Una pequeña isla, una gran misión
Los misioneros que estamos en Las Islas Salomón, nos encontramos en una pequeña isla de 100 km², y la única parte habitada de esta isla es en donde se encuentra la misión bajo la protección del Sagrado Corazón Jesús, nombre que lleva nuestra parroquia.
La misión también abarca islas pequeñas cerca de la Isla de Wagina, las cuales tienen sus capillas que pertenecen a la parroquia Sagrado Corazón de Jesús. Las distintas capillas son San Pablo Apóstol, San Juan Pablo II y San José Obrero. Todos los domingos se celebra misa en cada una de las islas donde están las capillas.
El desafiante viaje hasta Wagina
Para llegar a la isla de Wagina hay que viajar hasta la capital, Honiara, y luego venir hasta aquí en un barco muy precario y de carga o en una pequeña avioneta twin otter. Si viajas en barco, como en la isla no hay puerto, al llegar tienes que bajarte en el medio del mar y te espera una lancha que te lleva a la isla.
Si viajas en avión llegas a una isla con una pequeñísima pista de aterrizaje en donde solo este tipo de avión pequeño puede bajar y allí te encontrarás con el aeropuerto de Kaghao. A este lugar vienen a buscarte quienes te esperan en la isla y luego viajas en lancha unos 40 minutos mar adentro hasta llegar a Wagina.
Si vienes a la misión, entras por un río que te lleva hasta la misma misión y al llegar ves una explanada verde y arriba de un pequeño monte la hermosa Iglesia dedicada al Sagrado Corazón. El alma del misionero se llena de alegría al llegar a la misión, y además se avivan nuevamente los deseos de entregar aún más la vida por Jesucristo y sus almas.
Un pensamiento que se convierte en oración
Mientras se viaja hasta llegar a la Isla de Wagina, el gran pensamiento que suele invadir es que Jesucristo ama tanto a cada alma que quiso venir hasta aquí para ser conocido y abrir las puertas del cielo a todos los que acuden a Él, por medio de los sacramentos, y sobre todo quiere estar Presente Y Vivo en esta isla para ser conocido y amado.
Preparativos para el Corpus Christi
Es por eso que especialmente en esta fiesta del Corpus Christi, el deseo ardiente del misionero es transmitir a la gente el amor que Dios nos tiene, y que no solo murió por cada uno de nosotros para redimirnos y así poder entrar en el Cielo, sino que quiso quedarse con nosotros en la Eucaristía, ahí presente real y substancialmente para ser adorado y para que cada uno de nosotros podamos acudir a Él en todas nuestras necesidades.
Para esta celebración la gente prepara el único camino que hay en la isla y por donde pasará Jesús Sacramentado. Lo adornan con banderines hechos con hojas de palmera. Se puede ver hasta altas horas de la noche del día anterior a la fiesta a niños, jóvenes, familias enteras preparando el camino para que pase Jesús Sacramentado.
También preparan los altares, y para dar a conocer aún más el misterio de la Eucaristía, se realiza el diálogo eucarístico, que es como una pequeña catequesis, donde cada fiel tiene en sus manos un pequeño panfleto con las preguntas y respuestas, y ante la pregunta del líder de la procesión, ellos responden.
También los niños del oratorio preparan carteles con mensajes de la Eucaristía que llevan en sus manos, otros niños representan a los ángeles llevando flores en sus manos para Jesús, y así todos de alguna manera se preparan para este gran acontecimiento.
Cristo Eucaristía, el centro de nuestra misión
Nuestro objetivo es que Cristo Eucaristía sea conocido, amado y seguido. Los misioneros intentamos dar todo lo que podemos para que esto se cumpla, y todos nuestros esfuerzos están concentrados en este solo objetivo.
Los primeros misioneros sembraron la semilla de la fe, nosotros no solo intentamos cuidarla, sino que ponemos todos nuestros esfuerzos para hacerla crecer.
Cristo una vez más caminó por el único camino de la isla de Wagina, mirando y bendiciendo cada casa, cada familia, cada problema, cada necesidad, cada alma alejada que lo miraba curioso por la rendija de una ventana o detrás de un árbol de coco. Pero Cristo hasta ese rincón llegó, como llegó el día del Corpus Christi en cada rincón del mundo, donde con su presencia real y substancial, servido de un sacerdote, recorrió cada lugar y cada corazón.
Una súplica desde el Pacífico
Nos encomendamos a sus oraciones para que podamos seguir haciendo conocer y amar a Cristo Eucaristía, que en su Misericordia infinita quiso estar aún en esta pequeña isla tan alejada, en medio del Pacífico.
Desde la Isla de Wagina, donde las estrellas brillan como soles, los encomendamos a nuestras oraciones.
Madre María del Rocío, misionera en las Islas Salomón.