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Me es muy difícil sentarme a escribir en este momento. Tantas veces que he escrito llevado por el entusiasmo y el fervor, y en esta ocasión debo hacerlo como una obligación. Es fácil para mí, contar y describir las hermosas actividades de la misión de Tanzania, pero en esta ocasión debo ponerme ante este teclado para contar algo que me cuesta, y para lo cual he pensado mucho en estos días. En concreto, contar algo que ha sido trágico, no es fácil. Sobre todo porque todavía en el alma quedan muy vivas las impresiones, y no quiero dejar llevarme por sentimientos de tristeza, o desánimo. Tampoco quiero trasmitirles eso, sino todo lo contrario, esperanza y alegría en medio de las dificultades, pero logrando equilibrio entre todos estos sentimientos.

Creo que es necesario ponerme a escribir, pues a ustedes les cuento las cosas bellas de la misión, y también deben conocer las que son difíciles, pues así participarán mejor de nuestra vida misionera. Debo escribir, y el objetivo es doble: por un lado, contarles para que se alegren o entristezcan con nosotros, y para que recen por nuestras intenciones, nuestros logros y proyectos, y también por nuestras dificultades. Para que nos tengan muy presentes en sus oraciones. Por otra parte, escribir todo esto, es para que quede escrito, es decir, que como es parte de nuestra historia en esta pequeña misión, estas sencillas crónicas nos lleven a recordar, y dar gracias a Dios. Que las futuras generaciones de misioneros que vengan a estas tierras, puedan conocer cómo comenzó todo, nuestras alegrías, y los sacrificios con que fueron regados los inicios de la Congregación en estas tierras.

Tenía otras cosas para escribir y contarles, aventuras y anécdotas muy hermosas, pero no creo que sea el momento ahora, al menos para nosotros, de recordar otras. Ya podré escribirles en alguna crónica, oportunamente, si es que tengo la ocasión. Ahora me avoco a contarles lo que sucedió en la misión desde el día 1º de Mayo, día de San José Obrero, hace tan sólo nueve días atrás.

Aquél día llegué de viaje desde Argentina, después de haber visitado a mi madre, en San Rafael, ya haber pasado días de cielo en familia, con mis hermanos, con familiares, y con los hermanos y hermanas en el Verbo Encarnado, recordando un año del fallecimiento de nuestro querido fundador, el Padre Buela. Llegué a Ushetu cerca de las 14:00 hs, luego de cuatro días de viaje. Siempre es una gran alegría volver, desempacar, traer los regalos que vienen de la tierra patria, y sentarse a compartir con los sacerdotes compañeros de aventuras. Por la tarde, cerca de las 19:00 hs, celebré la misa en la parroquia de Ushetu, con la intención de viajar a la parroquia de Kangeme al día siguiente, a la madrugada, para ya retomar el trabajo.

Los dos hermanos con los que yo vivo aquí en Kangeme, Petro y Boniface, se adelantaron para poder preparar la casa, las cosas de la misa del día siguiente, con la alegría de reencontrarnos otra vez en comunidad. Cuando viajaban, recorriendo los 20 km de separan una parroquia de la otra, al pasar por la aldea de Namba Moja, sufren un tremendo accidente. La motocicleta de ellos fue impactada de frente por otra, de mayor porte, tipo triciclo con una gran caja para carga. No entro en los detalles del accidente, que me parece que no vienen al caso. Lo importante fue que ninguno de los dos perdió el conocimiento, pero quedaron gravemente heridos. El hermano Petro, que conducía la motocicleta, sufrió el impacto de frente, y su pierna derecha quedó totalmente destrozada.

El hermano Boniface también fue herido en la pierna derecha, sufriendo fractura de fémur, pero por gracia de Dios, no expuesta. Sin embargo, ambos quedaron imposibilitados de incorporarse. Gracias a Dios, del otro vehículo, no hubo víctimas graves, sino solamente un joven que iba de acompañante, sufrió una herida en un brazo, un golpe en el pecho y algunas lastimaduras al caer al piso de tierra. Pero de todas formas, tampoco se sabía de la gravedad del golpe en el pecho, que podía tener consecuencias, que gracias a Dios no sucedieron.

