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A 40 años de la muerte del Cardenal Josyf Slipyj – P. Francisco de Igarzábal

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📖 Ediciones Voz Católica

Hoy hace cuarenta años, el 7 de septiembre de 1984, fallecía en Roma, el Cardenal Josyf Slipyj, desterrado de su Ucrania natal.

Para la gran mayoría de los católicos Josyf Slipyj, es una persona desconocida, de la cual jamás escucharon hablar. Por este motivo, considero importante remarcar que no estamos hablando de un hombre cualquiera; sino que nos encontramos ante una de las figuras más importantes de la historia reciente de la Iglesia; una de las personalidades más gloriosas de la Iglesia católica perseguida detrás de la cortina de hierro.1

El mismo Papa San Juan Pablo II al hablar sobre Slipyj lo refiere como un «heroico confesor de la fe».2 ¿Cómo no denominar heroico confesor de la fe a quien soportó dieciocho años de prisión en los gulags de Siberia, padeciendo temperaturas extremas y sometido a toda clase de tormentos y torturas por parte de las autoridades de la Unión Soviética? ¿Cómo no llamar heroico confesor de la fe a quien fue capaz de padecer todo esto únicamente por mantenerse fiel a Jesucristo y a su Iglesia?

Con lo dicho hasta ahora, la historia del Cardenal Slipyj podría parecerse a la de tantos otros confesores de la Fe que padecieron heroicamente en los campos de concentración; ¿A qué se debe entonces la importancia y grandeza del Cardenal Slipyj?

Para dimensionar la grandeza e importancia del Cardenal Slipyj, es fundamental que tengamos presente que no era un sacerdote más, ni tampoco un obispo cualquiera que se encontraba en prisión, sino que era el Arzobispo mayor de la Iglesia Greco Católica Ucraniana y los jefes de la Unión Soviética sabían perfectamente lo que eso significaba. Nosotros en la Iglesia Latina no llegamos a tomar real dimensión de lo que esto implica; pero Slipyj era el equivalente a un Primado de la Iglesia en Ucrania.

Por esta razón, debido a lo que Slipyj representaba es que las autoridades soviéticas no escatimaron ningún esfuerzo en intentar, por todos los medios, que el prelado ucraniano apostatara. Tenían un objetivo bien claro; que Slipyj Arzobispo Mayor de la Iglesia Greco Católica, desconociera la autoridad del Papa y se uniera a la Iglesia Ortodoxa de Moscú. Como contrapartida le ofrecían la libertad e investirlo como patriarca de Kiev. Sin embargo, Slipyj prefirió, en todo momento, soportar los peores tormentos antes que renegar de la verdadera Iglesia de Cristo.

Pienso que puede ser de provecho para vislumbrar aspectos de la grandeza del alma de Slipyj, transcribir algunos fragmentos de una carta que el obispo dirige desde la prisión al encargado de la Unión Soviética en Ucrania. Al momento de escribirla ya llevaba dieciséis años de prisión y era plenamente consciente de las consecuencias que podía tener dicha carta. Sin embargo, como verdadero pastor de las almas jamás dudo en defender la verdad:3

«Ustedes, hombres del gobierno soviético ucraniano, acusan al Papa de ser su enemigo. (…) Entonces compórtense de tal manera que él pueda ser su amigo. Dejen de perseguir a la Iglesia greco-católica y de destruir la religión en general (…) Piensen que la Iglesia Católica ya existe en territorio ucraniano hace 1900 años, mientras que vosotros existís hace 44 años, ni siquiera medio siglo».

«Es verdad, que me quedan pocos años de vida, pero muchos me los habéis arrebatado vosotros, porque en condición de prisionero y convicto, he tenido que soportar torturas y burlas sin culpa alguna durante casi veinte años».

«Es verdad que nosotros moriremos aquí, pero Tú también morirás; pero la Iglesia Greco Católica soportará en las catacumbas la persecución del malvado ateísmo y la anarquía ortodoxa y seguirá viviendo. En cuanto a usted, que es un ateo declarado, ¿qué razón tienes para luchar contra el catolicismo y defender a la Iglesia Ortodoxa»?

«Yo salí de una prisión para ir a otra prisión para luego retornar a otra prisión. Y así, gracias a Dios, ya han trascurrido 17 años siempre bajo la escolta de vuestras ametralladoras».

Como era de esperar, después de escribir estas líneas los castigos hacia el Slipyj se incrementaron aún más. No alcanzan palabras para describir la grandeza de un alma tan noble como la de este confesor de la Fe.

Finalmente, luego padecer dieciocho años de prisión, gracias a las negociaciones de la Santa Sede el obispo ucraniano fue liberado y exiliado a Roma. Al llegar a la Ciudad Eterna se enteró que algunos años antes había sido nombrado cardenal In pectore por el Santo Padre. A partir de ese momento el Cardenal se dedicó a sostener a la Iglesia Greco Católica desde fuera de Ucrania y a visitar por todo el mundo las comunidades de la diáspora.

Debemos decir que si en nuestros días se encuentra aún viva la Iglesia Católica en Ucrania se debe en gran medida a la fidelidad de este heroico confesor de la Fe. Por esta razón es que en el 40º aniversario de su fallecimiento me parecía oportuno rendirle este pequeño tributo a quien tanto trabajó y sufrió por Cristo y la Iglesia.

 

P. Francisco Javier de Igarzábal, IVE

1. Se denomina cortina de hierro a la frontera política e ideológica que después de la segunda guerra mundial separaba los países del bloque soviético de los occidentales

2. JUAN PABLO II, Discurso en la Nunciatura Apostólica de Kiev, 24 de junio 2001.

3. Cfr. CHOMA GIOVANNI, Josyf Slipyj, Padre e confessore della Chiesa Ucraina martire, Castello 1990.

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