La nueva y peligrosa estrategia LGBT de la Unión Europea

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(Redacción www.provitaefamiglia.it – 04/06/2025)

En medio del casi total silencio de los grandes medios, la Comisión Europea ha iniciado el proceso para adoptar la nueva “Estrategia para la Igualdad LGBTIQ 2026–2030”, un documento ideológico disfrazado de iniciativa por los derechos civiles, que corre el serio riesgo de atentar contra la libertad de expresión, de pensamiento y de religión en toda la Unión Europea. Detrás del aparente objetivo de proteger de la discriminación a las personas LGBTIQ , el texto —promovido directamente por la presidenta Ursula von der Leyen y la comisaria de Igualdad— pretende insertar la ideología de género en todos los aspectos de la vida pública europea.

Además, la Comisión ha publicado una convocatoria para presentar aportes, oficialmente abierta hasta el 24 de junio de 2025, como fase preliminar de una consulta pública. El documento final de la Estrategia debería adoptarse en el cuarto trimestre de 2025, pero ya se han trazado las líneas generales y se han compartido con 20 Estados miembros que, en mayo de 2024, firmaron una declaración ministerial en apoyo a la iniciativa. Se trata, en efecto, de una aceleración política y cultural que busca hacer de la agenda LGBTIQ una clave de interpretación obligatoria para todas las políticas públicas en Europa.

El proyecto de la UE y los riesgos para la libertad

En el documento se lee que la nueva Estrategia se basa en los “avances” de la anterior (2020–2025) e intenta intervenir en cinco ámbitos fundamentales: lucha contra la discriminación, construcción de sociedades más inclusivas, promoción de la igualdad de oportunidades, protección de los derechos de las llamadas “familias arcoíris” y colaboración reforzada con los Estados miembros e instituciones internacionales. En la práctica, esto se traduce en una ampliación del poder de la Comisión en los planos cultural, educativo, sanitario y jurídico, con la pretensión de armonizar no solo las leyes, sino también las convicciones de los ciudadanos europeos.

Toda la estructura de la Estrategia se basa en la idea de que existe una discriminación sistemática contra las personas LGBT y que, para combatirla, es necesario redefinir radicalmente el concepto de igualdad. Ya no se trata de garantizar los mismos derechos para todos, sino de crear un desequilibrio normativo y social en favor de una agenda ideológica específica. Las acciones previstas incluyen el financiamiento directo de organizaciones LGBT con fondos de la UE, el apoyo activo a “estrategias nacionales” en los Estados miembros, la implementación de campañas de sensibilización en las escuelas y medios de comunicación, y un impulso creciente hacia la normalización jurídica de las identidades fluidas, las transiciones de género y los modelos familiares alternativos.

Como si esto no fuera suficiente, la Comisión afirma explícitamente que pretende promover los derechos LGBT también en países fuera de la UE, a través de organismos como las Naciones Unidas. Una auténtica exportación ideológica que ignora deliberadamente las sensibilidades culturales y religiosas de naciones enteras.

Los cuatro puntos más críticos

En el núcleo de la Estrategia LGBTIQ 2026–2030 se encuentran cuatro elementos especialmente preocupantes, que muestran claramente el enfoque ideológico del documento y los riesgos concretos que conlleva:

1) Inserción de la ideología de género en todas las políticas públicas de la UE.
La iniciativa prevé que todo programa, proyecto o intervención —desde la educación hasta la sanidad, los medios y la cultura— deberá ser evaluado y adaptado según el principio de “igualdad LGBTIQ”. En la práctica, la escuela deberá promover nuevos modelos sexuales e identitarios desde la infancia; el sistema de salud deberá reconocer toda forma de transición de género como un derecho subjetivo; y los medios deberán representar y normalizar sistemáticamente dichos modelos.

2) Prohibición de las llamadas “terapias de conversión”.
Con esta expresión —deliberadamente ambigua— la Comisión pretende penalizar toda forma de ayuda psicológica, espiritual o terapéutica ofrecida a quienes, por ejemplo, sufran un conflicto con su identidad sexual o disforia de género. No se distingue entre prácticas abusivas (ya prohibidas) y acompañamiento voluntario: el riesgo es que psicólogos, sacerdotes, padres o médicos sean perseguidos por respetar el deseo de una persona de reconciliarse con su sexo biológico.

3) Uso de fondos europeos.
La Estrategia prevé que solo las organizaciones y actores que promuevan abiertamente la agenda LGBTIQ recibirán financiamiento y reconocimiento institucional. Quienes, en cambio, defiendan a la familia natural, la dignidad de la vida humana desde la concepción, o expresen una visión antropológica basada en la realidad biológica, serán excluidos de todo apoyo o diálogo. Una injusticia profunda que discrimina a millones de ciudadanos europeos y asociaciones dedicadas al bien común.

4) Ampliación del concepto de “delito de odio”.
Según la Comisión, quien afirme que solo un hombre y una mujer pueden ser padres, o quien exprese convicciones religiosas sobre la sexualidad, podría ser acusado de incitación al odio. Una opinión basada en la ciencia, en la moral natural o en la fe podría convertirse en delito. El riesgo es altísimo: una deriva autoritaria que limita la libertad de expresión, censura la disidencia y castiga a quienes no se alinean.

Del DDL Zan a Bruselas: nuestra movilización continúa

En Italia ya vivimos un intento similar con el DDL Zan, que buscaba introducir conceptos análogos en nuestro ordenamiento. Aquella batalla se ganó también gracias a una extraordinaria movilización popular, que demostró cuán viva y fuerte está en nuestro país la conciencia del valor de la libertad y de la verdad. Pero ahora el mismo diseño regresa, más peligroso que nunca, y con un alcance continental.

Por este motivo, Pro Vita & Famiglia ha lanzado en los últimos días una petición popular para pedir a la Comisión Europea, al Parlamento y al Consejo de la Unión que detengan de inmediato esta Estrategia. Defender la libertad, de hecho, nunca ha sido tan urgente. Detener esta estrategia significa proteger nuestra cultura, nuestra fe y el derecho a educar a nuestros hijos según la verdad y el sentido común.

Europa no necesita ideologías impuestas desde arriba: necesita verdad, libertad y justicia para todos.

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