Lo que hace la gracia de Dios en las almas
Desde el puesto misionero de Mazirayo, Kangeme, Kahama, Tanzania…
Hoy 15 de octubre estuve en la aldea de Ubagwe, que tiene por patrono a San Roberto Belarmino. En esta capilla siempre hay muy bien espíritu, comenzando por el catequista, y sostenido por los niños… que te reciben con cantos, cantan el la misa, cantan luego de la misa, y cantan para depedirte.
Pero esta capilla tiene un grupo de unas siete u ocho familias nada más. Es un poblado donde viven muchos paganos, y hay algunas iglesias protestantes, que me dicen que son menos concurridas que la iglesia católica. Nuestra religión tiene fama de ser má seria, de hacer celebraciones más dignas, y de que los niños reciben catecismo.
Aquí tuve el gran gozo de bautizar a Mateo, no recuerdo su nombre anterior, sino sólo el nombre de bautismo. Es un anciano que fue visitado por los religiosos y novicios en la misión de Mazirayo que predicó el P. Víctor en Julio. Los misioneros vinieron uno de los días a visitar las casas de Ubagwe, a jugar con los niños, etc. Aquí visitaron en su pobrísima casa a este hombre, a quien invitaron a la misión, y aceptó gustoso ir a rezar. Vive solo, y es de otra tribu. Habla poco swahili, y casi nada de sukuma. Se hizo lo que se pudo, y le dieron los rudimentos de catecismo, y el catequista siguió con su obra durante estos meses. Me decía que no faltaba nunca a las clases de catecismo. Hoy lo bauticé y confirmé, y seguirá aprendiendo un poco más, así en la próxima misa pueda recibir la Sagrada Comunión. Se lo notaba muy contento, y comimos todos juntos en la puerta de la capilla.
La comunidad lo recibió con mucha alegría. Estos on nuestros pequeños-grandes logros en la misión, y siempre da mucho ánimo para seguir adelante.
Quién podría pensar en los frutos de un día de visita de casas, el llegar hasta una casita pobre, y hablar con una persona que se puede comunicar muy poco. Sin embargo, ése era el plan de Dios, cuando el hermano Antonio visitó su casa, y las obras sacrificadas siempre tienen su fruto, aunque externamente carezcan de valor, el fruto apenas perceptible por nuestros ojos del cuerpo. Pero en la misión toda obra, aún la mas pequeña, es grandiosa por la gracia de Dios.