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La declaración “Fiducia supplicans”, sobre el sentido pastoral de las bendiciones, del Dicasterio para la Doctrina de la fe (18 de diciembre de 2023), firmado por el Card. Fernández, ha trastornado el ambiente eclesiástico. Este documento viene a contradecir, al menos a primera vista en el sentir de algunos, el “Responsum” (Respuesta) de la Congregación para la Doctrina de la Fe, firmado por el Card. Ladaria, “a un dubium sobre las bendiciones de las uniones de personas del mismo sexo”, publicado menos de dos años antes (22 de febrero de 2021), documento muy concreto y puntual, de solo un par de páginas cuyos parágrafos más significativos son, quizá, dos. El primero: “Por este motivo, no es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas incluso estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta, por sí misma, a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo”. El segundo: “La respuesta al dubium propuesto no excluye que se impartan bendiciones a las personas individuales con inclinaciones homosexuales, que manifiesten la voluntad de vivir en fidelidad a los designios revelados por Dios así como los propuestos por la enseñanza eclesial, pero declara ilícita toda forma de bendición que tienda a reconocer sus uniones”.

Sin lugar a duda, se puede hacer un esfuerzo para tratar de enmarcar la presente declaración en el mismo sentido del anterior Responsum, pero sería, cuanto menos, superfluo, puesto que si tal fuera su sentido, ¿para qué hacer una nueva declaración sobre el mismo tema, cuando la anterior intervención no deja dudas? Si se interviene de nuevo es porque se dice algo nuevo.

Que el nuevo documento es, por decirlo suavemente, confuso, no lo digo yo, que soy un don nadie, sino las interpretaciones, declaraciones, enojos, saltos de júbilo, críticas, aplausos, etc., que aparecen hasta el cansancio en las páginas de los principales informativos católicos (y no católicos) desde hace un par de días (parece que hay noticias de la Santa Sede que nadie lee, y otras que les interesa a todo el mundo), incluyendo declaraciones de obispos, cardenales, e incluso conferencias episcopales. Y unas descorchando champan por lo que entienden que el documento permite, y otras prohibiendo lo que entienden que el documento permite; unas diciendo que el documento no dice lo que otros dicen que dice, y otras diciendo que sí lo dice… Y están hablando de una Declaración de un Dicasterio que está puesto, en teoría, para aclarar las dudas…

No voy a analizar el documento; en este momento tiene poco sentido, visto que cada uno lo entiende como quiere entenderlo: que habla de las personas pero no de sus relaciones; que no, que menciona expresamente “parejas” y por tanto, no se trata de bendiciones a particulares sino a gente “irregularmente vinculada” entre sí; que no va sobre la relación; que sí, que en el fondo le da la venia a la relación; que no son bendiciones rituales; que esto no hace la diferencia; que una cosa y que la otra. Etcétera. En fin, ya lo dijo James Martin, que está contentísimo con el documento, aunque todavía le sabe a poco: “Desconfíe de la respuesta «Nada ha cambiado» a la noticia de hoy. Es un cambio significativo”. Si esto es falso, que lo diga el Dicasterio.

Pero hay una verdad de fe que se mantiene inalterada y que ningún documento puede cambiar, porque la verdad divina no se cambia por decreto, declaración ni encíclica, y es esta: Dios no bendice el pecado. No puede. Si alguien entiende que un documento de la Iglesia autoriza esto, entiende una blasfemia. Si un documento de la Iglesia, por responsabilidad de quien sea, se presta a confusión en este sentido, la Iglesia tiene el deber de aclararlo cuanto antes y de modo tal que ya no quede la posibilidad de ser interpretado erróneamente, porque no puede inducir, ni prestarse, al error o al pecado, pues habría perdido el sentido para el que fue instituida por su Fundador.

Y a esta verdad la acompaña otra no menos importante que recuerdo a los que buscan entender las cosas pasando por alto la verdad anterior: no hay que intentar burlarse de Dios. Si le queremos tomar el pelo y tratamos de arrancarle una bendición a algo que es, en sí mismo, pecado, esa bendición puede tornarse en maldición para el que la recibe y para el que la da. Está en la Biblia. Le pasó a Balac hijo de Sipor, con el brujo Balaam (lea el capítulo 22 del libro de los Números), que quiso arrancarle a Dios una maldición para sus enemigos y se ligó una para él; y también a Ananías y Safira con los Apóstoles (Hechos, capítulo 5), que quisieron mentirle a Dios, como dice san Pedro (Hch 5,4), con el trágico resultado que nos indica el texto sagrado. El que cree que puede forzar a Dios a que bendiga lo que Él odia (Sir 15,13: “El Señor detesta toda maldad”) está metiendo los dedos en una picadora de carne. Dios ama las personas y las bendice; pero aborrece sus pecados y los castiga… por amor a las personas.

Flaco servicio se le ha hecho a la Iglesia ofreciéndonos un documento que daría la impresión, por lo menos a algunos, de contradicir el anterior del mismo Dicasterio. Porque si uno anterior puede ser contrariado, es porque carece de valor vinculante para la fe o para la moral. Pero si el anterior no tiene tal valor, tampoco lo tendría este, cuya autoridad no es superior a la de su precedente. Cuando uno se corta una mano con la otra, queda manco. Se va a dar cuenta cuando quiera aplaudir sus propias genialidades.

P. Miguel A. Fuentes, IVE

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Comentarios 7

  1. Carlos Ernesto Amaya dice:

    Querido padre Miguel:
    Muy bueno, esclarecedor su nota. Cuando salió la primera en relación con las bendiciones a parejas irregulares como no lícito dijimos muy bueno.
    Ahora ante está segunda oportunidad, pienso se olvidaron de ellos, porque también son hijos de Dios.
    Está doble postura queda muy débil. Malos asesores o falta de control.
    Un abrazo padre Miguel.

  2. Jorge Guillermo dice:

    En buen español se dice “al pan, pan y al vino , vino “. Exactisimas y claras palabras. Gracias, padre Fuentes.

  3. María Victoria Cano Roblero dice:

    DIos no se equivoca en su palabra que estemos vigilantes en oración pues vendrán lobos vestidos de ovejas. Oremos y vigilemos a la Esposa de Cristo su Iglesia.

  4. Teresa Aristizábal dice:

    Estamos en una noche muy oscura solo la fe y la perseverancia nos podrá dar la luz que necesitamos para salir de este laberinto.

  5. Ma. De la luz salinas dice:

    Gracias padre por pronunciarse al respecto oración por tantas heridas en la iglesia y que Dios tenga misericordia de nosotros y del mundo entero Dios proteja a todos los sacerdotes y religiosas del verbo encarnado.

  6. Michel Pablo Valverde Barreto dice:

    Muchas gracias padre, sus claros comentarios nos reafirman en nuestra fé.

  7. Nelly Rochel Moguel dice:

    Gracias Padre por tan valiosa aportación. Como laica me siento preocupada por momentos que se avecinan en nuestra Iglesia. Dios ilumine a nuestros Sacerdotes y a todos los que están estudiando para el Sacerdocio.

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