San José: Guía frente al Comunismo Ateo

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Además de declararle, en su encíclica Divini Redemptoris, Protector de la Iglesia frente a los ataques del ateísmo comunista, Pío XI habló en diversas ocasiones sobre el glorioso Patriarca. Las palabras del gran Pontífice son testimonio grandioso de la presencia en la fe de la Iglesia:

GUIA DE LOS CATOLICOS FRENTE AL ATEISMO COMUNISTA

Para llevar a madurez esta paz tan deseada por todos, la paz de Cristo en el Reino de Cristo, ponemos la gran acción de la Iglesia católica que se enfrenta a los esfuerzos de ateísmo comunista, bajo los auspicios y protección de San José, Patrono poderosísimo de la Iglesia católica. Habiendo pertenecido él a la clase del pueblo trabajador, experimentó junto con la familia de Nazaret que le había sido confiada, y que presidía como jefe solícito y amante, las incomodidades de la pobreza; custodió al Niño divino cuando Herodes lanzó contra El sus sicarios que buscaban darle muerte. Igualmente por una vida de fidelidad absoluta en el cumplimiento del deber cotidiano, dejó un ejemplo para todos los que deben ganar su pan por el trabajo manual, y mereció ser llamado justo, con modelo viviente de la justicia cristiana que debe reinar en la vida social.

(Encíclica Divini Redemptoris 19 de marzo 1937; A.A.S. 29 [1937],106).

 

SOLO MARIA ESTA MAS CERCANA A DIOS

He aquí un santo que entra en la vida y emplea su vida en el cumplimiento del más alto mandato divino, en el mandato incomparable de velar sobre la pureza de María, de custodiar la divinidad de Jesucristo, de tutelar como cooperador consciente el misterio, el secreto desconocido para todos, a excepción de la Santísima Trinidad, de la Redención del género humano. Es en la grandeza de este mandato en lo que consiste la singular y absolutamente incomparable santidad de San José, puesto que verdaderamente a ningún otra alma, a ningún otro santo fue confiado tal mandato, y entre San José y Dios no vemos ni podemos ver sino a María Santísima con su divina Maternidad. Es evidente que este santo ya poseía en la altura de tal mandato el título para aquella gloria que es la suya, la gloria de Patrono de la Iglesia Universal. Toda la Iglesia se encontraba ya efectivamente junto a él contenida como en germen ya fecundo en la humanidad y en la sangre de Jesucristo, toda la Iglesia estaba allí en la virginal maternidad de María Santísima, Madre de Jesús y Madre de todos los fieles, que a los pies de la Cruz había de recibir en la sangre de su primogénito Hijo Jesús. Pequeña a la vista de los ojos humanos, pero grande para la mirada del Espíritu la Iglesia estaba allí junto a San José, cuando ya él era, en la Sagrada Familia, el custodio y el padre tutelar.

(21 de abril de 1926, en la fiesta del Patrocinio de San José; L’Osservatore Romano, 22-23 de abril de 1926, pág. 1).

 

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