San Josemaría Escrivá sobre la persecución y la cruz

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TEXTOS TOMADOS DE SU OBRA CAMINO (https://escriva.org/es/camino/):

694

No sé por qué te asustas. —Siempre fueron poco razonables los enemigos de Cristo.

Resucitado Lázaro, debieron rendirse y confesar la divinidad de Jesús. —Pues, no: ¡matemos al que da la vida!, dijeron.

Y hoy, como ayer.

685

El vendaval de la persecución es bueno. —¿Qué se pierde?… No se pierde lo que está perdido. —Cuando no se arranca el árbol de cuajo —y el árbol de la Iglesia no hay viento ni huracán que pueda arrancarlo— solamente se caen las ramas secas… y esas, bien caídas están..

692

Sufres en esta vida de aquí…, que es un sueño… corto. —Alégrate: porque te quiere mucho tu Padre-Dios, y, si no pones obstáculos, tras este sueño malo, te dará un buen despertar.

Yo te aseguro que alcanzarás la paz.

695

En las horas de lucha y contradicción, cuando quizá “los buenos” llenen de obstáculos tu camino, alza tu corazón de apóstol: oye a Jesús que habla del grano de mostaza y de la levadura. —Y dile: “edissere nobis parabolam” —explícame la parábola.

Y sentirás el gozo de contemplar la victoria futura: aves del cielo, en el cobijo de tu apostolado, ahora incipiente; y toda la masa fermentada.

687

Jesús: por dondequiera que has pasado no quedó un corazón indiferente. —O se te ama o se te odia.

Cuando un varón-apóstol te sigue, cumpliendo su deber, ¿podrá extrañarme —¡si es otro Cristo!— que levante parecidos murmullos de aversión o de afecto?

688

Otra vez…: Que han dicho, que han escrito…: En favor, en contra…: Con buena, y con menos buena voluntad…: Reticencias y calumnias, panegíricos y exaltaciones…: sandeces y aciertos…

—¡Tonto, tontísimo!: ¿Qué te importa, cuando vas derecho a tu fin, cabeza y corazón borrachos de Dios, el clamor del viento o el cantar de la chicharra, o el mugido o el gruñido o el relincho?…

Además… es inevitable: no pretendas poner puertas al campo.

697

Los acontecimientos públicos te han metido en un encierro voluntario, peor quizá, por sus circunstancias, que el encierro de una prisión. —Has sufrido un eclipse de tu personalidad.

No encuentras campo: egoísmos, curiosidades, incomprensiones y susurración. —Bueno; ¿y qué? ¿Olvidas tu voluntad libérrima y tu poder de “niño”? —La falta de hojas y de flores (de acción externa) no excluye la multiplicación y la actividad de las raíces (vida interior).

Trabaja: ya cambiará el rumbo de las cosas, y darás más frutos que antes, y más sabrosos.

699

Cruz, trabajos, tribulaciones: los tendrás mientras vivas. —Por ese camino fue Cristo, y no es el discípulo más que el Maestro.

701

¿No has oído de labios del Maestro la parábola de la vid y los sarmientos? —Consuélate: te exige, porque eres sarmiento que da fruto… Y te poda, “ut fructum plus afferas” —para que des más fruto.

¡Claro!: duele ese cortar, ese arrancar. Pero, luego, ¡qué lozanía en los frutos, qué madurez en las obras!

702

Estás intranquilo. —Mira: pase lo que pase en tu vida interior o en el mundo que te rodea nunca olvides que la importancia de los sucesos o de las personas es muy relativa. —Calma: deja que corra el tiempo; y, después, viendo de lejos y sin pasión los acontecimientos y las gentes adquirirás la perspectiva, pondrás cada cosa en su lugar y con su verdadero tamaño.

Si obras de este modo serás más justo y te ahorrarás muchas preocupaciones.

703

Una mala noche, en una mala posada. —Así dicen que definió esta vida terrena la Madre Teresa de Jesús. —¿No es verdad que es comparación certera?

 

TEXTOS DEL LIBRO FORJA (https://escriva.org/es/forja/):

852

Desde que Jesucristo Señor Nuestro fundó la Iglesia, esta Madre nuestra ha sufrido continua persecución. Quizá en otros tiempos las persecuciones se hacían abiertamente, y ahora se organizan muchas veces de modo solapado; pero, hoy como ayer, se sigue combatiendo a la Iglesia.

—¡Qué obligación tenemos de vivir, diariamente, como católicos responsables!

793

Proselitismo*. —Es la señal cierta del celo verdadero.

809

Proselitismo. —¿Quién no tiene hambre de perpetuar su apostolado?

810

Ese afán de proselitismo que te come las entrañas es señal cierta de tu entregamiento.

 

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