📖 Ediciones Voz Católica

Más leído esta semana

Durante una guerra, el famoso conquistador Alejandro Magno llegó a Gordion, una ciudad de Frigia, donde se encontraba en la acrópolis el carro de Gordion con su famoso nudo. Un antiguo oráculo había prometido el imperio de Asia a quien pudiera desatar este nudo. Después de muchos intentos infructuosos, Alejandro logró desatarlo. ¿Cómo lo hizo? Con un tajo de su espada, cortó el nudo en dos, ejerciendo así otra forma de genio mental. El nudo de Gordion se utiliza, por tanto, como metáfora de la solución de una situación difícil ejerciendo la fuerza bruta, es decir, resolver un problema de forma decisiva y sin demora. También se utiliza para significar resolver urgentemente una situación antes de que empeore.

Para poder cortar realmente el nudo del pecado la primera condición absolutamente necesaria es el deseo de hacerlo, lo que significa tener una voluntad firme y enérgica. Si falta ésta, nunca se conseguirá nada y no servirán de nada todas las gracias de Dios y los medios que Él ofrece, ya sea porque no los utilizaremos, ya sea porque los utilizaremos a medias, lo que equivale a no utilizarlos en absoluto.

Una voluntad firme es aquella que no se rinde, que permanece firme incluso cuando las tentaciones o los deseos son fuertes. Es una voluntad que ve el bien que debe hacerse (como Herodes vio el bien que era necesario hacer) y lo hace (este fue el problema de Herodes, ya que encarceló a Juan en lugar de seguir su consejo). Se puede tener una voluntad débil ya sea porque no quiere reconocer el bien que debe hacerse, o porque no actúa en función del bien que reconoce que debe hacer.

Este principio lo debemos aplicar especialmente a los medios que debemos emplear para abandonar el pecado. Por una parte, algunos desistirán del deseo de abandonar el pecado porque no saben cómo hacerlo; no se molestan en aprender los medios necesarios para abandonar el pecado, o se han apoyado en métodos ineficaces y, en lugar de buscar los eficaces, se conforman con decir: “No sé cómo liberarme del pecado”. Por otra parte, otros conocen los medios pero no quieren aplicarlos porque son difíciles, porque exigen demasiado esfuerzo, o los prueban sólo por poco tiempo por falta de perseverancia. En ambos casos, la voluntad no es una voluntad firme, y por eso es incapaz de abandonar el pecado.

Una voluntad enérgica significa una voluntad resuelta. Las voluntades débiles o a medias nunca consiguen nada; son voluntades que nunca dan un paso adelante en el camino de la perfección porque son espiritualmente perezosas. Son las que vacilan entre querer y no querer, como dice el Proverbio: El perezoso quiere, pero no quiere (Proverbios 13,4). Hoy sí, mañana no; son los que desean la santidad con la condición de que no cueste nada, que sea fácil y por eso no pueden reunir todas las energías necesarias para abandonar el pecado, para cortar las ocasiones de pecado o para alejarse lo más posible de todo lo que “huela a pecado”. Una voluntad enérgica es la que dice: “Quiero, quiero y quiero”.

Seguir Leyendo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.