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Devoción de los treinta días en honor a los 30 años que San José vivió como padre putativo del Verbo Encarnado. Santa Teresa de Jesús decía:  “Quería yo persuadir a todos fuesen muy devotos de este glorioso Santo, por la experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios que no la vea más aprovechada en la virtud”

Oh amabilisimoPatriarca San José. Desde el abismo de mi pequeñez y miseria os contemplo con emoción y alegría de mi alma en vuestro trono del cielo, como gloria y gozo de los bienaventurados, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparador de  los desvalidos, auxiliador de los Ángeles y Santos ante el trono de Dios, de vuestro Jesús y de vuestra santa Esposa.

Por eso yo, pobre, desvalido, triste y necesitado, a vos dirijo hoy y siempre mis lagrimas y penas, mis ruegos y clamores del alma, mis arrepentimientos y mis esperanzas y hoy especialmente os traigo ante vuestro altar y vuestra imagen, una pena que consoléis, un mal que remediéis, una desgracia que impidáis, una necesidad que socorráis, una gracia que obtengáis para mí y para mis seres queridos.

Y para conmoveros y obligaros a oírme y conseguírmelo, os lo pediré y demandare durante treinta días continuos, en reverencia a los treinta años que vivisteis en la tierra con Jesús y Maria y os lo pediré, urgente y confiadamente invocando todos los títulos que tenéis para

compadeceros de i, y todos los motivos que tengo para esperar que no dilatareis el oír mi petición y remediar mi necesidad; siendo tan cierta mi fe en vuestra bondad y poder, que al sentirla os sentiréis también obligado a obtener y darme más aun de lo que os pido y deseo.

  1. Os lo pido por la bondad divina que obligo al Verbo Eterno a encarnarse y nacer en la pobre naturaleza humana, como Hijo de Dios, Dios hombre y Dios del hombre.
  2. Os lo ruego por vuestra resignación dolorosísima para buscar un establo y un pesebre para palacio y cuna de Dios nacido entre los hombres.
  3. Os lo imploro por la dolorosa y humillante circuncisión de vuestro Jesús, y por el Santo, glorioso y dulcísimo nombre que le impusisteis por orden del Eterno.
  4. Os lo demando por vuestro sobresalto al oír del ángel la muerte decretada contra vuestro Hijo Dios, por vuestra obedientisima huida a Egipto, por las penalidades y peligros del camino, por la pobreza extrema del destierro y por vuestras ansiedades al volver de Egipto a Nazaret.
  5. Os lo pido por vuestra aflicción dolorosísima de tres días al perder a vuestro Hijo y por vuestra consolación suavísima, al encontrarle en el Templo y por vuestra felicidad inefable de los treinta años que vivisteis en Nazaret con Jesús y Maria, sujetos a vuestra autoridad y providencia.
  6. Os lo ruego y espero por el heroico sacrificio con que ofrecisteis la victima de vuestro Jesús al Dios Eterno para la Cruz y para la muerte por nuestros pecados y nuestra Redención.
  7. Os lo demando por la dolorosa previsión que os hacia todos los días contemplar aquellas manos infantiles taladradas después en la cruz por agudos clavos; aquella cabeza que se reclinaba dulcísimamente sobre vuestro pecho coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabais contra vuestro corazón, desnudo, ensangrentado y extendido sobre los brazos de la cruz; aquel último momento en que le veíais expirar y morir.
  8. Os lo pido por vuestro dulcísimo transito de esta vida en brazos de Jesús y Maria y vuestra entrada ene l limbo de los justos y al fin en el cielo.
  9. Os lo suplico por vuestro gozo y vuestra gloria cuando contemplasteis la Resurrección de vuestro Jesús, su subida y entrada en los cielos y su trono de Rey inmortal de los siglos. 10. Os lo demando por vuestra dicha inefable cuando visteis salir del sepulcro a vuestra Santísima Esposa resucitada y ser subida a los cielos por los Ángeles y coronada por el Eterno y entronizada en un solio junto al vuestro.
  10. Os lo pido, y ruego, y espero confiadamente por vuestros trabajos, penalidades y sacrificios en la tierra, y por vuestros triunfos y glorias y feliz bienaventuranza ene l Cielo con vuestro Hijo Jesús y vuestra esposa Santa Maria.

¡Oh, mi buen Patriarca San José! Yo, inspirado en las enseñanzas de la Iglesia Santa y de sus doctores y teólogos, y en el sentido universal y cristiano, siento en mi una fuerza misteriosa que me alienta y obliga a pediros, suplicaros y esperar me obtengáis de Dios la grande y extraordinaria gracia que voy a poner ante vuestra imagen y ante vuestro trono de bondad y poder en el cielo.

     (Aquí levantando el corazón a lo alto, se le pedirá al santo, con amorosa instancia la gracia que se desea)

Obtenedme también para los míos y los que me han pedido ruegue por ellos, todo cuanto desean y les es conveniente.

San José, rogad por nosotros para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

¡Oh, Dios! que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado San José por Esposo de tu Madre Santísima, concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como intercesor en los cielos. ¡Oh, Dios! Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen

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Comentarios 2

  1. Víctor Perez dice:

    Gracias a Dios por encontrar esta pagina, quiero saber mas

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