Los siete domingos de San José – 3
TERCER DOMINGO
LECTURA EVANGÉLICA
Del evangelio según San Lucas 2, 21
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
PENSAMIENTO: San Juan de Ávila, Sermón 75
Contó el uno al otro el dulce nombre de Jesús que el ángel les había dicho que pusiesen al Niño después de nacido; y fue muy particular gozo entre ellos de oír nombre tan excelente y consolativo como es Jesús, que quiere decir Salvador, y, como el ángel dijo, Salvador de pecados (cf. Mt 1,21). Y así creo que el santo José, por gozar del bien de este nombre, se arrojó en el suelo suplicando al Niño Jesús le perdonase sus pecados y diese gracia para no ofenderle.
ORACIÓN DE PETICIÓN
Glorioso San José, ejecutor obediente de la Ley de Dios. La Sangre preciosa que en la circuncisión derramó el divino Redentor, te traspasó el corazón; pero el nombre de Jesús, que se le impuso, te llenó de consuelo.
Por este dolor y gozo, te rogamos nos alcances la gracia de vivir luchando contra la esclavitud de los vicios, para tener la dicha de morir con el nombre de Jesús en los labios y en el corazón.
Glorioso San José, ejecutor obediente de la Ley de Dios. La Sangre preciosa que en la circuncisión derramó el divino Redentor, te traspasó el corazón; pero el nombre de Jesús, que se le impuso, te llenó de consuelo.
Por este dolor y gozo, te rogamos nos alcances la gracia de vivir luchando contra la esclavitud de los vicios, para tener la dicha de morir con el nombre de Jesús en los labios y en el corazón.
Padre nuestro. Ave María. Gloria.
ORACIÓN FINAL
V./ Ruega por nosotros, glorioso san José.
R./ Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Oh Dios, que con inefable providencia, elegiste a San José como esposo de la Madre de tu Hijo, concédenos la gracia de tener como intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Glorioso san José, custodio fiel a quien fueron confiados Jesús, la inocencia misma, y María, Virgen de las vírgenes: te ruego y suplico que, con tu ayuda, sirva yo siempre a Jesús y a María con el corazón puro y el cuerpo casto. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
¡Ave María y adelante!