Los siete domingos de San José – 7
SÉPTIMO DOMINGO
LECTURA EVANGÉLICA
Del evangelio según San Lucas 2, 44-46.48-50
Sus padres se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Él bajo con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
PENSAMIENTO: San Juan de Ávila, Sermón 75
De aquí nació lo que el Señor dijo en reprehensión de sus apóstoles, que deseaban mandar: El Hijo de la Virgen no vino a ser servido, sino a servir (Mt 20,28). De aquí nació el estar entre sus discípulos como quien sirve (Lc 22,27) y hacer aquella obra de que todo el cielo se admira, de lavarles el Jueves Santo sus pies, en testimonio que su corazón entrañablemente amaba el servir y aborrecía la vanidad del mandar y ambición de la honra y señorío; quiso tener Madre a quien se humillase y obedeciese, guardándole el respeto y preeminencias de Madre; y no contento con esto, se abajó más, a servir, obedecer y honrar a un hombre por ayo, que tenía en lugar de padre, para convidar a los hombres a ser obedientes y humildes, y tanto fuese más justa la condenación de quien, con mal consejo, otro camino tomase que el de su Cabeza, Cristo, y a éste siguiese, amase y obedeciese; para que, así seguido y obedecido, le diese aquí en este destierro gracia y después le llevase consigo a su santa gloria.
ORACIÓN DE PETICIÓN
San José, ejemplar de toda santidad. Grande fue tu dolor al perder, sin culpa, al Niño Jesús, y haber de buscarle, con gran pena, durante tres días; pero mayor fue tu gozo cuando al tercer día lo hallaste en el templo en medio de los Doctores.
Por este dolor y gozo, te suplicamos nos alcances la gracia de no perder nunca a Jesús por el pecado mortal; y si por desgracia lo perdiéramos, haz que lo busquemos con vivo dolor, hasta que lo encontremos y podamos vivir en su amistad para gozar de Él contigo en el Cielo y cantar allí eternamente su divina misericordia.
Padre nuestro. Ave María. Gloria.
ORACIÓN FINAL
V./ Ruega por nosotros, glorioso san José.
R./ Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Oh Dios, que con inefable providencia, elegiste a San José como esposo de la Madre de tu Hijo, concédenos la gracia de tener como intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Glorioso san José, custodio fiel a quien fueron confiados Jesús, la inocencia misma, y María, Virgen de las vírgenes: te ruego y suplico que, con tu ayuda, sirva yo siempre a Jesús y a María con el corazón puro y el cuerpo casto. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
¡Ave María y adelante!