Agere contra – San Francisco de Sales

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Compartimos un texto de la Introducción a la vida devota de san Francisco de Sales.  En dicho tratado, el santo nos había indicado previamente que es necesario purificarse del afecto al pecado (ver AQUÍ) y el santo también nos recomienda:

 

QUE HEMOS DE PURIFICARNOS DEL AFECTO A LAS COSAS INÚTILES Y PELIGROSAS

Los juegos, los bailes, los festines, las pompas, las comedias no son esencialmente cosas malas, sino indiferentes, y pueden ejecutarse bien o mal; pero siempre son peligrosas, y aficionarse a ellas todavía lo es más. Por lo tanto, Filotea, aunque sea lícito jugar, bailar, adornarse, asistir a representaciones honestas y a banquetes, si alguien llega a aficionarse a ello, es cosa contraria a la devoción y, en gran manera, peligrosa. No está el mal en hacerlo, sino en aficionarse. Es un mal sembrar de afectos inútiles y vanos la tierra de nuestro corazón, pues ocupan el lugar de las buenas impresiones e impiden que la savia de nuestra alma sea empleada por las buenas inclinaciones.

Así, los antiguos nazarenos no sólo se privaban de todo lo que podía embriagar, sino también de los racimos y del agraz; no porque los racimos y el agraz embriaguen, sino porque, comiendo agraz, hay peligro de excitar el deseo de comer racimos y de provocar la afición a beber mosto o vino. Ahora bien, no digo yo que no podamos usar de estas cosas peligrosas; advierto, empero, que nunca podemos aficionarnos a ellas sin que se resienta la devoción. Los ciervos, cuando conocen que están demasiado gruesos, huyen y se retiran a sus escondrijos, pues saben que su grasa les pesa tanto, que les impediría correr, si se viesen atacados: el corazón del hombre cargado de estos afectos inútiles, superfluos y peligrosos, no puede, ciertamente correr con prontitud, ligereza y facilidad hacia su Dios, que es el verdadero término de la devoción. Los niños corren y se cansan detrás de las mariposas; a nadie parece mal, porque son niños. Pero, ¿no es cosa ridícula y muy lamentable ver cómo hombres hechos se aficionan e impacientan por bagatelas tan indignas, como lo son las cosas que acabo de enumerar, las cuales, además de ser inútiles, nos ponen en peligro de desarreglarnos y desordenarnos, cuando vamos en pos de ellas? Por esta razón, amada Filotea, te digo que es menester purificarse de estas aficiones, y, aunque los actos no sean siempre contrarios a la devoción, las aficiones, empero, le son siempre nocivas.

 

QUE HEMOS DE PURIFICARNOS DE LAS MALAS INCLINACIONES

Tenemos también, Filotea, ciertas inclinaciones naturales, las cuales, porque no tienen su origen en nuestros pecados particulares, no son propiamente pecado, ni mortal ni venial, pero se llaman imperfecciones, y sus actos se llaman efectos o faltas. Por ejemplo, Santa Paula según refiere San Jerónimo, tenía una gran inclinación a la tristeza y a la melancolía, hasta el extremo de que, cuando murieron sus hijos y su esposo, estuvo a punto de morir de pena. Esto era una imperfección, pero no un pecado, pues ocurría contra su deseo y voluntad. Hay personas que son naturalmente ligeras, otras ásperas, otras contrarias a aceptar fácilmente el parecer de los demás, otras propensas a la indignación, otras a la cólera, otras al amor, y, por decirlo en breves palabras, son pocas las personas en las cuales no se pueda echar de ver alguna imperfección.

Ahora bien, aunque estas imperfecciones sean propias y como connaturales a cada uno de nosotros, no obstante, con el ejercicio y afición contraria, pueden corregirse y moderarse, y aun puede el alma purificarse y librarse totalmente de ellas. Y esto es, Filotea, lo que debes hacer. Se ha encontrado la manera de endulzar los almendros amargos, haciendo un corte al pie del tronco, para que salga la savia. ¿ Por qué no hemos de poder nosotros hacer salir de nuestro interior las inclinaciones perversas, para llegar a ser mejores? No existe ningún natural tan bueno que no pueda malearse con los hábitos viciosos; tampoco hay un natural tan rebelde que, con la gracia de Dios, ante todo, y después con trabajo y diligencia, no pueda ser domado y superado.

Ahora, pues, voy a darte los avisos y proponerte los ejercicios, con los cuales purificarás tu alma de las aficiones y de todo afecto a los pecados veniales, y, de esta manera, asegurarás más y más tu conciencia contra todo pecado mortal. Dios te conceda la gracia de practicarlos bien.

San Francisco de Sales, “Introducción a la vida devota”

(Primera parte, cap.XXIII y XXIV)

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Comentarios 7

  1. Maria Victoris Cano Roblero dice:

    Deseo darte gracias Aba Padre por estar constantemente a mi lado. Deposito en tus manos y las fuerzas necesarias para poderlas ir venciendo. Lograr y obtener lo que tienes para mi.
    Bendiciones hermano.
    Mil gracias por estos Ejercicios de San Ignacio.

  2. María Vilca Figueredo dice:

    Gracias por sus enseñanzas, que son muy ciertas. Nuestro SEÑOR es tan Misericordioso que siempre nos da oportunidades para cambiar y arrepentirnos y esto tiene que ser de todo corazón. Darle el primer lugar en nuestra vida, ÈL tiene que ser el centro de nuestra vida. Y gracias a los Ejercicios Espirituales,aprendí muchas cosas.

  3. Arnulfo Vargas Rodríguez dice:

    Que buenas recomendaciones de San Francisco, Dios me permita hacerlas vida…

  4. Diana Peregrina Carrizo dice:

    Que grandes y bellas recomendaciones de San Francisco que podemos lograr con la Gracia de Dios y los frutos de los ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola .

  5. Moira Nava dice:

    Estos ejercicios han sido para mi una gran bendicion pero aun me cuesta saber si algunos comentarios o reacciones con los que me rodean pueden considerarse como pecado. Tal vez porque estemos acostumbrados al trato cotidiano y asperezas en el trato las veamos como normal. Por eso sigo orando al espiritu Santo me conceda su Gracia para discernir. Oremos unos por los otros.

    • Equipo Voz Católica dice:

      Rezamos por el discernimiento de todos los Ejercitantes!

      Equipo Voz Católica

  6. Agustín Torres dice:

    San Francisco de Sales, ruega porque cada día nos perfeccionemos en el amor de Cristo.

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