Se trata de la obra más grande de la gloria de Dios y de la salvación de las almas, que es la redención, y del instrumento más santo para esa obra, que es, indudablemente, la humanidad de Jesucristo, y de la persona más allegada al Redentor divino, que es la Virgen Santísima.
Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?»
«Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.»
El otro día leí una nota acerca de la epopeya de los grandes navegantes Magallanes y Elcano, en la cual se valoraba el testimonio de un desertor perteneciente a la tripulación de la nave Victoria. Basándose en un documento recientemente encontrado en el archivo histórico de Portugal, la nota explicaba la causa de la deserción: «él no estaba dispuesto a morir como los otros doscientos hombres que habían quedado en el camino».[1] Llama la atención lo que leíamos más adelante: «el rescate de estas figuras secundarias supone dar presencia y voz a los verdaderos héroes de esta historia». Así se le daba título de héroe a quien no quiso serlo. Este hecho puntual es solamente una anécdota irrelevante, pero sirve como ocasión para hilvanar, contracorriente, algunos pensamientos acerca del verdadero heroísmo y de los altos ideales.
Contemplemos la Esperanza de María De la fe nace la esperanza. Para esto Dios nos ilumina con la fe para el conocimiento de su bondad
Cuarto obstáculo para la devoción al Sagrado Corazón El cuarto obstáculo son ciertas pasiones no mortificadas que nos hemos guardado y que, tarde o temprano,
Este poema es una muestra del sentido inmediato y personal que de la existencia de Dios posee el poeta. En su aleccionante sencillez, es también