El accidente se produjo en medio de la oscuridad del camino, y allí quedaron todos tirados. El hermano Pedro comenzó a pedir auxilio, y acudieron vecinos con las tenues linternas de sus celulares. Al llegar se encontraban con este panorama, y nadie atinaba a ayudarlos. El hermano Petro conservaba admirablemente la calma, a pesar de ser el más grave. Se tranquilizó al saber que su compañero, el hermano Boniface, estaba bien, dentro de todo. Petro se acomodó su pierna como pudo, y sacando el pequeño teléfono de botones, que tenía en su bolsillo, se lo entrega a una persona para que comience a llamar y pedir auxilio. Él mismo recordó que el P. Diego estaba celebrando misa, así que le pidió que contacte al P. Pablo, o al catequista de Kangeme. El catequista recibió la llamada y viajó inmediatamente al lugar, que estaba a siete kilómetros de su casa. Desde el lugar logró contactar al P. Pablo, y contarle de la gravedad de la situación: el hermano Petro estaba herido y perdía mucha sangre. El Padre salió inmediatamente al rescate, y en el camino se comunica conmigo, que acababa de terminar la misa. Ante semejante noticia, si bien el padre todavía no había llegado al lugar del accidente, yo me imaginé lo peor, y le dije inmediatamente a las hermanas, y en particular a la Hermana Inmaculada, la doctora, para que nos preparemos en el dispensario de la misión para una primera evaluación de los accidentados. Yo ya tenía presente en mi recuerdo el accidente que hace diez años había sufrido el P. Johntin, por eso pensaba que lo mejor era estar listos. Efectivamente, luego de llegar el P. Pablo al lugar, y cargar los heridos en nuestra camioneta, desde el vehículo nos llamó para decirnos que el accidente había sido muy grave. Lo primero que hizo el padre, fue un torniquete en la pierna de Petro, que perdía mucha sangre, y a quien nadie, en casi media hora, se había animado a socorrerlo.

La hermana Inmaculada había llamado a un enfermero del dispensario, Jafet, quien vino inmediatamente desde su casa. Se preparó todo para recibirlos y a los pocos minutos estaban llegando. El panorama era alarmante. Sobre todo la condición del hermano Pedro era muy grave. Se les administró suero y calmantes. Las hermanas trajeron su camioneta, para poder viajar todos y acomodar mejor a los heridos. Yo me adelanté hacia la ciudad con el auto, para tratar de preparar todo para la llegada en el hospital de Kahama, que nos queda a más de una hora desde Ushetu, por camino de tierra. Durante el camino fui llamando a algunos sacerdotes de la diócesis, para que nos ayuden. Gracias a Dios, en el hospital del gobierno, trabaja una religiosa que es médico, y la llamaron para que estuviera presente, la hermana Salome. Ella fue inmediatamente al hospital, y estaba allí cuando llegamos. Recordemos que era 1º de mayo, y por ser feriado, casi que no había personal en el hospital, salvo el reducido a lo mínimo. Por eso, la ayuda de la hermana fue muy importante.

En resumidas cuentas, cuando llegaron, se dedicaron a Petro, y el médico de emergencias, en medio de una gran duda, veía el estado de la pierna de Petro, y decía que mejor era derivarlo al hospital Bugando, en Mwanza, a casi cinco horas de viaje desde Kahama. En ese momento cumplió un papel fundamental la Hna. Inmaculada, quien le hizo ver al doctor, que si lo derivaban, moriría en el camino, porque ya llevaba tres horas perdiendo sangre. La vida de Petro estaba en un hilo. Finalmente los tres médicos (las dos hermanas y el doctor), corrieron con la camilla a una operación de emergencia. Y corrieron literalmente, pues pasaron delante nuestro, dejando un reguero de sangre. Mientras rezábamos, esperábamos la noticia que vendría desde el quirófano. Finalmente, después de un tiempo, que juzgo breve, pero no sé cuánto habrá sido realmente, nos avisan que ya lo habían operado, y que estaba saliendo de peligro. Debieron amputarle la pierna derecha a la altura del muslo, para salvarle la vida. Ahora comenzaba una acción de gracias, pero llena de dolor también.

El hermano Boniface, como estaba fuera de peligro, lo dejaron casi sin atención como hasta las 2 de la mañana. Le inmovilizaron la pierna rota, y lo llevaron a la cama que estaba al lado de Petro. El hospital sumamente pobre, nada de terapia intensiva ni nada de eso, lo llevaron a un pabellón donde ponen a los que pasan por cirugía, y hay unas 18 camas. Allí Petro recobraba lentamente el conocimiento. Al día siguiente, nos aconsejaron que llevemos al hermano Boniface a Mwanza, para que fuera operado allá y le puedan poner una prótesis. El viaje de cinco horas fue realizado en nuestra camioneta el día jueves. Llegaron a la noche, lo recibieron en el hospital Bugando. Al día siguiente, viernes, les dijeron que no lo podían operar hasta el lunes. Todo un calvario para el hermano Boniface, que estaba con mucho dolor, en una habitación con otros nueve enfermos. Pero por gracia de Dios, todo se fue dando y lo operaron exitosamente el lunes pasado, cinco días después del accidente.

