecto y para quitarlo está dispuesto a dejar la cosa efectivamente, y así se lo propone, e incluso “quiere considerar” que en realidad así sucede. Este “quiere” plena y perfectamente.

Esta meditación ayuda admirablemente a que el hombre explore su ánimo, “se pruebe a sí mismo” (tentet seipsum) como dice el Apóstol con lo cual se cuide de la ilusión, y se forme un ánimo libre de afecciones nocivas, que es la finalidad propia de esta Meditación, y preparación para hacer rectamente Elección”.

Lo que de verdad importa es que tengamos, de hecho, voluntad enérgica y eficaz de tercer binario, donde no hay reservas, ni subterfugios, ni dilaciones, ni componendas, ni capitulaciones, ni lentitudes, con las disposiciones enseñadas en la Nota [157] de pedir “…aunque sea contra la carne…” y que consiste en “la aplicación inmediata del ‘vince te ipsum’ (vencete a ti mismo); se trata de vencer la extrema repugnancia de la aficción… de batir el último baluarte de la sensualidad… de no limitarse a defender, sino atacar…, no contentarse con resistir, sino llevar la ofensiva: ¿la carne exige la propiedad? Renuncia a la posesión; ¿La sensualidad reclama la riqueza? Pide la pobreza.

Oración difícil y costosa. Porque fácil cosa es pedir lo que se quiere; difícil es pedir lo que no se quiere. Es desconfianza pedir sin esperar ser oído; es heroísmo pedir con temor de ser escuchado”.

 

TODA MI VIDA A LA MAYOR GLORIA DE DIOS

AMDG (AD MAIOREM DEI GLORIAM)

Dios y Señor mío, yo creo firmísimamente que estáis presente en el Santísimo Sacramento.

Os adoro, Dios mío, con todo el rendimiento y afecto de mi corazón y os pido humildemente perdón por todos mis pecados.

Te pido, Dios mío, tu gracia y tu ayuda, para que todas mis intenciones, pensamientos y acciones, estén únicamente orientadas a servirte y alabarte.

Y que sepa renunciar a todo aquello que me aleja y separa de Tí.

Todo sea a la mayor Gloria de Dios

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