Los Dones del Espíritu Santo: el modo divino – día segundo


Los Dones del Espíritu Santo: el modo divino – día segundo

Los Dones del Espíritu Santo: el modo divino

Dijimos que los dones del Espíritu Santo se diferencian de las virtudes no por el objeto de los actos, sino principalmente por el modo de los dones.

Santo Tomás dice “Los dones exceden la perfección común de las virtudes, no en cuanto al género de las obras (al modo como los consejos evangélicos exceden los preceptos), sino en cuanto al modo de obrar, por ser el hombre movido por un principio más alto”. (I-II, 68,2, ad 1).

Quizás se podría expresar esto diciendo que el don no producirá un acto “más ajustado a la virtud”, pero sí un acto de la virtud más elevado sobrenaturalmente y más excelente. Porque Dios mueve a lo más excelente, los modos divinos trascienden los humanos, y por los dones participamos de esos modos divinos: “Y esto es lo que algunos dicen: que los dones perfeccionan al hombre para unos actos más elevados que los actos de las virtudes” (I-II, 68,1)[1].

¿Qué significa ese “modo divino”, qué implica?

– El modo mismo: actuar “como por instinto”. Decimos que alguien o algo (por ejemplo, un animal) actúa por instinto cuando lo hace de acuerdo a su naturaleza, pero sin necesidad de explicitar racionalmente los motivos. Sea porque no tiene uso de razón, sea porque no necesita de esa operación.

Aquí lo que hace que no sea necesaria la razón es el hecho que Dios mueve, la persona simplemente secunda esa acción aceptando con su libertad la moción de Dios, simplemente se deja llevar.

No es movimiento “de autómata” ni necesario, porque la persona puede rechazar;  es “instintivo” porque es movido por algo distinto a las razones en su intelecto que suelen moverla. Es decir, no necesita más.

El mismo Aristóteles ya reconocía que a veces algunos hombres obran como por un “instinto divino”. Sin razonamientos, y sin perplejidades ni dudas.

 Lo vemos a veces en nuestra propia vida (cuando reconocemos esas inspiraciones del Espíritu Santo), en la vida de otros, y mucho más claramente en la vida de los santos: tienen como un modo natural, instintivo, de ser movidos por Dios.

Santo Tomás pone algunos ejemplos:

“así como a la virtud de la templanza corresponde, por su propia naturaleza, que uno se aparte de los malos placeres por el bien de la razón, al don de temor corresponde que uno se aparte de los males placeres por temor de Dios” (Art 4, ad2). El santo temor, el temor filial, el del hijo que no quiere ofender a su Padre al que ama. Eso producirá una pureza “instintiva”.

Y otro: “la justicia toma su nombre de la rectitud de la razón; de ahí que sea un nombre que conviene más a la virtud que al don. En cambio, el nombre de piedad denota la reverencia que tenemos con el padre y con la patria. Y como Dios es el padre de todos, también se llama piedad el culto de Dios, como dice San Agustín (en el libro X De civ. Dei). Luego con razón se llama piedad el don por el que uno se comporta bien con todos por reverencia a Dios”.

El fin de la acción de los dones es reproducir en nosotros la imagen de Jesucristo, por eso producen obras excelentes.

Obras excelentes no quiere decir obras notorias. La excelencia es intrínseca a la obra, puede ser sólo un acto en lo escondido del alma. El “modo divino” se trasluce en las obras. Así como en una pintura se puede distinguir la mano del aprendiz de la mano del maestro. El fin de la acción del Espíritu Santo por medio de los dones es reproducir en nosotros la imagen de Jesucristo. Y en los trazos se ve su mano.

Aquí sirve el mismo ejemplo que ya hemos mencionado: en el “tratar bien a todos porque son hijos del mismo Padre Dios”, el don de piedad producirá obras que, sin ir en contra de la justicia, tendrán aspectos que son incomprensibles para la justicia humana que se basa en lo que conoce, y que es siempre limitado, y no exento de error.

Dios conoce todo, y mueve según eso, aparecen aquí altísimos motivos y altísimas obras incomprensibles humanamente. Son las que los santos realizan “por un instinto divino”.

Pedimos a la Virgen reconocer y secundar siempre la acción del Espíritu de Dios.

P. Miguel Soler, IVE


[1] Ad 3: “De modo parecido, el don, en cuanto distinto de la virtud infusa, puede definirse como aquello que es dado por Dios en orden a la moción divina, es decir, aquello que hace al hombre secundar bien los instintos divinos”.

Letanías al Espíritu Santo

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Señor ten piedad – Señor ten piedad

Cristo ten piedad – Cristo ten piedad

Señor ten piedad – Señor ten piedad

Cristo óyenos – Cristo óyenos

Cristo escúchanos – Cristo escúchanos

Dios Padre Celestial – Ten piedad de nosotros

Dios Hijo Redentor del mundo –Ten piedad de nosotros

Dios Espíritu Santo –Ten piedad de nosotros

Santa Trinidad, un solo Dios – Ten piedad de nosotros

Espíritu del Señor, que aleteando sobre las aguas al comienzo de la creación la fecundaste – Ten piedad de nosotros

Espíritu por cuya inspiración han hablado los santos hombres de Dios –Ten piedad de nosotros

Espíritu cuya unción nos enseña todo – Ten piedad de nosotros

Espíritu testigo de Cristo –Ten piedad de nosotros

Espíritu de verdad que nos sugiere toda cosa –Ten piedad de nosotros

Espíritu que te posas sobre María –Ten piedad de nosotros

Espíritu del Señor que llenas la tierra –Ten piedad de nosotros

Espíritu de Dios que habitas en nosotros –Ten piedad de nosotros

Espíritu de sabiduría y entendimiento – Ten piedad de nosotros

Espíritu de consejo y fortaleza –Ten piedad de nosotros

Espíritu de ciencia y de piedad –Ten piedad de nosotros

Espíritu del temor del Señor –Ten piedad de nosotros

Espíritu de gracia y misericordia –Ten piedad de nosotros

Espíritu de virtud, de dilección y de sobriedad – Ten piedad de nosotros

Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz – Ten piedad de nosotros

Espíritu de humildad y castidad –Ten piedad de nosotros

Espíritu de benevolencia y de mansedumbre –Ten piedad de nosotros

Espíritu de la gracia multiforme –  Ten piedad de nosotros

Espíritu que sondeaste también las profundidades divinas –Ten piedad de nosotros

Espíritu que pides por nosotros con gemidos inenarrables –Ten piedad de nosotros

Espíritu que bajaste sobre Cristo en forma de paloma –Ten piedad de nosotros

Espíritu en el cual nacemos –Ten piedad de nosotros

Espíritu por el que la caridad es infundida en nuestros corazones –Ten piedad de nosotros

Espíritu de adopción de los hijos de Dios –Ten piedad de nosotros

Espíritu que te apareciste sobre los discípulos en lenguas de fuego –Ten piedad de nosotros

Espíritu del cual están repletos los Apóstoles –Ten piedad de nosotros

Espíritu que repartes los dones como más te parece –Ten piedad de nosotros

 

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo – Perdónanos Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo – Escúchanos Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo – Ten piedad de nosotros

¡Ave María y adelante!


Lecciones