Perdón por lo largo del relato, pero he tratado de resumir lo más posible. Aquí hemos llegado al día jueves, en que Petro comenzó a despertarse, y ya estaba fuera de peligro. Y Boniface rumbo a Mwanza. Luego de semejante shock, para todos, uno empieza también a caer en la cuenta, y tomar más dimensiones de lo sucedido. Estábamos en plena novena de la Virgen de Luján, y le agradecíamos a ella, juntamente con San José, el que todos estuvieran vivos.

Me queda todavía contarles lo que han sido estos días, de ambos hermanos, pero especialmente del hermano Petro, pues ha sido ejemplar y edificante para todos. Hay mucha miga para sacar de todo esto, pues sabemos que a Dios no se le pasa nada, y de los males saca mayores bienes… “Todo sucede para el bien de los que aman a Dios”, como dice San Pablo y nos repetía muchas veces nuestro fundador. Así lo estamos percibiendo. Pero para que esta crónica no se haga demasiado larga, y sobre todo pueda enviarla y de esta manera obtener un “ejército de almas” que estén rezando por nosotros, quiero enviarla ahora, prometiendo que en pocos días estaré enviando más noticias.

En particular les pido oraciones ahora, por la recuperación del hermano Boniface, que ya está en nuestra casa de formación; pero especialmente recen por la recuperación del hermano Petro, pues su pierna amputada se ha comenzado a infectar, gravemente, y ayer mientras escribía las primeras líneas de esta crónica, el P. Pablo, con un hermano, Hna. Inmaculada y Madre Blessed Sacrament, estaban viajando a Mwanza para llevarlo para una internación y una limpieza de la pierna, por medio de una cirugía. La ciudad de Mwanza queda a casi siete horas de viaje desde la misión, y lo llevaban en la camioneta nuestra. Estamos esperando noticias en estos momentos, por eso les pido muchas oraciones.

Gracias por la cercanía con notros. Dios los bendiga.
A veces hasta cuesta decir… ¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE

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Comentarios 6

  1. Irene dice:

    Siempre pido por los misioneros, es maravilloso lo que hacen ustedes para hacer conocer el evangelio de nuestro Señor. Ahora a pedir también por nuestros hermanos Petro y Boniface para que se recuperen pronto. Hoy en el día de Ntra. Sra. de Fátima le pido que los cubra con su manto e interceda ante su divino hijo por toda la misión y por los hermanos Petro y Boniface. Que Dios los bendiga siempre 🙏

  2. Diana Peregrina Carrizo dice:

    Estimado padre Cano, siguiendo el hilo de sus relatos en la misión, siempre tan amenas y maravillosas , pero está vez con éste lamentable suceso, un accidente, pero también es parte de la vida.
    Sé que muchos estarán orando por ustedes s,en esta situación no sólo por la recuperación de los heridos ,sino también por el apoyo espiritual a ellos, que el Señor los sostenga en su ánimo, en la fé. Dios a veces nos envía situaciones que no alcanzamos a comprender pero también nos sostiene con su amor para sobrellevarlas.
    Gracias por su crónica que Dios los bendiga, unidos en oración por la misión,por todos sus feligreses y por los heridos.
    Un saludo grande para los sacerdotes ,el hermano Petro, Boniface, las hermanas, médicos y enfermeras Dios los bendiga siempre 🙏🙏🙏

  3. Clemencia Arevalo Bustos dice:

    En oración por los padres misioneros en Tanzania Petro y Bonifas.

  4. Yolanda Bluhm dice:

    Ave María purísima y adelante!!!

  5. Loreto Romero dice:

    Cuando cuesta decir “Firmes en la brecha” querido Padre Diego, es cuando desaparece Ud y aparece DIOS…. Duc in altum!!!!!!🙏🏻🙏🏻🙏🏻😇💪🏻💪🏻💪🏻💪🏻

  6. M.Ximena Céspedes Flores dice:

    Rezó por ud. Padre Diego y ahora rezaré por los hermanos Petro y Bonifas para su pronta recuperación.

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